adictos al trabajo en vacaciones

Adictos al trabajo en vacaciones

¿Te cuesta dejar de trabajar durante unas semanas? Quizá no seas uno de esos adictos al trabajo en vacaciones, pero puede que tengas cosas importantes en común con ellos. 

Normalmente, asociamos las vacaciones a un periodo de descanso que todo el mundo desea y con el que resulta enormemente placentero fantasear. Sin embargo, muchas personas experimentan un grado más o menos alto de ansiedad ante la perspectiva de solicitar, organizar y vivir un periodo de vacaciones que vaya más allá de uno o dos días libres. 

Imagínate lo mal que lo pasan los adictos al trabajo en vacaciones y, a su manera, quienes sin tener un problema de salud psicológica tan grave también tienen dificultades para dejar la trinchera por unos días.

En efecto, resulta paradójico, pero las personas somos así: tenemos necesidades contradictorias, necesitamos descansar, pero a veces nos resistimos como gato panza arriba a apagar el ordenador y activar la contestación automática de nuestro correo corporativo. Y pueden existir muchos motivos diferentes para ello. 

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Cuando experimentamos un enorme desagrado ante la perspectiva de las vacaciones, estrés durante las Navidades, ansiedad en el verano o incapacidad para dejar de trabajar, aunque estemos fuera de la oficina, puede que tengamos un problema de adicción al trabajo. 

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En cualquier caso, veamos seis de los motivos que más destacan las personas a las que les cuesta un gran esfuerzo psicológico el irse de vacaciones.

Adictos al trabajo en vacaciones… o casi. ¿Por qué?

1. Horror, cabos sueltos

Me cuesta mucho irme de vacaciones porque me da miedo dejarme algún asunto pendiente que sea importante y no darme cuenta. Cierto, cuando tenemos tres o cuatro tareas asignadas resulta relativamente sencillo organizar nuestro trabajo antes de nuestra partida. No obstante, es habitual que tengamos responsabilidades y funciones diversas y que pueda haber algún asunto que se nos escape y genere una sorpresa desagradable durante nuestra ausencia o a nuestro regreso. 

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2. No quiero perderme nada

Temo que en mi ausencia pasen cosas importantes y perdérmelas. Cuando las cosas están emocionantes en nuestra empresa y nuestro nivel de implicación y responsabilidad en ellas ha sido alto durante los últimos tiempos no queremos que, justo para una vez que estamos ausentes, pase algo importante que escape de nuestro control y en lo que no podamos estar presentes. 

3. No sé jugar a las vacaciones

Trabajo tanto tiempo que me siento incómodo cuando tengo tanto tiempo libre. En ocasiones el problema es que no estamos acostumbrados a no trabajar. Nuestro trabajo llena tanto nuestra vida, nuestro espacio interno y externo, que nos faltan habilidades para manejarnos fuera de él. Por eso, aunque parezca paradójico, la posibilidad de pasar una o dos semanas fuera, o más tiempo, no nos parece atractiva, sino amenazadora. 

4. Mis vacaciones no van a molar tanto como las de los demás

Sí, las redes sociales y los medios de comunicación han hecho mucho daño y el listón de las vacaciones perfectas está, más que alto, inalcanzable. Por eso, por mucho que nos esforcemos en diseñar un plan adecuado para nosotros, al compararlo con lo que (creemos que) están haciendo los demás siempre queda deslucido. Entonces lo que parecían unas buenas vacaciones acaban resultando un plan poco apetecible y en el que no merece tanto la pena embarcarse. 

5. No quiero ni pensar cómo será la vuelta

Me estresa pensar en la cantidad de cosas que tendré que hacer a mi regreso. Lo habitual es que, poniendo un poco de atención, seamos capaces de dejarlo todo listo antes de apagar el ordenador. La amenaza viene, en cambio, de pensar en todo aquello que se va a ir acumulando en nuestra ausencia, que nadie va a gestionar y que nos va a estar esperando a nuestro regreso con los brazos abiertos. La idea de escalar una cuesta arriba infernal cuando volvamos de vacaciones hasta adaptarnos de nuevo al ritmo normal de trabajo puede ensombrecer mucho nuestros preparativos. 

6. No me gusta mi vida, prefiero trabajar

Tengo tantos problemas en mi vida personal que, en realidad, estoy mejor trabajando que ocupándome de mi tiempo libre. Quizá no disfrutamos de nuestra propia compañía, nuestra vida familiar hace aguas, los amigos están cada uno a lo suyo y tampoco tenemos mucho presupuesto como para escaparnos al fin del mundo a ver qué se cuece por allí… Si es nuestro caso, francamente, quedarnos trabajando en lugar de tomarnos esas vacaciones parece mucha mejor opción que incorporarnos plenamente a nuestra vida fuera de la oficina durante los días que hayamos solicitado. 

No te hagas mala sangre. Puede que te dejes algún cabo suelto, pero seguro que no es de los importantes. Quizá tus planes no tienen relumbrón si los publicas en una red social pero, al fin y al cabo, no los haces para publicarlos, sino para vivirlos, ¿no? Y si no te gusta tu vida o no se te ocurre nada emocionante que hacer, no es el fin del mundo: sencillamente no hagas nada emocionante por tus vacaciones. Basta con que te quedes en tu casa intentando vivir tranquilamente y haciendo cosas que te apetezcan, ya tendrás un plan mejor el próximo año

Eso sí, si lo tuyo no es una simple dificultad, sino que, pensándolo mejor, te apuntarías al grupo de los adictos al trabajo en vacaciones, entonces mejor ir directos a pedir ayuda psicológica especializada. 

Si tu caso es menos grave, lo importante es que, tanto cuando estás en la oficina como cuando solicitas los días de vacaciones que te corresponden, sepas llevar una vida saludable a nivel físico y psicológico en la medida de tus posibilidades. Y, si tienes algún tipo de responsabilidad en ello, que ayudes a los miembros de tu equipo a estar bien en el trabajo pero a aprender a utilizar adecuadamente sus vacaciones. Lo has adivinado: eso les va bien a ellos pero también va bien para la vuestra empresa. 

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Gracias a esta colaboración, los responsables de recursos humanos pueden recibir asesoramiento personalizado y basado en datos sobre cómo aumentar la motivación de los equipos que tienen a su cargo. Por ejemplo, de cara a equilibrar adecuadamente su tiempo y organizar su trabajo de tal manera que sus vacaciones no les resulten un problema, sino el beneficio físico y psicológico para el que se supone que están pensadas. 

Por otro lado, el programa de bienestar mental para empresas de ifeel ofrece a los empleados un servicio de cuidado de su salud mental estructurado en diferentes niveles en función de lo que necesiten en cada momento. 

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