Afrontar psicológicamente el paro: ¿qué necesitas?

Afrontar el paro, sobre todo cuando se prolonga durante varios meses o años, es una situación de riesgo para la salud mental de la persona que lo está viviendo. Al desánimo profundo que acarrea se une la ansiedad, el miedo al futuro, el cambio en la identidad y un importante deterioro de la autoestima

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Al fin y al cabo, el paro, especialmente el paro de larga duración, es un periodo lleno de incertidumbre, donde el tiempo “libre” se convierte en una maldición y donde la persona recibe una negativa tras otra a sus postulaciones para un empleo. 

Es evidente que muchas personas son psicológicamente muy fuertes y que, aunque lo pasen mal, tienen más facilidad para conectar con la esperanza y el optimismo: cuanto más tiempo pasa sin encontrar un empleo más cerca estoy de encontrarlo. 

Otras, por diferentes motivos, son más vulnerables a nivel emocional y tienden a desarrollar patrones más pesimistas y ansiógenos: cuanto más tiempo pasa más me cuesta encajar en una oferta durante la búsqueda de empleo, más personas me pasan por delante y más difícil es encontrar un trabajo de calidad

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Estar en paro, por tanto, es estresante y desagradable. No son unas vacaciones indefinidas ni hay que vivirlo necesariamente como una oportunidad de crecimiento personal, a no ser que la persona espontáneamente lo conceptualice de esa manera. 

Por eso, aunque a menudo resultan muy incomprendidas, las personas en paro tienen unas necesidades “particulares” que, cuando no se satisfacen suficientemente, hacen que su bienestar psicológico se deteriore. 

Vamos a verlas con un poco más de detalle. 

calendario de bienestar laboral

Qué necesita una persona para afrontar el paro

1. Encontrar una nueva forma de definirse

No sabemos si el trabajo dignifica o no pero, desde luego, aporta mucho contenido a nuestra identidad. Nos definimos a través de lo que hacemos. Cuando perdemos lo que hacemos, se abre una brecha importante en nuestro autoconcepto y nos vemos obligados a crear nuevas categorías para hablar de nosotros mismos tanto con otros como en nuestro propio diálogo interno.

Hay de todo, pero en general cuando alguien está en paro no le gusta tener que decir que lo está, tener que explicar su situación y por qué ha llegado a ella. Existe cierto estigma hacia el parado de larga duración, como si no fuera un buen trabajador o no se esforzara lo suficiente para encontrar un trabajo. Esto hace que muchas personas que llevan mucho tiempo desempleadas se sientan culpables por su situación y, además, les dé vergüenza admitirla.

Las personas que tienen que afrontar el paro necesitan encontrar una nueva etiqueta para definirse con la que se sientan suficientemente cómodas y de la que no se avergüencen. Necesitan hablar de sí mismas de una manera positiva y, sobre todo, útil.

2. Tener esperanza

Si hay algo que caracteriza a la mayor parte de las situaciones de paro es la incertidumbre. Todo el mundo que se queda en paro sabe cuándo comenzó a estarlo pero no sabe a ciencia cierta cuánto se prolongará esa situación.

Lo normal, sobre todo cuando van pasando los meses y se han probado todas las técnicas posibles de búsqueda activa de empleo, es que empiece a cundir el desánimo y la persona se instale en el pesimismo: nada funciona y, cuanto más tiempo pase, peor, y nada hace pensar que la situación mejorará y eso hace que todo sea más angustiante.

afrontar el paro

El círculo vicioso del pesimismo puede resultar muy atrapador. Por eso la persona en paro necesita señales, incluso aunque sean muy pequeñas, de que las acciones que pone en marcha son las correctas -aunque no den un resultado concreto- y también argumentos para pensar que su situación puede mejorar. La persona que tiene que afrontar el paro necesita tener esperanza

3. Poder decir que no

Cuando estamos en paro, especialmente cuando ya llevamos mucho tiempo en paro, da la impresión de que nos instalamos en una situación de precariedad y necesidad en la que no podemos negarnos a ninguna propuesta de trabajo que se cruce en nuestro camino, incluso aunque sea una muy mala propuesta o nos disguste mucho la idea de aceptarla.

Parece que para el parado solo existe la opción de decir a todo que sí o su situación será solo culpa suya. Esto hace que la persona se sienta muy vulnerable, como si tuviera que agradecer y aceptar todo, es decir, como si no tuviera absolutamente ningún poder de decisión: no estoy en condiciones de negociar.

La persona en paro necesita percibir que todavía tiene un cierto control sobre su vida profesional y que no tiene que aceptar cualquier empleo que se le ofrezca solo porque es “un empleo”. Necesita conservar la capacidad para decir que no a algunas cosas. 

4. Ser comprendida

Quien no ha estado nunca meses y años enteros sin encontrar trabajo, o quien lo estuvo hace tanto tiempo que se le ha olvidado, no sabe lo que es afrontar el paro de larga duración. No entiende la experiencia subjetiva de estar ahí, la soledad, el miedo al futuro, la falta de autoestima, la culpa por ocupar el tiempo y el dinero en algo que no sea encontrar trabajo, la vivencia del inmenso tiempo libre como una maldición.

Por eso es importante indagar en lo que está viviendo esa persona en concreto y comprender que lo que hace es su manera particular de salir de su situación o, al menos, de soportarla.

5. Ser vista por los demás

El trabajo nos conecta con la vida, con la calle, con las personas y con múltiples realidades. Cuando nos quedamos en paro, especialmente si vivimos solos, pasamos a una situación de cierta reclusión e invisibilidad en comparación con las personas que están laboralmente activas.

Además, cuando alguien está en paro y comienza una búsqueda activa de empleo pone en marcha diferentes tácticas para salir de esa situación: activa sus redes sociales, habla con gente, ve vídeos, lee artículos, prepara su curriculum durante la búsqueda de empleo, se apunta a ofertas de trabajo, realiza formaciones, escribe correos aquí y allá…

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Todas esas cosas son imprescindibles para encontrar un nuevo empleo pero la mala noticias es que la mayoría de ellas caen en saco roto. Sin embargo, la persona en paro necesita que sus esfuerzos se vean, que alguien los detecte y, al menos, los reconozca. Por supuesto, también necesita seguir participando en sus círculos sociales para no quedar aislada. 

6. Hacer cosas estimulantes y gratificantes

Hay una cosa que caracteriza a los periodos de paro, especialmente los que se prolongan durante mucho tiempo: una vivencia peculiar del tiempo. El tiempo es libre pero no puedes usarlo libremente, bien porque no tienes dinero o bien porque estaría mal visto que lo dedicaras a algo que no está encaminado a encontrar un trabajo.

Cuanto más tiempo pasa, más se agrava esta situación, porque el dinero se va agotando y se hace más urgente emplear todos los recursos y energías en salir del paro. Es decir, el tiempo abunda pero pesa y todo el esfuerzo va encaminado en la misma dirección sin que nada más esté permitido.

Sin embargo, como cualquier individuo, la persona en paro necesita distraerse y tener una vida al margen de ese “trabajo” que es “buscar trabajo”. Necesita divertirse, entretenerse, participar en actividades que resulten placenteras y le estimulen para algo más que no sea su perfil profesional. 

El paro no es fácil para nadie y, en algunos casos, puede llegar a “despersonalizar” mucho a quien lo vive. Por eso es importante que nos pongamos en su lugar y averigüemos qué está necesitando para, en la medida de lo posible, ofrecérselo. O, como mínimo, no desautorizar su experiencia psicológica

Si estás en esta situación ahora mismo es importante que, a la vez que llevas a cabo una búsqueda activa de empleo, puedas respetar tus ritmos y aceptar que necesitas ciertas cosas para mantenerte a flote. No siempre va a ser posible. Si llega un momento en que la situación te supera pide ayuda: es el momento de dar un paso adelante en el cuidado de tu salud. Los psicólogos estamos aquí para ayudarte. 

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