La psicología deportiva está especializada en el estudio de la conducta humana que tiene lugar en torno a cualquier actividad de tipo deportivo, ya sea individual o grupal. Esta disciplina tiene por delante, entre otras áreas de investigación, un fascinante campo en cuanto al cuidado de la salud mental de los deportistas. Uno de los factores que más pueden boicotear ese estado óptimo de bienestar de las personas que practican deporte, especialmente la de las que lo hacen de manera profesional, es el correcto manejo de las exigencias y estándares a cumplir.
Autoexigirse o recibir exigencias por parte de otros no es malo en sí mismo, es la vida misma.
Todos queremos lograr metas y, normalmente, todos estamos sujetos a responsabilidades y misiones que otros nos encomiendan en nuestro contexto profesional.
Si la exigencia propia o de otros no existiera, entonces no habría motivación, ni avance. Nos quedaríamos sentados sin intentar superarnos o cambiar. Sin embargo, la salud mental de los deportistas depende en gran medida de pillarle el tranquillo a su universo de exigencias, especialmente si, como decimos, se dedican a la alta competición y son considerados atletas de élite.
Por tanto, el problema aparece cuando la exigencia que viene de parte de nuestro juez interno y la que viene de parte de las personas de nuestro entorno se vuelve tiránica. Esto lo saben bien los especialistas en psicología deportiva. Es cierto que esos mensajes pueden espolearnos durante un tiempo y llevarnos a superar barreras, estándares y récords obtenidos en el pasado por otros o por nosotros mismos. Sin embargo, también van dejando una huella en nuestro bienestar psicológico que no es sostenible a largo plazo, sino que pone en serio riesgo la salud mental de los deportistas que padecen esta situación tan opresiva.
Esa huella, a la que llamamos “desgaste” o “saturación”, es la que en psicología denominamos ansiedad, estrés y depresión, entre otras cosas. Son las diferentes maneras en que nuestro equilibrio mental y emocional puede quebrarse.
La exigencia en el mundo de la psicología deportiva
Bueno, más bien de la psicología a secas, aunque es mucho más sencillo verlo el mundo del deporte, cuando nos ponemos a analizar seriamente los factores protectores y los factores de riesgo en cuanto a la salud mental de los atletas.
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La autoexigencia de los grandes deportistas
Es el fruto de lo que me exijo a mí mismo en función de mis propios estándares sobre lo que es un resultado adecuado. También incluye aquellas exigencias de otros (la familia, los amigos, el entrenador, el público, las marcas que me esponsorizan) que yo he interiorizado y he acabado haciendo mías, es decir, incorporándolas a mi propia voz interna, que ya no distingue lo que deseo yo de lo que los demás desean que yo haga. Al hacerlas mías, esas voces se convierten en mi voz, ejercen una presión sobre mí y me tensan más allá de lo que mi bienestar puede tolerar.
La exigencia de otros sobre los atletas
Puede ser directa o indirecta. La directa tiene una forma explícita, normalmente expresada como una indicación sobre un objetivo que se tiene que cumplir pase lo que pase. La indirecta no tiene una estructura tan imperativa, sino que es más bien una insinuación: “Estaría bien que…”, “Convendría conseguir…”, “En este momento no podemos fallar…”, “Hay que llegar por lo menos a…”.
También pueden ser comentarios que nacen de la admiración y la ilusión: “Eres la mejor”, “Lo vas a conseguir”, “Tenemos plena confianza en tus capacidades”, “Estamos deseando verte ganar”, “Alguien como tú esto lo consigue seguro”.
Qué presión, ¿no? De este modo, si el deportista en cuestión no cuenta con una contención psicológica adecuada, puede ir forjando en su interior una bola de nieve hecha a base de creencias con forma de orden que pueden cortocircuitar su bienestar y su rendimiento. Veamos algunos ejemplos con los que se trabaja a diario dentro de la psicología deportiva:
1. Llevo mucho tiempo entrenando muy duramente para lograr este objetivo.
2. He renunciado a muchísimas cosas para poder dedicarme a mi entrenamiento y la competición.
3. Los resultados de mis compañeros de equipo dependen de que yo obtenga un buen resultado.
4. Hay mucha gente que se ha movilizado para apoyarme, acompañarme, sostenerme y potenciarme.
5. No puedo perder de vista ni un segundo a mis competidores: saber qué hacen y cómo lo hacen es crucial para vencerlos.
6. Si no obtengo una buena marca en esta prueba peligra mi esponsorización y todo el sacrificio invertido será inútil.
7. No hay nada que yo pueda hacer en la vida al margen de competir: esto es lo único que sé hacer, es para lo que he nacido y para lo que me he preparado. Allá fuera solo está el vacío.
8. Solo hay una oportunidad para vencer. Solo hay un primer puesto. Vencer o quedar derrotado es una cuestión de todo o nada.
9. Si no venzo todo el mundo pensará que he fracasado, no valdré nada ni para mí ni para ellos.
10. Esta es mi última oportunidad: mi último mundial, mis últimos JJOO, el último campeonato. Mi vida entera se decide en lo que yo sea capaz de lograr en esta única prueba.
Exigencias excesivas en el mundo de la empresa
En el ámbito de la psicología deportiva, resulta fundamental saber contener las exigencias tanto internas como externas para no comprometer el bienestar de los deportistas. Este enfoque puede ser extrapolado a la psicología en el trabajo, donde gestionar adecuadamente las expectativas y presiones es clave para mantener la salud mental y la productividad de los empleados.
El deporte es un ámbito muy proclive para que sucedan este tipo de situaciones, tanto en lo que se refiere a la competición individual como por equipos. No obstante, también podemos extrapolarlo a cualquier ámbito profesional en el que los logros, las metas y la reputación tengan un papel tan prominente que se coman el disfrute, la realización personal o la satisfacción de contribuir a una misión significativa.
En esos casos se pone en marcha toda la cadena de montaje de la competitividad, la voracidad por la superación, las relaciones tóxicas entre compañeros y un enorme sufrimiento extra, que va más allá de la frustración natural.
Para evitarlo, es fundamental cuidar los mensajes que se incluyen en la cultura empresarial y, por supuesto, guardar su coherencia con la metodología real que cada trabajador debe seguir en su día a día.
La superación de los logros ya alcanzados es algo crucial para el avance de cualquier compañía, pero no es bueno llevarla a cabo a costa de la salud psicológica de sus “atletas”. Fomentar la cohesión del equipo, estimular una cultura de la cooperación por encima de la competitividad, implementar una buena estrategia de refuerzos y recompensas, diversificar y humanizar los valores compartidos y dejar espacio para el error y la imperfección son cuestiones fundamentales para mejorar la productividad.
Los responsables de gestionar el capital humano de la empresa deben tenerlas en cuenta para poder manejar de una manera saludable el inevitable flujo de exigencias propias y ajenas que ejercen presión sobre cada uno de los trabajadores.
Ifeel cuenta con un programa de bienestar emocional para empresas, diseñado por su equipo de psicólogos expertos con el objetivo de ayudar a las compañías a colocar el fomento de la salud mental de sus empleados, colocándolo en el centro de su cultura empresarial y clave para una productividad alta pero sostenible.
Gracias a esta colaboración, los responsables de recursos humanos reciben asesoramiento personalizado y basado en datos por parte de nuestros profesionales acerca de cómo cuidar a sus particulares deportistas de élite: las personas que tienen a su cargo. De este modo, se protege la salud mental de los trabajadores a la vez que se preservan buenas condiciones para que la productividad sea óptima.
Además, el programa de bienestar emocional para empresas de ifeel ofrece a los empleados un servicio de cuidado de su salud mental estructurado en diferentes niveles en función de lo que necesiten en cada momento. De este modo, pueden acceder a diferentes herramientas de cuidado de su salud mental con la app de ifeel. En un segundo nivel pueden recibir soporte emocional a través de un chat con uno de los psicólogos colegiados de nuestra plataforma. Si requieren una ayuda más continuada en el tiempo pueden acceder al tercer nivel del programa: la terapia psicológica online con un psicólogo especializado en casos como el suyo.
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