¿Qué es el trastorno límite de la personalidad?

El trastorno límite de personalidad es un patrón de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad así como una notable impulsividad, que comienza al principio de la vida adulta y se da en diversos contextos.

Los esfuerzos para evitar un abandono pueden incluir actos impulsivos como la automutilación o el suicidio. Generalmente en pacientes de este tipo se puede poner de manifiesto un trastorno generalizado de ansiedad, un trastorno de angustia o  un trastorno obsesivo compulsivo.

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¿Qué es un trastorno de personalidad?

La diferencia que más cabe resaltar entre un trastorno de personalidad con cualquier otro tipo de trastorno clínico es la de la estabilidad. Cuando hablamos de trastorno de personalidad hablamos de patrones estables de comportamiento consistentes, paradójicamente, en una gran inestabilidad. Es decir, no hablamos tanto de una situación concreta que desencadena algún desequilibrio, sino de una forma de comportarse y de entender el mundo continuada a lo largo del tiempo.

Por tanto el tratamiento de estos trastornos requiere de tratamientos muy amplios que engloben muchos aspectos de la vida del paciente.

Falta de regulación

El principal problema que se observa en las personas con trastorno límite de la personalidad es la falta de regulación de las emociones. Más que la falta de regulación habría que considerar el tiempo que necesitan para procesar las emociones. Quienes lo padecen tardan más tiempo que el resto de las personas para volver a un estado emocional tranquilo tras experimentar una emoción muy intensa y que pasen más tiempo experimentando las emociones límites, como la alegría o la tristeza. Cuando reciben una emoción tanto positiva como negativa, continúan viviéndola una vez pasado el estímulo que desencadenó esta emoción.

Esta falta de regulación se observa en estos pacientes desde la infancia. Son personas que viven con mucha fuerza las emociones, más de lo que socialmente está aceptado.

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Negar la emociones

Esta vivencia de emociones fuera ya del contexto que las generó, provoca un enorme rechazo en el entorno. Imaginemos que la persona con trastorno límite de personalidad acaba de vivir una pequeña mala experiencia, algo de escasa importancia y que el resto de personas tiene procesado en unos 15-20 minutos. Es probable que estas personas que dos horas después continúen viviendo esto como si continuara ocurriendo. Continúan igual de tristes o enfadadas.

En ese momento desde su entorno (normalmente el parental) comienzan los “ataques” a esta persona por sus emociones. “Déjalo ya”, “eres un pesado”, “supéralo”, “no es para tanto”… son los mensajes que desde pequeño van recibiendo las personas con trastorno límite de personalidad.

Estos mensajes, que resultan contradictorios con lo que continúan sintiendo, llevan a estas personas a dudar de sus propias emociones. Empiezan entonces a no tener claro lo que tienen que sentir.

La desconfianza hacia sí mismos se empieza a observar desde edades tempranas y se va extendiendo desde la parte emocional hasta las cosas más básicas. Llegan incluso a dudar de lo que acaban de vivir.

Impulsividad

Si hay una palabra clave para definir el trastorno límite de personalidad esta es la de impulsividad. Se observa que son personas que actúan por impulso, sin meditar mucho lo que están haciendo o las consecuencias de sus actos.

Esto se explica por lo visto anteriormente. Si sus emociones no son validadas por el entorno, si no se fían de sus pensamientos ni de sus recuerdos, lo único que les queda es agarrarse a lo que sienten en el momento.

En la población general, cuando nos encontramos ante cualquier situación, analizamos lo que está ocurriendo y cómo actuar basándonos en nuestras experiencias previas. A un nivel preconsciente formulamos hipótesis y en base a ellas actuamos.

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Problemas en las relaciones

Emociones vividas al límite, falta de regulación, incapacidad para formular hipótesis, inseguridad personal, impulsividad… La suma de estos factores es una bomba de relojería para las relaciones tanto sociales como de pareja.

Hay un patrón que se suele repetir en las relaciones de las personas con trastorno límite de la personalidad. Cuando conocen a alguien nuevo normalmente lo convierten en el centro de su universo. Llevan a un límite muy alto la emoción de esta nueva relación. Esto les lleva a forzar en exceso la situación. Pretenden que en un corto periodo de tiempo haya una complicidad extrema entre ambos. Exigen prácticamente exclusividad, contacto máximo… Cosas prácticamente imposibles de cumplir para la otra persona.

En este momento su inseguridad les lleva a empezar a sentirse rechazadas o traicionadas por la otra persona. Comienzan los reproches y las discusiones, llevando, ahora sí, al rechazo efectivo de este nuevo amigo o pareja.

Este patrón se repite a lo largo de todas sus relaciones sociales, sumiendo a la persona con trastorno límite de la personalidad a muchos periodos de soledad, tristeza e incluso depresión, que no hacen sino complicar la situación de estas personas.

Tratar el trastorno límite de personalidad

Como hemos comentado, tratar un trastorno de personalidad, es algo diferente a tratar un síndrome agudo, puntual. El abordaje de esta problemática es mucho más global.

Por un lado resulta fundamental empezar por validar las emociones de estas personas. Durante toda su vida han ido recibiendo mensajes contrarios a sus emociones, incluso llegan a ser castigadas por lo que sienten. Por tanto, debemos poner en valor sus emociones, sin juzgarlas.

Otra cosa fundamental es la de empezar a corregir la impulsividad. Desde la psicología hay varias técnicas, como las autoinstrucciones, que enseñan a la persona a parar, meditar y luego actuar. En este sentido también son fundamentales los ejercicios de empatía, para que aprendan a ponerse en el lugar de otros, para poder analizar las consecuencias de sus actos.

En otro sentido también es importante “poner en orden” la vida del paciente. Normalmente cuando llegan a terapia se ve un descontrol en sus relaciones sociales, familiares, laborales o estudiantiles. Marcar pautas y generar unas buenas rutinas favorecen el éxito de la terapia.

Si necesitas conocer más sobre el trastorno límite de personalidad o su tratamiento, no dudes en ponerte en contacto con un profesional, estamos aquí para ayudarte.

 

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