Todos conocemos los despidos a gritos pero no sabíamos que existe el despido silencioso. O quizá sí, pero no lo llamábamos de esta manera ni nos habíamos parado a analizarlo. Eso es precisamente lo que haremos en este artículo.
En el ámbito empresarial los despidos son algo tan natural como las contrataciones. Al fin y al cabo, son la herramienta con que cuenta una empresa para finalizar la relación contractual con un trabajador. ¿Por qué? Básicamente porque, por distintas razones, ya no cumple con las expectativas de la compañía o no es capaz de responder de manera satisfactoria a las necesidades de esta.
Los contextos en los que un trabajador puede ser despedido son muy diversos, ya que las causas de un despido, las interpretaciones en que se basan o el nivel de eficacia de dicha medida pueden adoptar muchas formas. De este modo, existen despidos procedentes e improcedentes, esperados o inesperados, deseados o traumáticos e, incluso, “pactados” entre la empresa y el trabajador.
¿Qué es un despido silencioso?
Además de los que acabamos de mencionar, existe otra forma de “despedir” que no implica de manera literal el final de la relación empleado-empresa. No siempre incluye papeles, no siempre se basa en mensajes explícitos y, en ocasiones, concluye con la dimisión del trabajador en lugar de con su despido real.
Hablamos del quiet firing, o despido silencioso. Por supuesto, no es un fenómeno nuevo pero sí es algo que merece la pena analizar desde la perspectiva actual del bienestar de los trabajadores, por el papel que la empresa juega en este y por la importancia que tiene para el progreso de la compañía.
Puestos a describir sus matices, el quiet firing o despido silencioso podría ser llamado también despido indirecto, por la puerta de atrás o, por qué no, pseudodespido. Consiste, de manera resumida, en una retirada del apoyo que toda empresa debe prestar a sus empleados. De este modo, se basa en estrangular y evitar por diferentes medios el desarrollo profesional de un trabajador, cancelando toda posibilidad de que su experiencia dentro de la empresa sea satisfactoria.
No se realiza ninguna inversión en él: ni en formación, ni en infraestructura, ni en afecto ni en ningún otro tipo de condiciones económicas, sociales o emocionales. Con bastante criterio se califica el quiet firing, en sus casos más extremos, como una forma de mobbing o acoso laboral.
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De alguna manera, el quiet firing, o despido silencioso, consiste en “despedir” de hecho (aunque no siempre de derecho) al trabajador y dejarle morir profesionalmente a la espera, en muchos casos, de que sea él mismo quien abandone la empresa y ahorre a esta el coste de tomar la iniciativa y despedirlo de verdad.
Sin embargo, no está tan claro que ese ahorro se produzca o sea beneficioso. El coste estrictamente económico del despido real puede que sí desaparezca, pero es importante que la empresa se plantee el enorme coste económico, corporativo y psicológico que el quiet firing tiene a largo plazo tanto para ella como para el empleado que lo sufre.
De hecho, aunque una indemnización real por el despido de un trabajador en concreto sea muy costosa económicamente, hay que tener en cuenta el perjuicio que supone no invertir en el talento de ese empleado, enrarecer su participación y vinculación afectiva con la empresa.
Modalidades a la hora de llevar a cabo un despido silencioso
1. Despido silencioso sutil
Sería el caso menos grave, es decir, el que menores consecuencias psicológicas y económicas tiene tanto para el trabajador como para la empresa. En términos coloquiales podríamos describirlo como “Te despedimos silenciosamente pero solo un poco, o solo a veces”, o bien “Te despedimos en silencio pero no de una manera muy explícita o agresiva”.
En estos casos la apariencia de la relación laboral es más o menos positiva y existen ciertas expectativas o posibilidades de desarrollo profesional pero no se acaban de cumplir, se cumplen a medias, se cumplen de manera muy lenta o bien equívoca.
Por tanto, hay despido silencioso en la medida en que existe la voluntad no admitida abiertamente de no cuidar al trabajador profesional y afectivamente, pero a este le resulta difícil probarlo o argumentarlo, incluso estar seguro de que esta situación se está produciendo.
2. Despido silencioso agresivo
Este sería el caso de una relación laboral claramente deteriorada y con poco o ningún margen de progreso o mejora. Las condiciones laborales están estancadas y el desinterés de la compañía por el desarrollo profesional del empleado es explícito.
De este modo, no solo se deja de invertir en el talento del empleado sino que su desempeño se vuelve mínimo, al no contar con el apoyo necesario. El despido silencioso agresivo estaría más cerca del acoso laboral o, por lo menos, de una situación en la que el bienestar psicológico del trabajador se deteriora intensamente: carece de incentivos para realizar su trabajo, la motivación desciende drásticamente y el riesgo de sufrir problemas relacionados con estrés, burnout o depresión aumenta si la situación se prolonga en el tiempo o si se vuelve muy hostil por parte de la empresa.
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Esperamos que este post sobre el despido silencioso te haya resultado interesante. Si quieres más información sobre nuestro programa de bienestar emocional para empresas solo tienes que solicitarla y en seguida nos pondremos en contacto con tu equipo.