machismo en el trabajo

12 ejemplos de machismo en el trabajo que quizá te suenen

El machismo en el trabajo es un fenómeno que persiste en muchas organizaciones, a pesar de los avances sociales en la búsqueda de igualdad. Esta forma de discriminación se manifiesta de diversas maneras, desde la brecha salarial hasta la falta de reconocimiento de las capacidades de las mujeres. Sin embargo, la lucha contra el machismo en el trabajo va más allá de simplemente identificar sus manifestaciones evidentes; también implica implementar políticas de inclusión y promover la igualdad de oportunidades en todos los niveles.

Hoy en día, el machismo en el trabajo aún afecta a millones de mujeres en el ámbito laboral. Se trata de situaciones desfavorables que impactan negativamente en la productividad de las empresas porque tienen un impacto negativo en el bienestar psicológico de las mujeres.

12 ejemplos de machismo en el trabajo

El machismo en el ámbito laboral puede adoptar numerosas formas, desde comentarios sexistas hasta la negativa a promover a mujeres a puestos de liderazgo. Veamos algunos ejemplos.

ES Ejemplos de machismo en el trabajo 2024

1. Inhibir mi participación porque soy la única mujer

Participar no siempre es fácil, especialmente si se pertenece a una minoría. Esto puede pasarles a algunas mujeres en entornos donde la mayoría o todos los compañeros son hombres: pueden sentirse invisibilizadas, anticipar que no serán tenidas en cuenta o presuponer que sus ideas no son valiosas y no vale la pena esforzarse por exponerlas. 

Ser la única mujer en la sala no es un ejemplo de machismo en el trabajo, pero establecer un clima laboral de masculinidad avasalladora sí puede serlo. No es fácil trascender las sensaciones que eso provoca, pero ellas deben darse más crédito, darse a sí mismas la oportunidad de ser escuchadas y no presuponer que -porque sus ideas se desechen o se oigan menos- su actitud proactiva y creativa pasa desapercibida. 

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2. Techo de cristal

Para algunas mujeres el techo de cristal es una realidad demostrada por los hechos. Esto genera una sensación de indefensión aprendida, alimentada por la falta de referentes. 

Ningún techo de cristal se rompe creyendo que no se puede romper de ninguna manera. Hay que buscar alianzas, señalar los perjuicios de este fenómeno para trabajadoras y empresas y demostrar con hechos, asertividad y persuasión que una es una candidata válida para lo que está solicitando. 

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En el techo de cristal hay realidades indiscutibles pero también hay creencias que lo fortalecen. Hay que tomar conciencia de estas creencias rígidas que inhiben la acción y hacen a la mujer caer en la desesperanza. No es que tenga que plantearse combatir ella sola todo el machismo laboral del mundo, pero sí plantearse cómo va a afrontar las dificultades que encuentre alimentando una esperanza realista, creyendo en sus posibilidades y recordando que, si no progresa en esta empresa, hay otras posibilidades de promoción. 

3. Culpabilidad de las madres que trabajan 

Sentir culpa tampoco es un ejemplo de machismo en el trabajo, pero el machismo en el trabajo puede dar lugar a remordimientos más intensos de lo que deberían ser. Cuando tenemos hijos, es habitual que nos duela separarnos de ellos para retomar nuestro trabajo o sentir que les robamos demasiado tiempo para dedicarlo a nuestras carreras profesionales. En el caso de las mujeres este remordimiento puede intensificarse, ya que tradicionalmente se les atribuye más responsabilidad (y obligación de sacrificios) que a los hombres sobre el cuidado y atención a los hijos

Esta atribución sería un ejemplo de machismo en el trabajo y genera un enorme malestar en ellas, en forma de culpa y de frustración. En este fenómeno influyen mucho las creencias aprendidas sobre cómo prosperar en lo profesional está reñido con ser una buena madre, o que más cantidad de tiempo equivale a más calidad de atención. 

Para combatir este foco de machismo en el trabajo es importante no sobredimensionar la presunta desatención a los hijos o la influencia de nuestro trabajo en su bienestar. Hay que recordar que, normalmente, ellas no son las únicas responsables de los hijos y que es más importante la calidad que la cantidad de atención. 

Es bueno que de vez en cuando nos planteemos si cuidamos suficientemente bien a nuestros hijos. Sin embargo, esa autocrítica debe ser sana, no una tiranía que convierte porque sí en malas madres a quienes desean implicarse intensamente en sus carreras profesionales

4. Mansplaining o infantilización de la mujer

Por alguna razón, hay hombres que piensan que las mujeres no están preparadas para entender a la primera algunos asuntos, o no las consideran personas adultas y perspicaces. Esto los lleva a lo que se conoce como “mansplaining”, una actitud paternalista y condescendiente del hombre hacia la mujer al darle una explicación y que constituye un ejemplo de machismo en el trabajo. 

Si esto, además, se hace delante de otros compañeros o superiores, es nefasto para las buenas relaciones, la autoestima de la empleada y la construcción ante otros de su buena reputación como trabajadora. 

Por lo que respecta a ella, es importante que, sin caer en paranoias, detecte esto y recuerde a su interlocutor que ella puede entender cualquier cosa que se le explique bien y puede responsabilizarse de muchos asuntos: no es necesario que se la “proteja” de ciertas complejidades ni que se la trate con menos seriedad que a sus compañeros varones o de más edad. 

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5. Acoso sexual en el trabajo

Es un abuso consistente en manifestaciones verbales o físicas de carácter sexual que intimidan, ofenden, denigran o presionan a la persona que lo sufre, siendo esta una mujer con más frecuencia que un hombre, por lo que sería uno de los ejemplos más agresivos de machismo en el trabajo

Estas situaciones generan mucha ansiedad, hacen que el espacio de trabajo no sea un lugar seguro (ni física ni emocionalmente) y afectan al rendimiento de la persona y a su compromiso con la empresa. 

Las víctimas de acoso sexual deben recordar que ellas no son causantes de ese acoso, deben intentar reunir -si las hay- las pruebas de la situación, asesorarse con el departamento de RRHH y legal de sus empresas (y externo) sobre cuál es la mejor manera de protegerse de una situación así.  

6. Juzgar por la vestimenta o el aspecto en general

Cuando el aspecto de ellas se convierte en tema de conversación recurrente en comparación con el de ellos, el foco está siempre colocado en cómo van ellas pero no en cómo trabajan, incluso aunque sea con opiniones favorables sobre su aspecto. 

Pueden aparecer entonces prejuicios sobre qué tipo de persona es o qué rendimiento puede ofrecer a partir de cuestiones que nada tienen que ver con el talento. En ellas puede aparecer la sensación de sentirse cuestionadas de una manera inadecuada, o la tentación de no desenvolverse con naturalidad por miedo a ser consideradas erróneamente en lo profesional. 

Siempre que la indumentaria o el aspecto sean adecuados para la tarea a desempeñar, no hay nada de malo en lucir un estilo personal. Una vez más, hay que combatir el machismo en el trabajo tirando de asertividad para autoafirmarse, con libertad y naturalidad, relativizando los juicios que se reciben y tomando distancia respecto a ellos.  

7. Discriminación en los procesos de selección

En muchos procesos de selección se sigue percibiendo a muchas mujeres como peores candidatas por prejuicios sobre su carácter o sobre cuánto rendimiento les restará la familia que tienen o formarán. 

Este ejemplo de machismo en el trabajo es perjudicial para la empresa, por el talento que deja de incorporar. También afecta a la autoestima y al estado de ánimo de muchas candidatas: además de percibirse como menos válidas, o sentir que tienen que contestar a preguntas invasivas, tienen que hacer malabarismos al comunicarse para poder convencer de su solvencia. 

Cuando se va a afrontar una entrevista de trabajo es importante preparar bien posibles respuestas a este tipo de cuestiones y entrenar la habilidad para redirigir la conversación a los talentos y logros, transmitiendo seguridad y confianza. 

Si la decisión está tomada de antemano no hay mucho que hacer, y siempre queda una reflexión: quizá no quiero pertenecer a una empresa que trata así a las mujeres y que siempre intentará impedir que yo ascienda si consigo entrar. 

8. El embarazo como amenaza profesional

El machismo en el trabajo a menudo se expresa en el momento en el que las mujeres que deciden tener hijos, quedan expuestas a señales de discriminación en el lugar de trabajo: desde la falta de políticas de licencia parental adecuadas, hasta la presión para volver al trabajo rápidamente después del parto. EL temor a comunicar a la empresa que estás embarazada o miedo a no poder avanzar en tu carrera al quedarte embarazada pueden tener detrás una situación de machismo en el trabajo

Una empresa que funciona de manera óptima no ve como un problema el que sus trabajadoras tengan hijos. Sin embargo, no todas las empresas funcionan así y muchas mujeres temen el momento de comunicar que son madres, o que lo van a ser.

Cuando nos da miedo comunicarle a alguien algo que, en teoría, no es un problema, es que hay un problema en la relación: no tenemos la confianza suficiente y nos sentimos amenazados por la  posible reacción del otro. Lo mismo sucede en la relación con nuestras empresas: hay mucha desconfianza

El miedo bloquea, nos impulsa a huir y a escondernos. Eso puede estar bien como primer paso ante un peligro pero, ¿cómo queda la vinculación entre la empresa y la trabajadora? ¿Qué dice ese miedo de la manera en que la trabajadora percibe a la empresa? Nada bueno.

machismo en el trabajo

9. Atender a la familia: doble jornada

Aunque algunas familias se organizan bastante bien, hay labores de atención a familiares que recaen con mayor intensidad sobre las mujeres que sobre los hombres. A esto se le añaden los prejuicios sobre la capacidad de las mujeres para equilibrar la maternidad y la carrera, lo que puede limitar sus oportunidades de crecimiento profesional.

Esto dificulta a muchas mujeres la conciliación entre la vida dentro del trabajo y la vida fuera, las estresa y hace que se sientan utilizadas. Pues, a pesar de que cada familia hace lo que puede, se debe velar por un equilibrios, haciendo valer nuestro tiempo al mismo nivel que el de los demás y defendiendo una corresponsabilidad que evite sobrecargas físicas y psicológicas. 

10. Exceso de “masculinidad tóxica” en las pre-reuniones

En los momentos previos a una reunión, o durante la misma, por ejemplo con clientes externos varones, se genera un ambiente excluyente, a partir de temas de conversación presuntamente “de tíos” que dejan fuera a las mujeres, o lo pretenden. Se crea una empatía previa con el hombre y, de manera sutil, la mujer se queda en un plano secundario antes incluso de empezar la reunión. Esto da la impresión de que la mujer es una subordinada de su compañero -cuando quizá no es así- y que está ahí solo de apoyo. 

Es importante preparar las reuniones, acordando la participación de cada uno. Si es necesario, podemos indicar a nuestros compañeros que ciertos comentarios o actitudes es mejor dejarlos fuera y adoptar un registro puramente profesional

11. Necesidad de justificar los logros más que un hombre

En ciertos contextos laborales, la explicación sobre los logros profesionales de las mujeres se relaciona con todo tipo de excusas menos con sus méritos: con ellas se tiende a pensar más que con ellos el “qué habrá hecho para llegar a ese puesto”. Claro ejemplo de machismo en el trabajo.

Esto genera desconfianza en la trabajadora, a quien no se atribuye la autoridad que merece, dado que no se cree en su valía para estar donde está. A veces es la envidia lo que está por debajo de estas interpretaciones: el clima laboral está tocado

Las mujeres no deben gastar su energía en deconstruir los prejuicios de los compañeros, dándoles explicaciones que no necesitan o pidiendo perdón por ascender. Son las trabajadoras y sus superiores quienes conocen por qué se produce un premio o una promoción, y el tiempo demostrará por sí solo lo acertado de esa decisión. 

12. Brecha salarial de género

Muchas personas tienen ciertos conflictos a la hora de negociar sus honorarios, ya que no dan a su trabajo el valor que merece, o anticipan que pedir una determinada cifra será mal considerado. A veces están poco actualizadas respecto al rango salarial de su trabajo. 

Sin embargo, las mujeres frecuentemente se enfrentan a la falta de reconocimiento de su trabajo, siendo pasadas por alto en oportunidades de ascenso. Esta discriminación sutil pero perjudicial contribuye a la brecha de género en el ámbito laboral, y al final, este ejemplo de machismo en el trabajo fortalece en ellas la creencia de que su trabajo no vale tanto como pensaban, o sí pero no tiene sentido reivindicarlo.

Aparecen entonces la frustración e insatisfacción o, como “venganza”, el no ofrecer un rendimiento óptimo (por no sentirse bien pagadas). Esto al final se vuelve en su contra, porque perjudica a su imagen y no ofrece motivos para pagarles más.

Es importante contar con información actualizada sobre qué salario sería de verdad razonable para un determinado trabajo y creer de verdad que una lo merece, en función de la responsabilidad que asume, su antigüedad en la empresa y su talento.

Informarse sobre la situación en otras empresas del sector puede ayudar a calibrar cuánto exigir en la próxima revisión salarial. También será necesario entrenar habilidades para defender nuestra postura y tener la fortaleza suficiente para indicar qué rendimiento creemos adecuado en función del salario que se nos ofrece. 

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Medidas a implementar desde las organizaciones

Políticas de inclusión

Para abordar estas desigualdades arraigadas, las empresas deben implementar políticas de inclusión sólidas que promuevan la igualdad de género en todos los niveles. Esto implica no solo adoptar medidas para eliminar la discriminación directa, como la igualdad salarial y la promoción basada en el mérito, sino también fomentar una cultura organizacional que valore la diversidad y la inclusión.

Por ejemplo, la creación de comités de diversidad y equidad, formaciones sobre sesgos cognitivos en el trabajo o el establecimiento de objetivos de representación de género, son solo algunas de las estrategias que pueden ayudar a transformar los entornos laborales en espacios más equitativos para todos.

Estrategias de conciliación laboral y familiar

La conciliación laboral y familiar es fundamental para abordar el machismo en el trabajo y garantizar la igualdad de oportunidades para todos los empleados, independientemente de su género o estado civil. Las empresas deben ofrecer políticas de licencia parental equitativas, horarios flexibles, opciones de trabajo remoto y/o servicios de cuidado infantil para apoyar a los empleados que tienen responsabilidades familiares.

Al permitir que los trabajadores equilibren sus responsabilidades laborales y personales de manera efectiva, las empresas pueden promover la retención del talento femenino, fomentar la diversidad y mejorar la productividad y el bienestar general de la fuerza laboral.

Bienestar mental para empresas

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En ifeel estamos comprometidos con la igualdad de género y conocemos bien las implicaciones que el machismo en el trabajo puede tener para el bienestar de las trabajadoras y el progreso de la organización. 

Combatir esos riesgos es uno de los objetivos de nuestro programa de bienestar mental para empresas, diseñado por nuestro equipo de psicólogos expertos en bienestar laboral.

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Ojalá te haya gustado este post sobre machismo en el trabajo y quieres más información sobre nuestro programa de bienestar mental para empresas solo tienes que solicitarla y nos pondremos en contacto con tu equipo lo antes posible.

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