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ToggleCómo aparece el amor tóxico en las relaciones de pareja
Muchas personas acuden a consulta expresando quejas sobre su relación de pareja. De hecho, algunas hablan abiertamente de que mantienen en la actualidad una relación tóxica. Otras utilizan la palabra “tóxico” para referirse a una relación del pasado. En estos comentarios está presente la insatisfacción profunda respecto a cómo es la relación.
Sin embargo, hay algo más que caracteriza a este tipo de relaciones de pareja. Nos referimos a las que se basan en lo que podríamos llamar, aunque suene contradictorio, “amor tóxico”. Esa característica especial es la insistencia en permanecer en la relación -o la incapacidad para romperla- a pesar de saber que esa relación genera infelicidad a uno de sus miembros o a ambos.
Efectivamente, el “amor tóxico”, o la toxicidad en la relación de pareja, aparece cuando la relación está más orientada a la destrucción de sus miembros que a su crecimiento. Quizá estás actualmente en una relación de pareja o has tenido relaciones de pareja en el pasado. En ese caso es muy importante que recuerdes una cosa. No hay que idealizar las relaciones, las emociones o a las personas, pero una relación es un “espacio” que tiene que servir para que ambos miembros crezcan, se potencien y aumenten su bienestar.
La relación de pareja es, en gran medida, un medio que ayuda a las personas a estar mejor. Esto se consigue gracias a sus componentes básicos: compromiso, afecto y pasión. El compromiso sería el mutuo deseo de sus miembros de estar juntos y seguir estándolo en el futuro, a través de “un proyecto” que los impulsa hacia delante. El afecto incluye los sentimientos de diferente tipo que solemos agrupar bajo la palabra “amor”, además de la intimidad y la complicidad. Por último, la pasión abarca la atracción física y actividad sexual.
Las relaciones perfectas no existen, pero cualquier relación es satisfactoria si existe suficiente intensidad y, sobre todo, armonía, entre sus componentes.
Características de que estás en una relación de amor tóxico
A veces es difícil que nos demos cuenta, desde dentro, de que nuestra relación de pareja es tóxica. Sin embargo, existen algunas señales que debes tener en cuenta para valorar si ese es tu caso.
Desprecio o falta de respeto
Todos tenemos un mal día o una mala época. Preocupaciones, falta de paciencia, susceptibilidad, prisas… A veces, sin quererlo, decimos lo primero que se nos pasa por la cabeza o contestamos mal a nuestra pareja. Todos lo hacemos alguna vez, lo importante es darnos cuenta y disculparnos. El problema es cuando estas faltas de respeto se convierten en la manera habitual de comunicarnos con nuestra pareja.
Recuerda que una cosa es una mala contestación y otra es humillar o maltratar repetidamente a una persona aunque sea “solo” a través del lenguaje.
Te pone detrás de todo el mundo
Del mismo modo, piensa que ser pareja de alguien no es cualquier cosa. Se supone que tenemos una relación de pareja con alguien que es importante para nosotros y para quien somos importantes. Eso no quiere decir que los miembros de una pareja tengan que sacrificarlo todo el uno por el otro, pero sí deben otorgarse mutuamente un cierto estatus que los diferencie de las demás personas.
Se trata de tener en cuenta al otro, reservar tiempo y energía para compartirlo juntos y protegerse. Básicamente, como se hace con cualquier persona a la que se quiere. Si todo el mundo siempre es más importante que tu pareja o tu pareja siempre pone cualquier cosa o a cualquier persona por delante de ti, es difícil construir una relación satisfactoria.
Ha sido infiel o crees que puede serlo
Toda relación de pareja se define por un pacto. Uno de los temas que incluye ese pacto se refiere a la vida sexual. La mayoría de las parejas acuerdan implícita o explícitamente que no mantendrán relaciones sexuales con otras personas. Algunas parejas, en cambio, acuerdan abrir la pareja en el terreno sexual porque consideran que eso es bueno para la relación.
Hasta aquí todo bien. El problema llega cuando uno o ambos miembros de la pareja incumplen el pacto al que han llegado. También cuando uno de los dos, o ambos, sospecha que el otro puede estar engañándole. Esta situación genera una importante fractura en la confianza mutua, que es el ingrediente fundamental de todo pacto.
No podemos controlar todo lo que hace nuestra pareja pero sí podemos decidir cuánto confiamos en ella. Si sientes que, por lo que sabes que ha sucedido o sospechas que puede suceder, no tienes tranquilidad en este aspecto toma nota: estás pasando de un vínculo sano y positivo a uno frágil y tóxico.
Te maltrata. Física, psicológica o verbalmente
Antes hablábamos de los desprecios y las faltas de respeto. Cuando este estilo de comunicación se intensifica debemos hablar claramente de un patrón de maltrato dentro de la relación.
Algunos maltratos son muy evidentes y difíciles de disimular. Es lo que sucede con los golpes, especialmente aquellos que dejan secuelas físicas al menos durante un tiempo. En otras ocasiones el maltrato no es visible por todo el mundo, como cuando tu pareja te insulta cuando estáis solos pero te trata con normalidad delante de otras personas. A veces son incluso más sutiles, porque el lenguaje o las conductas pueden llegar a ser muy ambiguos: ¿esa mirada, ese bufido, ese comentario… han sido un maltrato?
De una cosa no hay duda. Nada justifica un golpe, una humillación o un control inadecuado sobre tu vida (nadie puede decirnos a dónde ir o con quién hablar, ni podemos indicárselo a nadie). Si en tu relación están presentes conductas de este tipo, incluso si tienes dudas de si lo que os ocurre estaría incluido en este apartado, entonces es que hay una importante toxicidad en vuestra relación.
Tu pareja limita tu vida social
Como hemos dicho antes, debes ser una persona importante para tu pareja y tu pareja debe serlo para ti. Pero si tu pareja te señala con qué personas puedes relacionarte y con cuáles no, o eres tú quien lo está haciendo, entonces hay un problema.
Nuestra pareja es importante y debemos prestarle atención y dedicarle tiempo. Eso nunca quiere decir que tenemos que fusionarnos con esa persona. No somos siameses de nadie: sus amistades, su familia, sus aficiones y sus gustos no tienen que convertirse por arte de magia en los nuestros.
Está genial que te incluyas en su entorno y que compartáis actividades, igual que tu pareja debe sentir que puede incluirse de alguna manera en tu vida. Eso no quiere decir que la vida social de uno tenga que restringirse solo a la del otro, o que la de ambos desaparezca y ambos quedéis aislados.
Cuando uno tiene una vida social normal y satisfactoria y es siempre el otro el que tiene que renunciar a sus propias relaciones para incluirse en las de la pareja entonces hay un problema. Estamos ante una distorsión que se incluiría en lo que conocemos como “amor tóxico”.
Se aprecia una alta dependencia emocional
Como decíamos en el apartado anterior, algunas personas tienden a volcarse tanto en su pareja que acaban fusionándose con ella. Todo está en función de ella, de sus necesidades y sus opiniones.
Cuando nuestra pareja actúa como nuestra brújula y termómetro-para-todo perdemos poder. En esos casos acabamos desarrollando una enorme dependencia no tanto para las cosas de la vida cotidiana, porque podemos funcionar de manera autónoma, pero sí para las pequeñas y grandes decisiones de la vida que podríamos y deberíamos tomar por nosotros mismos.
La dependencia emocional se mide, por otra parte, en función del miedo que nos da perder a nuestra pareja. También del miedo que nos da no poder disponer de ella como punto de referencia justo cuando lo necesitamos.
No es que tener miedo a que la relación se acabe sea signo de un amor tóxico. Lo más seguro es que sea signo de que apreciamos nuestra relación y queremos que dure lo máximo posible.
Se trata más bien de la cantidad de miedo o del tipo de miedo que se nos despierta ante la perspectiva de no estar junto a esa persona. Un miedo que está relacionado intensamente con la creencia de que sin esa persona estamos completamente perdidos.
Te manipula o intenta cambiarte
Como sucede en cualquier relación humana de cierta profundidad, los miembros de una pareja se influyen y transforman entre sí. Gracias a esto aprendemos del otro, crecemos a su lado y nos enriquecemos con las novedades de todo tipo que trae a nuestra vida.
También, como en toda relación, debemos adaptarnos mutuamente, ceder, hacer ajustes que hagan que el tiempo y el espacio que compartimos sean adecuado para ambos.
Esto no solo es necesario sino que, además, es inevitable en una relación normal. Lo que no es normal es que uno de los miembros deforme la comunicación para intentar llevar al otro a su terreno permanentemente. Esto suele incluir el uso de mentiras o chantajes emocionales en los mensajes que se lanzan.
Por otro lado está bien que, de forma asertiva, indiquemos a nuestra pareja que estaría bien que modificara tal o cual hábito. También podemos decirle que hay algo de lo que hace que nos molesta y que quizá podría mejorarse. Sin embargo, de ahí a que intentemos convertir a esa persona en alguien que no es -o que él/ella lo intente con nosotros- hay una gran distancia. No podemos pretender que nuestros gustos, aficiones u opiniones, que nuestro estilo en general, sea el que no es.
Los miembros de una pareja se gustan por sus cualidades y a pesar de sus defectos. A veces ni siquiera son defectos, sino maneras diferentes de estar en el mundo. Si tu pareja no te gusta quizá debas cambiar de pareja, porque hay ciertas cosas de tu pareja que ni deben ni se pueden cambiar.
Culpa a otros de los fallos de la relación
Una relación madura es aquella en la que sus miembros se responsabilizan activamente de que la relación evolucione lo mejor posible. Evidentemente hay circunstancias externas que influyen en los miembros de una pareja. No obstante, son estos quienes deciden en qué proyectos se embarcan, cómo cuidan el uno del otro y qué límites ponen a las influencias negativas que llegan del exterior.
De este modo, poner completamente el éxito o el fracaso de la relación en algo/alguien externo a ella es más propio de un patrón de amor tóxico que de un amor responsable y realista. Por eso, es importante que recordéis que los protagonistas de vuestra relación sois vosotros y debéis vivirla en primera persona.
Dejar atrás el amor tóxico
Detectar un patrón de “amor tóxico” a veces es muy fácil y otras no tanto. Lo importante es ser honesto con uno mismo y calibrar si nuestra relación nos hace más o menos bien… o más o menos mal. En el segundo caso, es importante también detectar por qué no acabamos de dejar atrás una relación de pareja que, por el motivo que sea, ya no nos compensa.
Sabemos que no es fácil. Si lo fuera, no estarías leyendo este artículo porque, sencillamente, no lo habríamos escrito. Quizá te has identificado con las características con que hemos descrito las relaciones de pareja tóxicas. En ese caso no aportará nada que te eches la culpa de tu enganche a esa pareja.
Créenos, si dejar atrás el amor tóxico fuera tan fácil las consultas de los psicólogos parecerían un desierto. Precisamente lo llamamos tóxico por algo: porque es tan pegajoso que, aunque parezca incomprensible, nos cuesta mucho dolor soltarlo.
Si te animas a explorar junto a un terapeuta estas áreas de tu vida tendrás que tocar varios temas importantes. El primero de ellos será describir, con tus propias palabras, por qué te parece que tu relación de pareja encaja dentro de este patrón. El segundo será admitir, hasta donde seas capaz, por qué hasta ahora has continuado ahí, a pesar de los pesares.
Decidir qué tipo de relación quieres para tu vida es importante para que no te conformes con menos de lo que mereces y mucho menos con una relación que te genera más dolor que bienestar.
El camino para liberarse de todas estas cargas no es corto ni plano. Tampoco hace falta que lo sea. Lo que te pide el camino es que tengas la firme voluntad de recorrerlo. Como psicólogos que somos, estamos aquí para acompañarte.