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Reputación corporativa: 3 maneras de cuidarla

En el mundo de los intangibles fundamentales de cualquier compañía, no podemos olvidar la reputación corporativa. A veces cuesta definirla, pensando que es algo abstracto, invisible, algo que no podemos medir o que, al ser tan relativo, ni siquiera conviene que le dediquemos energías. Plantearlo de esta manera es un error y el primer paso para la futura desaparición de una empresa, por no tomarse en serio tanto la parte de sí misma que se ve, como la que no se ve. 

Cuando hablamos de reputación corporativa nos referimos a la imagen que proyecta una empresa de cara al público, y la percepción que el público tiene de ella. Es decir, su nivel de prestigio social, la fuerza que tiene, la calidad y bondad que es posible atribuirle, etc. Esta imagen, por supuesto, está formada por múltiples factores como la ética empresarial, los servicios que ofrece, etc., y estos pueden variar en función de diferentes circunstancias. 

¿Por qué es importante la reputación corporativa?

Es común que nos cuestionemos, a veces, el porqué debemos preocuparnos por cuidar el qué dirán de nosotros, o, en este caso, de nuestra compañía. La verdad es, a pesar de que es un valor intangible, la reputación corporativa puede proporcionarnos ventajas frente a la competencia; pues, dentro de un mercado laboral tan competitivo, es necesario contar con elementos diferenciadores, capaces de captar la atención de los posibles clientes o inversores.

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Fortalecer la reputación corporativa, por ende, implica trabajar en aquellos factores que ayudarán a la compañía a posicionarse como una empresa fuerte, que marquen una diferencia con respecto a los competidores. Por esta razón, la reputación corporativa representa un valor económico en sí mismo, ya que es capaz de atraer beneficios positivos a la compañía, más allá del mero ámbito monetario. Pues, al mejorar la forma en la que los grupos de interés perciben a la compañía, la reputación corporativa es capaz de fortalecer otras áreas como la social, aumentar la lealtad de los clientes, trabajadores e inversores, etc., que resulta en mayores posibilidades de recomendación y, por tanto, mayores beneficios.

Aterrizando el concepto de reputación corporativa

Si bien trabajar en el fortalecimiento de la reputación de la compañía puede atraer muchos beneficios para la misma, no debemos olvidar que lo que en teoría suena fácil, en la práctica puede que se dificulte. La razón de esto, tiene que ver con el hecho de que, siempre, la perspectiva de las personas es una cuestión subjetiva, y por ende, se ve influenciada por múltiples factores. Por ende, por más que yo intente transmitir un mensaje, la otra parte puede recibirlo de manera diferente.

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Por ejemplo. Imaginemos que, en lugar de referirnos a empresas, examinamos la reputación que tenemos como personas o como profesionales. En ese caso hacemos referencia a la idea que los demás tienen de nosotros. Aunque nos cueste creerlo, tendemos a dar por hecho que controlamos la imagen que ofrecemos a los demás y, por tanto, que controlamos la imagen que los demás perciben de nosotros. Esto es real hasta cierto punto, pues la realidad es que, tenemos mucho menos control y mucha menos conciencia de esa imagen de la que nos gustaría… o de la que pensamos.

En realidad, nuestra capacidad de control sobre la imagen que los otros construyen sobre nosotros es relativa. Entre la imagen que pensamos que les ofrecemos y la que les ofrecemos de verdad hay un hueco. Entre la que les ofrecemos de verdad y la que ellos perciben hay otro hueco. Entre la que ellos perciben y la que ellos nos devuelven (a nosotros, o a otros) hay otro hueco. Es decir, la información fluye, sí, pero con algunas interrupciones o interferencias con las que debemos contar para, en la medida de lo posible, neutralizarlas. 

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Algo parecido sucede con la reputación corporativa, es decir, con la imagen de una empresa que tienen sus clientes internos y externos, actuales y potenciales. También sus stakeholders directos e indirectos, la competencia, el público en general. En definitiva, el mundo.

Por esta razón, a pesar de que es importante trabajar en mantener y fortalecer la reputación corporativa, es crucial que recordemos que siempre existirán variables que pueden influir en este proceso, y que saldrán de nuestro control. ¿Conviene controlar esa reputación, cuidarla e, incluso, manipularla a nuestra conveniencia para crecer como organización y posicionarnos por encima de la competencia? Desde luego. ¿Podemos hacerlo completamente? En absoluto.

No hay ninguna empresa que esté completamente libre de sufrir en algún momento lo que se llama una “crisis de reputación”, o crisis de imagen. Una noticia polémica, un patinazo en redes sociales, una campaña de marketing inoportuna, un escándalo protagonizado por un miembro del consejo de administración… Es evidente que hay empresas que gozan de una reputación corporativa excelente, pero los peligros para su imagen y su prestigio están ahí, acechando para cuando bajen la guardia. Y los daños pueden producirse de manera inesperada, rápida y brutal. 

3 líneas de actuación para cuidar la reputación corporativa

A pesar de que los peligros o riesgos están presentes, esto no significa que no debemos hacer nada para cuidarla o fortalecerla.

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La reputación corporativa es, definida de una manera muy simple, la confianza que inspira una determinada compañía con base en la imagen que desprende o, como hemos visto, con base en la imagen que desprende para un determinado observador. Para manejarla correctamente es imprescindible guardar una coherencia entre la marca, los resultados, la imagen, el clima laboral y la cultura empresarial, entre otros aspectos, sabiendo que hay muchos otros que escapan a nuestro control y que pueden llegar a impactar en la reputación corporativa cuando menos lo esperamos.

En cualquier caso, toda compañía debe tener en cuenta al menos tres líneas estratégicas para, en la medida de sus posibilidades, proteger su reputación corporativa de las amenazas que pueden perjudicarla. 

1. Cuidar la empresa desde dentro

Se trata de mimar la experiencia del empleado, fomentar el clima laboral favorable, tomarse en serio la coherencia entre la cultura empresarial y la vida cotidiana de los trabajadores. No hay mejor comienzo para lograr una reputación corporativa positiva de puertas para afuera que tener una buena reputación corporativa de puertas para adentro. Esto favorecerá la atracción del talento a través de procesos fluidos de inbound recruiting y, por supuesto, su futuro desarrollo y retención dentro de la compañía. 

2. Arriesgar con sentido común

No hace falta ser siempre conservadores, pero tampoco nos peguemos un tiro en el pie por el puro afán de llamar la atención. Hay que tener cuidado con las decisiones arriesgadas, especialmente las que se refieren al departamento de marketing, comunicación y publicidad. Pensarlas una y otra vez, consultarlas y cotejarlas, estar seguros de que no dejamos cabos sueltos por donde puedan comernos los tiburones. En la era de las redes sociales basta un anuncio mal planteado para sacarse de la manga una crisis de reputación de la que cueste tiempo recuperarse, si se logra.

3. Generar un buen producto o servicio

A veces olvidamos lo más importante: la misión, la tarea, la razón de ser de la empresa. Acabamos de decir que un buen comienzo para la reputación corporativa pública es que la reputación interna sea buena (que a los trabajadores les guste la empresa). Pues bien: cuanto mejor sea el producto que se realiza, el servicio que se presta y, ¡fundamental!, la atención al cliente, más probabilidades habrá de construir una reputación corporativa sólida ante un público realmente amplio.  

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Ifeel cuenta con un programa de bienestar mental para empresas, diseñado por su equipo de psicólogos expertos, con el objetivo de ayudar a las compañías a cuidar su reputación corporativa como herramienta clave para la mejora de la productividad de una manera sostenible, teniendo como centro la salud mental y el compromiso de sus principales activos: los trabajadores. 

Gracias a esta colaboración, los responsables de recursos humanos pueden recibir asesoramiento personalizado y basado en datos sobre cuáles son los principales factores de riesgo para la imagen y el prestigio de la compañía y qué aspectos deben fomentarse para lograr una buena reputación corporativa.  

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Por otro lado, el programa de bienestar mental para empresas de ifeel ofrece a los empleados un servicio de cuidado de su salud mental estructurado en diferentes niveles en función de lo que necesiten en cada momento. De este modo, pueden acceder a diversas herramientas de cuidado de su salud mental con la app de ifeel. En un segundo nivel pueden recibir soporte emocional a través de un chat con uno de los psicólogos colegiados de nuestra plataforma. Si prefieren una ayuda más continuada en el tiempo, solo tienen que acceder al tercer nivel del programa: la terapia psicológica online con un psicólogo especializado en casos como el suyo. 

Contacta hoy mismo con nosotros y solicita más información sobre nuestro programa de bienestar emocional para empresas

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