Muchas veces, tanto si hay crisis como si no, nos planteamos cómo cambiar de trabajo o si es el momento de hacerlo. Y cada cual tenemos nuestras razones. A veces no se trata de nada dramático respecto a nuestro empleo actual, sino que hemos alcanzado un nivel madurativo máximo en la empresa en la que estamos ahora y, simplemente, necesitamos algo más pero, por así decirlo, sin acritud, desde el cariño.
En la actualidad es raro que alguien pase muchos años, incluso décadas, dentro de una misma compañía. Todos los managers de recursos humanos saben que la retención del talento tiene un límite: asumen que, tarde o temprano, todos los miembros de la plantilla se irán renovando progresivamente. Su función como gestores del capital humano es que ese proceso se produzca de la mejor manera tanto para los trabajadores como para la organización.
En otras ocasiones, el deseo de cambiar de trabajo también tiene que ver con la legítima aspiración de seguir desarrollándonos profesionalmente, asumiendo nuevos retos y accediendo a nuevos aprendizajes… pero estando muy descontentos con lo que tenemos ahora, es decir, desde un punto de partida menos favorable tanto a nivel corporativo como respecto al bienestar psicológico del trabajador. Quizá las condiciones no son las prometidas, quizá el avance del proyecto está lastrado y no tiene pinta de mejorar, quizá el clima laboral es irrespirable o sentimos que el nivel de reconocimiento que obtenemos no es el que merece nuestra marca profesional. En otras palabras, queremos cambiar porque hay mal rollo.
En estos casos el empleado siente que su experiencia ha llegado claramente a un punto insatisfactorio y comienza a desarrollar sentimientos de aburrimiento profundo, desconexión respecto a sus tareas y desmotivación que lo empujan a desear un cambio.
Sea como sea, parece que lo coherente en ambas situaciones es iniciar un proceso de búsqueda activa de empleo y, tarde o temprano, pasar del cómo cambiar de trabajo al “gracias por todo, me marcho”. Sin embargo, aun cuando hay personas que logran transitar estas situaciones con enorme fluidez, otras entran en una situación de bloqueo que les impide cambiar de trabajo incluso aunque no les cabe ninguna duda (o eso parece) respecto a que lo desean y, sobre todo, lo necesitan.
Quiero cambiar de trabajo y no lo hago: ¿por qué?
1. Miedo al futuro
Este probablemente sea el motivo número uno por el cual los trabajadores que se preguntan cómo cambiar de trabajo retrasan indefinidamente el momento de dar el paso y comunicar su baja voluntaria a sus superiores.
¿Y si el próximo empleo es peor que este? ¿Y si no encuentro otro puesto? ¿Y si quedo mal con la empresa y eso tiene consecuencias en el futuro? ¿Y si luego me arrepiento? Podríamos continuar con preguntas de este tipo hasta el infinito y todas tienen algo en común: el cambio nos da miedo y eso nos impulsa a quedarnos con lo malo conocido en lugar de aventurarnos, explorar o cambiar.
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2. Pereza de ponerse en marcha
A veces el problema no es la falta de confianza en nuestras posibilidades futuras, sino que nos sentimos abrumados ante las implicaciones de abandonar nuestra empresa actual y buscar un nuevo puesto. Al visualizar esas fases acabamos llegando a esa en la que nos incorporamos “desde cero” a una nueva compañía en la que seremos recién llegados y tendremos que atravesar todo un proceso de adaptación hasta sentirnos plenamente incorporados, por no hablar del cambio de costumbres, horarios…
La pereza y el miedo pueden coexistir, desde luego, y lo hacen en la mayoría de los casos: detrás de cualquier “uf, lo haría pero qué pereza” suele haber un “me da miedo sentirme mal mientras recorro el camino de cambiar”.
3. Lealtad mal entendida
Junto con la pereza y con el miedo, hay otro gran motivo que impide dar el paso a las personas que se plantean cómo cambiar de trabajo y, además, lo desean. Se trata de la sensación de sentirse comprometidos con la empresa y, por tanto, no tolerar la idea de marcharse en este punto.
Esto genera una gran ambivalencia psicológica. Por un lado la persona está a disgusto y no se siente identificada con lo que hace pero, por otro lado, siente que tiene que seguir respondiendo, se siente “obligada” a no marcharse todavía. “No es un buen momento, unos meses más me librarán simbólicamente de este compromiso, ahora les dejaría tirados, en la entrevista les prometí continuidad, me siento en deuda con ellos aunque ahora estoy a disgusto”… ¿Te suenan estas frases?
Motivos para no cambiar de trabajo hay muchos y normalmente todos son legítimos: tenemos perfecto derecho a nuestros miedos, perezas y lealtades. Como sucede tantas veces en la vida, al pensar cómo cambiar de trabajo solemos verse como algo muy fácil desde fuera: si no estás a gusto, vete. Sin embargo, desde dentro todos tenemos nuestras vulnerabilidades y responsabilidades que, a pesar de nuestra insatisfacción laboral, hacen que nos mantengamos en nuestro puesto.
¿Cómo saber si cambiar de trabajo es una buena decisión?
1. Ante todo, prudencia
No te precipites, valora bien los motivos que te impulsan a cambiar de empleo y, por supuesto, las alternativas que tienes. No te dejes llevar por un impulso o por una mala racha: malos momentos los hay en todos los trabajos y antes de preguntarte cómo cambiar de trabajo merece la pena calibrar cómo de grave es el bache en el que estás ahora o cómo de buena es la alternativa que te estás planteando.
2. No idealices el futuro
Como acabamos de decir, ninguna empresa y ningún trabajo es perfecto, es decir, adecuado al cien por cien y durante todo el tiempo. Ni siquiera aquellas empresas o puestos con mejor aspecto se libran de tener una cara B que, a menudo, solo se desvela una vez que estás dentro.
Si te aferras a la idea rígida de que la única solución posible a tu insatisfacción laboral de ahora es cambiar de trabajo y que, en cuanto lo hagas, tu malestar desaparecerá y será sustituido automáticamente por bienestar puede que tengas razón… o que te lleves una enorme decepción.
3. Ve más allá de los pros y los contras
Obviamente pasas muchas horas al día dándole vueltas a las diferentes consecuencias que tendría cambiar de trabajo en este momento y es probable que ya hayas pasado varias veces por el mismo punto y, aun así, la situación siga en empate.
Ve un paso más allá: pregúntate, tanto si te quedas donde estás como si das el paso de marcharte, qué es lo mejor y qué es lo peor que podría pasar si lo haces. ¿No crees que esto aporta un nuevo matiz a tu reflexión?
Si lo haces, seguramente podrás ver con mayor claridad cómo de bueno o de malo es el futuro que te imaginas mientras te preguntas cómo cambiar de trabajo, lo cual es importante para calibrar cuánto te merece la pena quedarte en tu actual empresa y cuánto te merece la pena cambiar de trabajo.
Ifeel cuenta con un programa de bienestar emocional para empresas diseñado por su equipo de psicólogos expertos. Su objetivo es ayudar a las compañías a colocar el cuidado de la salud psicológica de sus empleados en el centro de su cultura empresarial.
Para ello, es fundamental que los managers cuenten con las habilidades necesarias para la retención del talento. Se trata de detectar aquellos factores que pueden empeorar la experiencia como empleados de los miembros de su equipo y que pueden motivarles a cambiar de trabajo en un mal momento para la compañía.
Además, los responsables de recursos humanos pueden recibir asesoramiento personalizado y basado en datos sobre cómo mejorar el clima laboral, el sistema de recompensas y la definición de los puestos de trabajo para sacar el máximo partido de los equipos que tienen a su cargo.
Por otro lado, el programa de bienestar emocional para empresas de ifeel ofrece a los empleados un servicio de cuidado de su salud mental estructurado en diferentes niveles en función de lo que necesiten en cada momento. De este modo, pueden acceder a diversas herramientas de cuidado de su salud mental con la app de ifeel. En un segundo nivel pueden recibir soporte emocional a través de un chat con uno de los psicólogos colegiados de nuestra plataforma. Si prefieren una ayuda más continuada en el tiempo solo tienen que acceder al tercer nivel del programa: la terapia psicológica online con un psicólogo especializado en casos como el suyo.