No hay una respuesta fácil a la cuestión de cómo integrarse en el trabajo cuando eres nuevo, incluso cuando llegas con el nivel de motivación e ilusión bien arriba. Cuando buscamos empleo no nos preocupa demasiado, pero todos sabemos que llegar a formar parte de un equipo tras superar un proceso de selección y adaptarse a sus dinámicas es como cuando intentas incluirte en cualquier otra situación social: no solo depende de tu actitud de apertura y tus habilidades sociales, sino que estas deben combinarse armónicamente con una cierta actitud y habilidades por parte del equipo que te recibe. En este post te hablamos de cómo puedes poner de tu parte para lograrlo y proteger así tu autoestima en el trabajo.
Cómo integrarse en el trabajo cuando eres nuevo
En este sentido, encontramos de todo. Hay empresas hostiles y empresas acogedoras, equipos permeables y equipos que centrifugan a quien llega de nuevas. Empresas cuya cultura empresarial tiene entre sus máximas que cuantos más seamos, mejor nos lo pasaremos y compañías donde el clima laboral se caracteriza por la competitividad tóxica que lleva a sus miembros a recelar de las nuevas incorporaciones. Sea como sea, uno nunca sabe qué se va a encontrar cuando llega el primer día a la oficina y le presentan a sus compañeros.
Al llegar nuevos a un trabajo y preguntarnos cómo debemos conducirnos, podemos empeñarnos en ser nosotros mismos a toda costa y que todo el mundo se adapte a nosotros, o bien podemos guiarnos por lo que vamos a llamar aquí la regla de las cuatro “P” o, si lo prefieres abreviado, la regla 4P para incorporarte a un equipo de trabajo si eres nuevo.
La Regla 4P para incluirse en un equipo siendo el nuevo
Si quieres saber cómo integrarte en el trabajo cuando eres nuevo, es importante que sigas esta regla. Desde la autenticidad y el realismo, verás que te ayudará con tu objetivo más importante a nivel social en tus primeras semanas como miembro de la empresa: lograr una adaptación e integración dentro del equipo y de la compañía que sean satisfactorias para ambas partes y, por tanto, favorezcan el rendimiento pero también el bienestar psicológico del trabajador.
1. Prudencia
Recuerda que cuando llegas y te quieres incorporar al equipo todavía no conoces a tus nuevos compañeros ni las relaciones y alianzas que hay entre ellos. No tengas prisa por darte a conocer, por vincularte a ellos, ni por dar una imagen de mucha solvencia: ya habrá tiempo para eso. Por el contrario, en los comienzos hay que observar y escuchar más que opinar, especialmente si queremos integrarnos positivamente entre nuestros nuevos compañeros. No hagas preguntas indiscretas y tampoco sientas la obligación de contestar a la primera de cambio a las posibles preguntas indiscretas que puedan hacerte a ti. No hagas comentarios negativos a un compañero sobre otro compañero. Muestra gratitud pero recuerda que los excesos de elogios son tomados como peloteo.
2. Protocolo
En este caso hablamos de la educación y la cortesía. La gente normalmente es maja y accesible cuando comenzamos a trabajar en un equipo, pero no está demás acompañar nuestras peticiones con un extra de cortesía: “Ya sé que te lo he preguntado antes”, “Perdona que vuelva a molestarte con esto”, “¿Te interrumpo mucho o tienes cinco minutos?”, son expresiones que, junto con las que indican gratitud, ayudan a los compañeros a no sentir como una carga las dudas de la persona nueva. Por supuesto, hacer comentarios bordes cuando todavía no tenemos confianza con los compañeros que llevan más tiempo y ya se conocen entre ellos son un muy mal comienzo.
3. Paciencia
Cualquiera quiere saber cómo integrarse en el trabajo cuando se es nuevo, pero eso cuesta: cuando llegamos tenemos que familiarizarnos con nuevos lugares, personas, nombres, tareas, cultura de empresa, metodologías… Todos estamos nerviosos cuando llegamos, nos saturamos rápidamente, nos equivocamos de múltiples formas y debemos ser lo suficientemente humildes e indulgentes con nosotros mismos como para tomarnos eso como un necesario periodo de adaptación. Adaptarnos a nuestras nuevas tareas puede requerir mucho tiempo y tenemos que hacer lo posible para, por ejemplo, mantener a raya a un posible síndrome del impostor que podamos empezar a desarrollar.
4. Participación
Además de ser prudente y poner atención a lo que ocurre alrededor, para adaptarnos a nuestro nuevo equipo de trabajo es importante que nos vayamos implicando poco a poco en la dinámica de ese equipo y de la empresa en general. Esto pasa por nuestra manera de comunicarnos en los canales internos de la empresa, pero también en las reuniones de equipo, los team buildings, los momentos distendidos (la pausa del mediodía, la comida). Observar y escuchar con prudencia no significa convertirnos en muebles: para vincularnos a los demás debemos participar y darnos a conocer poco a poco.
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