Hace unos meses la canciller alemana Angela Merkel describía la experiencia de sus conciudadanos -menos afectados por la COVID que los de otros países pero obviamente pendientes de un hilo- como si estuvieran caminando sobre una fina capa de hielo que podría romperse en cualquier momento.
Se trata de una imagen de supervivencia gélida y quebradiza. Y retrata bien no solo a los alemanes, sino también a miles de padres y de alumnos españoles que afrontan el curso escolar 2020-2021 en medio de una pandemia que aún no ha desaparecido y que en algunas zonas sigue golpeando con especial crudeza.
Las derivadas sociales, laborales y educativas de esta situación son múltiples. También las psicológicas. Esos miles de padres y alumnos pasaron la segunda mitad del curso pasado encerrados en casa frente a un ordenador enchufados a internet (quienes lo tenían). Ahora viven el comienzo del siguiente curso haciendo un enorme esfuerzo para no tener que repetir exactamente aquella situación de confinamiento. Un enorme esfuerzo para que la vida académica tal y como era antes continúe en la medida de lo posible, siendo esa medida algo… enormemente relativo.
«Somos conscientes de que va a ser un curso diferente, pero ya lo fue el curso pasado y lo superamos»En ifeel hemos hablado con 4 padres y madres con hijos de diferentes edades. Les hemos preguntado cómo están afrontando a nivel emocional este momento y qué estrategias de afrontamiento propias y ajenas les están facilitando o dificultan esta travesía por la incertidumbre.
Colegio, Covid y adolescencia
Por lo general hablamos de la “vuelta al cole” en esta situación de pandemia como si fuera una situación idéntica para todos los implicados. En muchos aspectos lo es pero, evidentemente, la cosa cambia mucho cuando hablamos de niños pequeños y cuando los hijos sacan una cabeza a los padres.
Ana tiene un hijo de 15 años que este mes de septiembre ha comenzado 4º de la ESO. “Ambos estábamos bastante tranquilos”, nos dice esta madrileña, que ha conseguido encontrar un estado bastante resiliente, “Somos conscientes de que va a ser un curso raro y diferente, pero ya lo fue el final del curso pasado y lo superamos. Ahora ya estamos acostumbrados a adaptarnos a situaciones diferentes de las habituales”.
Asumidas ciertas diferencias con antelación, una vez que se rompe el hielo en el buen sentido -y no en el que teme Merkel- la familia tira hacia delante: “Estábamos, sobre todo yo, pendientes de las notificaciones del colegio. Salvo el uso de la mascarilla, y ser mi hijo consciente de mantener la distancia de seguridad, que le van a medir la temperatura y que debe tener unas medidas de higiene especiales y sus cosas marcadas con su nombre (porque en este curso se va a evitar compartir las cosas), los preparativos han sido los mismos que los de otros años”.
No obstante, hace falta todo un proceso hasta estar tranquilos y es difícil librarse de ciertos nervios cuando no se acaba de ver clara la situación. “Al inicio me preocupaba la forma en que iban a organizar las clases, el patio, los horarios”, comenta Ana. “Ahora que ya lo sé estoy tranquila porque es un colegio pequeño y veo que están tomando unas medidas adecuadas de higiene y organización”.
Naturalmente, la situación es la que es y no deja de haber cierta inquietud en el ambiente. La emoción más extendida estos días en los hogares que afrontan el comienzo de curso es el miedo. El miedo con todas sus variantes y en todos los grados que se pueda imaginar, además de con todas las armas de las que se dispone para combatirlo. Para Ana esa inquietud se centra en un posible contagio, un regreso a casa y que la parte académica se resienta: “Ahora me preocupa que mi hijo se adapte bien al ritmo semipresencial y esto no afecte a su rendimiento, aunque confío en que lo va a hacer bien. Por otro lado, me preparo para la posibilidad de que en algún momento pueda infectarse o que deba aislarse por ser contacto de un infectado. Me preocupa especialmente que la clase deba aislarse porque sea mi hijo el infectado porque yo se lo haya transmitido, ya que trabajo en un hospital, pero esto le puede ocurrir a cualquier niño y creo que no hay que agobiarse, sino ser responsables y confiar”.
Nos centramos mucho en la figura de los padres pero es interesante también conocer la experiencia de los primeros afectados: los alumnos. Por lo que respecta al hijo de Ana, de momento parece que vamos bien. “Él no expresa mucho pero creo que lo está viviendo con tranquilidad. Creo que prefiere ir al cole y arriesgarse que quedarse en casa otra vez como en el confinamiento. Yo también lo prefiero porque creo que es importante que se relacione con sus compañeros de clase, al menos mientras la situación no se desborde. A mí ver que el colegio está trabajando para que las cosas funcionen bien me da tranquilidad. Y confiar en mi hijo, saber que va a ser responsable. A él le viene bien ver a sus padres tranquilos y confiados”.
La experiencia con niños pequeños
Cuando los hijos son más o menos autónomos, como en el caso del hijo de Ana el reto es bastante diferente a la experiencia de los padres con hijos en primaria. Elsa tiene una hija de 7 años que está empezando ahora el tercer curso de este ciclo. A pesar de todo, ambas están viviendo estas primeras semanas con cierto alivio.
“Cada día es una nueva aventura, un nuevo reto”, afirma. “Recuerdo el confinamiento como algo muy estresante, por tener que conjugar el teletrabajo con el ‘cole virtual’. Me preocupaba mucho que mi hija estuviera tantos días encerrada sin poder moverse, que no tuviera contacto con otros niños… Los días previos al comienzo de curso también fueron bastante estresantes porque no supimos mucho hasta pocos días antes. Por eso ahora que la niña ha vuelto al colegio y yo a mi trabajo me siento bastante más tranquila. En el cole está todo muy bien organizado y eso también me relaja. La niña necesitaba volver. Jugar, aprender, moverse, relacionarse”.
El eterno problema de estos tiempos y que la pandemia no ha hecho sino complicar es el de la adecuada armonización entre los tiempos, las actividades y las necesidades de los diferentes miembros de la familia. Para Elsa está suponiendo el principal escollo a la hora de adaptarse al comienzo de curso: “Lo que más me está costando ahora es, de nuevo, la conciliación: la niña tiene jornada intensiva, sale a las 14h; sin poder recurrir a los abuelos y con padre y madre trabajando presencialmente, sin extraescolares en el cole estamos teniendo que hacer malabares”.
La espada de Damocles de los positivos, o el fino hielo que pisan los alemanes, es el remate a esta situación, ya que no siempre queda muy claro qué hay que hacer o qué se puede hacer si la cosa se complica. Como explica Elsa, “A lo anterior se suma ver que a las clases de al lado van mandándolas a casa por cuarentena y que es cuestión de tiempo que te toque a ti, si tu hija tiene que quedarse en cuarentena por contacto con un positivo tú tienes que quedarte en casa a cuidarla, pero tú no estás en cuarentena, y en ese caso la normativa no está clara; se pide a las empresas flexibilidad y teletrabajo, pero ya depende de que quieran dártelo… así que vives al día, cruzando los dedos y tratando de confiar en que alguna solución aparecerá”.
Por lo que respecta a la niña, también hay sensaciones encontradas. Elsa la nota “asustada con el virus, preocupada por guardar mucho las medidas y la higiene, pero al cole va contenta, ya llevamos dos semanas y se ha acostumbrado a que el cole ahora sea de otra forma. Creo que le pasa igual que a mí, que tenía ganas de retomar algunas rutinas”. Si en el caso del hijo adolescente de Ana este curso el compás y la calculadora serán solo para él, en la clase de los pequeños también se observa ese giro a lo individual. Elsa lo ve con ojos melancólicos pero también resistentes: “Hay cosas muy tristes: ya no trabajan en grupos pequeños como antes, se sienta sola en un pupitre separada de los demás, han dividido el patio en trocitos, solo pueden relacionarse con su ‘burbuja’ y, al haber creado nuevas clases, sus mejores amigas están en otras ‘burbujas’ y no puede estar con ellas. Me da mucha pena. Ahora toca construir y buscar algunas oportunidades que esto nos ofrece: nuevas amistades, nuevos aprendizajes, nuevas maneras”.
Sol nos habla de su experiencia con su pequeño de 4 años y medio y que se ha incorporado a 2º de Educación Infantil. “Los primeros días fueron muy difíciles. El niño no quería ir al cole ni arrastrado. Los días previos le fuimos preparando y explicando que el curso iba a empezar, pero cuando llegó el momento hubo mucho drama, creo que intensificado por el hecho de haber pasado tantos meses en casa con nosotros. A medida que han ido pasando los días se ha ido quejando menos y va más contento”.
La mayoría de las familias coinciden en que la actitud del colegio ha sido fundamental para facilitar las cosas. “Tuvimos una reunión presencial -nos cuenta Sol– y agradecimos que lo dejaran todo bastante claro. A diferencia de otros centros, en el nuestro pusieron un protocolo bastante normal y de sentido común”.
Como con cualquier reto que tenemos por delante, empezar a rodar y practicar lo que se ha estado ensayando siempre ayuda a verlo todo mucho más claro, también para la familia de Sol. Ella misma es consciente del proceso día tras día: “Al inicio nos preocupaba cuál sería el funcionamiento, si los grupos ‘burbuja’ serían viables… Nuestro hijo tiene algunas alergias alimentarias y nos inquietaba que en el momento de la comida le pusieran solo sin su clase”.
Finalmente esto no sucedió y, dado que no se han producido incidencias, esta madre respira más tranquila: “Según han ido pasando los días la verdad es que, relativo a la pandemia, no me preocupa nada. Creo que el colegio es un entorno seguro. Las profesoras nos han dado todo el tiempo mucha confianza, nos transmiten que los niños lo están llevando bien. Ya no comparten materiales entre sí y en el patio están parcelados y lo hacen bien. Para ellos está siendo fácil; los niños en general, si se les explican bien, se adaptan bien a las normas”.
Por supuesto, tranquilidad no implica bajar la guardia: “Lo que me preocupa es que perdamos esto y haya que volver a casa: en los días que llevamos de curso mi hijo ha vuelto a escribir y ha vuelto a pintar, cosas que en un momento dado del confinamiento dejó de hacer; está hablando mucho más y ahora puede relacionarse con otros niños en lugar de estar todo el día con adultos. Por lo que respecta a mí -añade- es importante poder trabajar más tranquila y mejor, sin sentimiento de culpa por no atender bien al niño y que tuviera que estar abusando de pantallas o no hacer lo que se supone que debería hacer. Me sientan mal los apocalípticos, las noticias sensacionalistas que exageran el problema, por eso me ayuda ver las cosas en positivo, además de no cometer imprudencias”.
¿Qué pasa con los universitarios?
El tema del regreso a las aulas durante la pandemia está centrándose en los colegios e institutos pero existen miles de estudiantes que también han visto su rutina alterada: los universitarios.
Graciano tiene tres hijas y en su casa el comienzo de curso se ha dividido entre 1º de Bachillerato, 1º de Magisterio y 3º de Psicología. “No hemos hecho nada especial para preparar la vuelta al cole -comenta este psiquiatra con hijas en colegio y universidad- porque ya tomábamos todas las medidas necesarias previamente. No hemos tenido más dificultades que las que plantea la situación actual en sí misma y a las que debemos enfrentarnos todos desde la responsabilidad individual, que creo que es lo que está fallando de forma flagrante”.
Aunque sabe que sus afirmaciones son tajantes, él tiene muy claras sus opiniones y aporta una visión muy pragmática de algunos aspectos de la situación, lejos de algunas quejas de algunas personas. “Creo sinceramente -afirma- que los niños y los no tan niños tienen que volver a las aulas y aprender que esta es una situación especial, muy difícil, que les ha tocado vivir y deben asumirla, no deja de ser una lección de vida y un perfecto aprendizaje que les servirá para su futuro en muchas facetas”.
En casa de estas estudiantes el ambiente es bueno y no está habiendo dificultades graves de adaptación. “Nosotros como padres lo estamos llevando bien y las chicas también, están haciendo una vida relativamente normal: salen, se relacionan con sus amigos, pero con tranquilidad y sin excesos, intentando evitar riesgos”, comenta el padre, que anhela una normalización más amplia de la situación: “Todos lo llevaríamos mucho mejor si sus clases fueran presenciales, circunstancia que, de momento, en ninguno de los 3 casos se ha dado hasta ahora”.
A modo de conclusión, Graciano no quiere dejar de recordar el papel del profesorado, para el cual la situación también está siendo difícil, sobre todo en la medida en que no cuenta con el apoyo adecuado: “A los centros las instrucciones y los medios no llegan en la forma que debería llegar, vamos, lo que nos pasó a los sanitarios al inicio de la pandemia”. Y añade, quizá en un arranque de deformación profesional pero sin perder la esperanza, “Sospecho que en cuestión de dos meses gran parte de los docentes acabarán en el diván de un psicoterapeuta o tomando Trankimazin, porque manejar esto con niños va a ser francamente difícil cuando con adultos es casi imposible… o tal vez no, y los niños nos demuestren que todo tiene un abordaje más sencillo de lo que pensábamos”.
«Creo que el colegio es un espacio seguro. Las profesoras nos han transmitido mucha confianza y ellas ven que los niños lo llevan bien»En definitiva, no está en manos de cada familia el darle la vuelta a la situación actual pero sí tomar responsabilidad sobre sí misma. Precisamente eso, saber que cada una de ellas está actuando responsablemente, contar con una adecuada organización y comunicación por parte de los centros educativos y confiar en que, día tras día, todo va a ir transcurriendo si no con normalidad, sí al menos con rutina, es lo que está permitiendo que en tantos hogares españoles el inicio de curso se esté produciendo en mejor situación -por lo que dicen tantos padres- que la que marcaba el confinamiento masivo e indefinido. Si esto no acaba por ser suficiente para resistir no perdamos de vista el apoyo profesional: los psicólogos estamos aquí para ayudarte.