Recomendaciones básicas para atender a personas en duelo

La emergencia sanitaria del COVID-19 plantea un enorme desafío a nivel de atención psicológica, concretamente en la atención al duelo. Además de los familiares, muchos profesionales se están viendo obligados a acompañar, aunque sea solo durante unos minutos, a personas que acaban de perder a un ser querido en circunstancias de especial riesgo psicológico. Desde su experiencia e intuición, muchas personas están capacitadas de manera natural para realizar este acompañamiento con éxito. No obstante, a continuación te indicamos algunas sugerencias básicas que te pueden servir de guía si, especialmente en tu contexto profesional, te estás viendo en la situación de atender a personas en situación de duelo reciente o muy reciente.

Mostrar empatía

Algunas personas necesitan desahogarse y ser escuchadas durante un rato sin que las interrumpan ni las quieran consolar. Otras necesitan escuchar a alguien que pueda ubicarlas en la situación. Mostrar empatía es detectar esa necesidad y responder a ella, sin confundirla con nuestra necesidad.

No decir frases hechas

Toda persona en duelo necesita respuestas a su dolor pero no se las podemos dar con frases del tipo “Mejor ahora que más tarde”, “Tú al menos has podido despedirte”, “Ya era muy mayor”, “Verás cómo con el tiempo te encontrarás mejor” o “Te vendría bien hablar más de ello o llorar”. Debemos evitar los lugares comunes, las “recetitas” que nos suenan de aquí y de allá y presuponer lo que necesita la persona.

Ofrecer esperanza (sin mentir ni exagerar)

Algunas personas sienten más angustia que tristeza en los primeros momentos de su duelo, agudizada por no haber podido despedirse, sentir que podrían haber evitado la muerte de su ser querido o haber vivido situaciones de especial dureza en torno a esa muerte. Siempre que corresponda, y con prudencia, se le puede recordar que «aunque no estaba contigo, que hubiera sido lo deseable, no murió solo: las enfermeras y los médicos están poniendo todo el cariño que pueden con estas personas, están preocupándose de estos detalles, seguramente no sufrió, estaría sedado y los pacientes así no sufren” o “Es terrible que haya tenido que suceder así, pero por ejemplo a mí me ayuda pensar que, incluso aunque sufriera, ese sufrimiento o soledad ya han acabado”, “Ojalá pronto puedas/podamos hacer la despedida que te/nos hubiera gustado”.

Mostrar interés

Si tenemos tiempo y confianza con la persona, podemos ayudarla a profundizar en sus emociones, nos ayudará a conectar con ella y facilitará que se sienta más escuchada. “¿Qué te hubiera gustado hacer, qué le habrías dicho?”, “Aquí puedes decir lo que quieras, no te preocupes ahora por eso”, “Igual ahora no es el momento pero puedes hacerlo después, está claro que no es lo mismo pero seguramente habrá opciones”, “Qué bonito esto que has dicho”, etc.

Mostrar disponibilidad

Las personas con un duelo reciente, sobre todo en momentos de gran caos y estrés ambiental, pueden sentirse desorientadas sobre lo que toca hacer en cada momento y experimentar una sensación de desamparo que agrave su malestar. Recordarles que si necesitan algo pueden avisarnos es muy amable por nuestra parte, pero resulta más potente preguntar de manera directa: ¿Hay algo que necesites ahora mismo?, ¿Puedo hacer algo por ti ahora?, ¿Quieres que me encargue yo de eso?, ¿Sabes qué tienes que hacer ahora?, ¿Quieres que te acompañe y lo hacemos juntos?

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Estar presente no es hablar sin parar

Estar presente es escuchar con atención, sin prisa, amablemente y mostrando disponibilidad. La presencia se muestra con todo el cuerpo, no solo con la cara, a través de nuestras palabras y también a través de nuestro silencio comprensivo y paciente. Si no sabemos qué decir, mejor guardar silencio.

Permitir la expresión de emociones

Dar permiso, con nuestra actitud y nuestras palabras, a que la persona exprese aquello que necesite y contenerla adecuadamente si percibimos que pierde la conexión con nosotros. Sin asustarnos ni mostrar incomodidad por las emociones de la persona le estaremos ofreciendo seguridad. No desautorizar sus reacciones solo porque no sean las que tendríamos nosotros o porque al principio no las entendamos.

No pretendas imposibles

El duelo es un proceso largo y complejo, por lo que acompañar en profundidad a aquellas personas que lo están viviendo requiere un nivel alto de especialización. Probablemente solo vas a disponer de unos minutos o un rato para atender en ese sentido a la persona que tienes delante. No pretendas salvarla ni solucionar totalmente su dolor. Tu papel es hacer posible que el dolor que viviría sola lo viva acompañada por otro ser humano, aunque sea solo durante un rato, y, con suerte, prevenir algunas complicaciones psicológicas que puede experimentar en el futuro.

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