La ansiedad en el trabajo puede convertirse en un obstáculo para mejorar la productividad laboral, especialmente cuando la normalizamos y no la prevenimos.
Cuando hablamos de ansiedad nos referimos a un patrón de activación fisiológica relativamente elevado, normalmente asociado a una experiencia estresante o amenazante y que va acompañado de pensamientos, conductas y emociones relacionados con esa sensación de miedo, sobrecarga o sobreexcitación negativa.
Por tanto, en la ansiedad la vivencia emocional está relacionada con el miedo, que normalmente se percibe como una sensación de inseguridad o vulnerabilidad.
Eso puede deberse a un estímulo o situación determinados, localizables y fácilmente identificables. También puede tener una forma más difusa y recurrente en el tiempo, sin estar asociada a nada en particular, sino simplemente a la vida tal y como es. Por ejemplo, cuando en el trabajo las personas perciben que no es que pase nada en particular estos días o semanas sino que siempre es así, es el clima laboral general o la manera habitual de funcionar, asociado a prisas, tensión, alto nivel de exigencia o incertidumbre constante y mal gestionada.
5. Mostrar una actitud frecuente de impaciencia, irritabilidad o tensión incluso en situaciones aparentemente neutras.
Cómo respondemos ante los síntomas de la ansiedad en el trabajo
El miedo y sus múltiples derivados es una emoción natural y necesaria para la vida. Su función es advertirnos de la existencia de un peligro y preparar a nuestro organismo para poder hacerle frente. Las respuestas básicas ante el miedo, es decir, ante la percepción de una amenaza del tipo que sea para nuestro bienestar, son dos: huida o ataque.
La huida como respuesta ante el miedo
La huida puede tener varias formas: la más común es alejarse del escenario, es decir, aumentar la distancia respecto a la fuente de amenaza, respecto a lo que nos está generando malestar, ansiedad, etc. Por ejemplo: cuando el ambiente en la empresa es insostenible y detecto que se va a poner peor, si tengo una alternativa me marcho (con las consecuencias positivas y negativas que eso pueda tener para la empresa o para mí). O bien: tengo que hablar con el jefe pero me da miedo cómo vaya a reaccionar y me pone nervioso afrontar esa situación, por lo tanto evito en la medida de lo posible llamar a su puerta y tener esa conversación (al precio de que el asunto se queda sin resolver).
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Otra manera de huir de un peligro es esconderse, ponerse de lado, para que la amenaza pase de largo sin que yo tenga que hacer muchas renuncias. Una manera sofisticada de esconderse es inhibirse, no exponerse, no hacerse visible, no manifestarse. Esto puede aportar seguridad al trabajador que siente que su bienestar psicológico se está viendo amenazado pero, por otro lado, tampoco es bueno para él ni tampoco para la empresa: hace que desciendan la creatividad, la proactividad, la iniciativa y la acción. Inhibirse es un movimiento de protección hacia dentro, una manera de escudarse, que sería lo contrario a enfrentarse abiertamente a la amenaza y, por tanto, quedar expuesto a un posible daño pero también a hacerse valer. Por ejemplo: veo que el ambiente de trabajo está enrarecido así que no voy a opinar, no voy a implicarme, no voy a dejarme ver, no voy a preguntar qué hay de lo mío, no vaya a ser que empeore las cosas, mejor me centro en mi tarea lo justo y que no se note que estoy aquí.
El ataque como respuesta ante el miedo
La otra respuesta básica ante un peligro es atacar. No se trata de un ataque ofensivo sino defensivo. Como su mismo nombre indica, tiene una función protectora, en este caso preventiva: veo el nubarrón, tomo aire y me enfrento, me adelanto a los acontecimientos, tomo el control, destruyo antes de que me destruyan, lanzo una advertencia, me reafirmo con intensidad en mi posición.
Esto no es gratuito: tiene detrás una enorme tensión emocional y física, un gran gasto de energía y un riesgo para las relaciones interpersonales. Aunque parezca que sale solo, en realidad ocurre porque no estamos relajados -sino que nos hemos activado, estamos ansiosos- y es una respuesta que no puede hacerse si nos relajamos: requiere que sigamos activados, en tensión. Nadie puede afrontar las tareas de la vida ni defenderse sin un grado mínimo de tensión, activación o ansiedad. El problema es cuando ese grado es excesivo o incoherente con la situación.
Síntomas de ansiedad en el trabajo
La ansiedad en el trabajo puede ser una experiencia que varíe bastante de persona a persona, ya que cada una reacciona a su manera a estímulos o situaciones potencialmente amenazantes o que le hacen sentir inseguridad. No obstante, y aunque siempre conviene explorarlo de una manera más pormenorizada junto a un psicólogo profesional, podríamos determinar de manera preliminar ciertos indicadores que hacen pensar en síntomas de ansiedad en el trabajo.
1. Actuar siempre con más prisa de la necesaria.
2. Intentar abarcar muchas tareas o contestar rápidamente a los requerimientos por miedo elevado a las consecuencias de no hacerlo.
3. Reaccionar de manera intensa a estímulos inicialmente no tan relevantes: sobresaltarse con facilidad, interpretar de manera catastrófica una crítica o un mal resultado, sentir una preocupación elevada ante situaciones más bien neutras…
4. Experimentar algún tipo de aversión hacia el lugar de trabajo o las tareas, esencialmente a nivel físico: necesidad de alejarse, activación física elevada y acompañada de pensamientos negativos…
Causas de la ansiedad en el trabajo
La ansiedad en el trabajo, al igual que cuando aparece fuera de él, es un fenómeno normal que nos indica que estamos vivos y que tratamos de adaptarnos, con nuestro estilo particular, a las demandas de una determinada situación. No obstante, conviene manejarla de manera adecuada para que su intensidad no sea perjudicial para la salud.
De hecho, según datos de la OMS, en el 2019, 301 millones de personas en todo el mundo tenían trastornos de ansiedad, números que en el 2020 aumentaron significativamente como resultado de la pandemia. Esto indica que, a pesar de ser un mecanismo normal del cuerpo, si no se atiende adecuadamente puede acarrear problemas posteriores.
Sin embargo, no siempre es fácil rastrear las causas que detonan la ansiedad. En contextos laborales, específicamente, las posibles causas que llevan a una persona a establecer un patrón de ansiedad en el trabajo, pueden estar relacionadas con lo siguiente:
1. Aprendizajes remotos
Desde pequeños, a través de nuestra educación, aprendemos a sobreinterpretar determinados estímulos, a atribuirles un significado amenazante y a reaccionar a diferentes niveles -especialmente a nivel físico- en forma de ansiedad.
2. Experiencias pasadas de ansiedad en el trabajo
A veces nuestro puesto de trabajo actual es un lugar con un buen clima laboral y unas buenas condiciones, pero seguimos arrastrando las secuelas de experiencias anteriores en los que desarrollamos una ansiedad en el trabajo que hemos conservado hasta el momento presente.
3. Características del trabajo actual
Quizá nuestro estilo de afrontamiento es más bien tranquilo y nuestras experiencias anteriores son positivas, pero es el trabajo actual el que, por diferentes razones, despierta en nosotros de manera frecuente una reacción de ansiedad con la que tenemos que lidiar.
Los riesgos de un nivel de ansiedad excesivo en el lugar de trabajo
Los que acabamos de analizar son los dos patrones básicos de respuesta ante el miedo, que es la emoción principal asociada a la ansiedad, incluyendo la ansiedad en el trabajo.
Como acabamos de decir, es importante recordar que cierto nivel de ansiedad, es decir, de activación fisiológica, cognitiva y emocional, es imprescindible para que podamos pensar, comunicarnos, ejecutar tareas. Si estamos demasiado relajados, incluso adormilados, sin “tensión” en el cuerpo y en la mente, no podemos resolver las tareas de la vida diaria, tampoco las del trabajo.
Es en ese punto óptimo de tensión, de activación, cuando mejor actuamos, cuando mejor podemos pensar, analizar y decidir. Esto hace que sea más probable que, a la hora de pasar a la acción, actuemos de la mejor manera, de la más coherente con la situación.
Por tanto, aunque lo que sentimos frente a una amenaza -o fuente de desequilibrio- es desagradable, es imprescindible que nos pongamos en alerta, nos preocupemos y nos pongamos en tensión para poder hacer frente a eso que tenemos delante.
Consecuencias de la ansiedad cuando trabajamos
La activación es necesaria para adaptarnos a la vida. No obstante, eso no justifica que los lugares de trabajo sean junglas de mal ambiente, donde los empleados tengan que estar siempre hipervigilantes y con una espada pendiendo sobre ellos para que se trabaje bien. De hecho, hay que tener cuidado con eso porque no es saludable. También hay que tener cuidado con esa creencia de que “Yo trabajo mejor, o rindo mejor, cuando estoy bajo presión” porque no parece un método muy eficiente a largo plazo para el bienestar del trabajador y la productividad de la empresa.
En este sentido, si la activación física de los trabajadores sube demasiado, acompañada de una gran activación emocional (inquietud, tensión, preocupación, miedo…) entonces van perdiendo progresivamente lucidez en su procesamiento de la información: interpretan erróneamente los estímulos, lo cual les hace dar respuestas inadecuadas, toman decisiones mal meditadas, tardan más en ejecutar una única tarea porque empiezan a comprobarlo todo una y otra vez o a rehacerlo y su rendimiento y productividad se resienten.
Explicado de otra manera, si tenemos la percepción de que, hagamos lo que hagamos, vamos a recibir un feedback negativo, o percibimos que no acabamos de captar bien las instrucciones que nos dan, o que siempre se ponen en cuestión nuestras decisiones, eso nos va a poner en un estado de nerviosismo no beneficioso para la tarea, porque nos desmotiva y nos impide tener una perspectiva adecuada sobre los pasos que vamos dando.
Existe otro área que también puede verse perjudicada por un inadecuado nivel de ansiedad en el trabajo: las relaciones interpersonales. Las personas que experimentan un nivel de ansiedad demasiado elevado de manera recurrente tienden a transmitir una imagen de preocupación, de que algo va mal en ellas o en el entorno, lo cual puede incomodar o transmitir esa inquietud a los demás innecesariamente, en lugar de contribuir a un clima de sosiego y bienestar.
Además, estas personas son más reactivas: “saltan” más fácilmente, porque están en tensión, más susceptibles o sensibles. Necesitan de manera más recurrente la validación externa porque no se sienten suficientemente seguras de lo que hacen o bien se aíslan si perciben que son los compañeros quienes pueden suponer una amenaza contra ellas.
La interacción cobra entonces la forma de desconfianza, susceptibilidad y dificultades para una cooperación óptima. Por su parte, los compañeros pueden percibir en ellas una falta de solidez: son personas que se sienten inseguras y que, por tanto, tienen más dificultad para transmitir seguridad y confianza a los demás.
Esto puede llegar a disminuir el número de tareas que se les encomienda o el nivel de responsabilidad asociado a las mismas, lo cual no es bueno ni para el equipo ni para el individuo en particular, porque hace que no se utilice todo el potencial que tiene esa persona.
Un elevado nivel de ansiedad en el trabajo, sostenido en el tiempo, puede llegar a ser considerado un problema de salud mental, además de generar un perjuicio importante en la salud física. Es cierto que los líderes y responsables de recursos humanos no pueden influir profundamente en la personalidad y el estilo de afrontamiento que tienen los miembros de la plantilla. Sin embargo, sí pueden influir en la cultura empresarial, el clima emocional que se respira en la empresa, la cohesión del equipo a través del fomento de relaciones de confianza y los estilos de coordinación y liderazgo saludables que sirvan de modelo para el conjunto de miembros de la plantilla.
¿Cómo actuar ante la ansiedad en el trabajo?
Todo lo comentado hasta ahora señala la importancia de detectar malas prácticas en cuanto a la ejecución y funcionamiento de las tareas, pero también en cuanto a factores de tipo psicosocial que puedan estar influyendo negativamente en el nivel de estrés y ansiedad de los trabajadores: no para hacer que el estrés y la ansiedad desaparezcan del todo, (dado que eso no es posible ni necesario), pero sí para que no alcancen de manera recurrente niveles que sean perjudiciales para la salud de los trabajadores y, por tanto, para la productividad de la compañía.
En este sentido, estudios demuestran que las estrategias que se deben aplicar para mitigar la ansiedad en el trabajo, deben tener una mirada holística, donde se tomen medidas para impulsar el bienestar de
los trabajadores, priorizar su salud y garantizar que tanto las condiciones laborales como la calidad de vida del empleado marchen paralelamente.
A continuación, señalamos algunas sugerencias que pueden servir como comienzo a un adecuado manejo de la ansiedad en el trabajo:
1. Familiarízate con los principales síntomas de ansiedad para poder detectarlos en tu día a día y no confundirlos con otras cuestiones o permitir que queden enmascarados.
2. Haz una lista de posibles causas que están generando tu ansiedad en el trabajo y esboza, de manera realista, cuáles serían desde tu punto de vista las posibles soluciones para ello.
3. Habla con tu manager y plantéate la situación, para que podáis encontrar juntos posibles soluciones. Quizá es el momento de construir algún tipo de Wellness action plan o, si la situación está muy avanzada, un wellness recovery action plan.
4. No circunscribas las soluciones solo al ámbito laboral: tu salud es un continuo y tiene que ver con lo que ocurre fuera y dentro del trabajo. Piensa qué aspectos de tu vida fuera de la oficina pueden contribuir a aumentar tu bienestar cuando estés trabajando.
5. Busca la ayuda de un psicólogo profesional. Su asesoramiento experto puede ayudarte a clarificar lo que está ocurriendo y empezar a poner soluciones. Quizá puedes hacerlo a través del servicio de bienestar emocional para empleados con el que cuente tu empresa.
Bienestar mental para empresas
En ifeel nos dedicamos a ayudar a las empresas en el proceso de construir una cultura corporativa saludable. Para ello, nuestro equipo de psicólogos especializados en bienestar laboral ha creado un programa de bienestar mental para empresas, que incluye las llamadas «Rutas terapéuticas» que han probado su eficiacia en el tratamiento de la ansiedad.
A través de esta colaboración, los responsables de recursos humanos pueden recibir asesoramiento personalizado y basado en datos sobre cómo mejorar el bienestar psicológico de sus equipos. Además, este programa ofrece a los empleados un servicio global de cuidado de su salud mental estructurado en diferentes niveles de acuerdo a sus necesidades. Prueba ahora nuestro programa para que puedas comprobar todas sus ventajas.
Recuerda que puedes visitar nuestra sección de Recursos. Allí hemos dejado mucho contenido que os va a gustar: Podcast, Guías para Recursos Humanos o Entrevistas con cargos importantes de RRHH. Además, disponemos de una Plantilla de Factores de Riesgo Psicosocial, utilízala para cumplir con los requisitos de la Inspección de Trabajo.
Esperamos que este post sobre la ansiedad en el trabajo haya sido interesante. Si quieres más información sobre nuestro programa de bienestar mental para empresas? Solo tienes que solicitarla y nos pondremos en contacto con tu equipo lo antes posible.
¿La ansiedad en el trabajo siempre es perjudicial?
La ansiedad es una respuesta normal y adaptativa de nuestro organismo. Empieza a ser perjudicial cuando su frecuencia, duración o intensidad son demasiado elevadas y se experimenta en forma de malestar psicológico significativo.
¿Cómo puede interferir en la empresa la ansiedad de los empleados?
Cuando la ansiedad en el trabajo es demasiado elevada empeoran el estado de ánimo y la capacidad para procesar información. Por tanto, también afecta a los resultados conseguidos y al clima laboral.
¿Es posible prevenir un alto grado de ansiedad en el trabajo?
Por supuesto, y debe hacerse. Para ello es fundamental contar con una buena organización del trabajo, cuidar el clima laboral, evitar el estrés y contar con una comunicación interna constructiva y una buena política de reconocimientos.
¿Cómo sé si padezco un alto grado de ansiedad?
La ansiedad puede manifestarse de muchas maneras en cada personas pero, normalmente, va asociada a un patrón de gran activación fisiológica, sensación de inquietud, temor y tensión, con o sin un desencadenante identificable en el momento.