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ToggleTodos tenemos vidas complicadas y todos nos quejamos constantemente de la falta de tiempo para pensar reposadamente. Lejos de una atmósfera propicia para el procesamiento de la información, muy a menudo el ruido ambiental acompaña gran parte de nuestra vida cotidiana.
Lo queremos todo perfecto y claro, pero no siempre es posible tener todas las variables bajo control. Tampoco es posible disponer siempre de un momento de calidad en el que, haciendo algo en particular o simplemente sopesando los pros y los contras, podamos tomar una decisión, planificar una actividad o acceder a buenas ideas que nos permitan avanzar en nuestros diferentes proyectos.
A lo largo de la historia muchos grandes descubrimientos han sido hechos por casualidad mientras se intentaba averiguar otra cosa completamente distinta. Esto también ocurre -a otra escala- en la vida cotidiana de la gente corriente. A menudo experimentamos fogonazos súbitos de conciencia en los que nos viene a la mente una idea genial (o que, al menos, nos lo parece). Se trata de esas ideas que nos llenan de inspiración o que permiten desbloquear hasta los más enrevesados procesos de toma de decisiones.
«La naturaleza, el silencio, me dan paz mental y promueven mi parte creativa»Por otro lado, la inspiración espontánea está muy bien, pero todas aquellas personas que se dedican a alguna actividad artística o creativa suelen repetir como un mantra la máxima picassiana de que la inspiración debe llegar trabajando. Esto quiere decir que más vale que te pongas disciplinadamente a la tarea para hacer posible que la gran idea se pose sobre tu cerebro en lugar de esperar a que ella tome la iniciativa.
Todos tenemos maneras muy peculiares de experimentar el movimiento de nuestro mundo interior. Sin embargo, no diferimos tanto en cuanto a la gasolina que permite que ese mundo interior se mueva, avance y cristalice en buenas conclusiones y decisiones. ¿Qué lugares o momentos nos resultan especialmente cómodos para pensar y tomar decisiones? ¿Qué actividades nos inspiran y ayudan a poner en orden nuestros pensamientos? ¿Dónde o cuándo me vienen las mejores ideas?
Hemos formulado esas preguntas a un puñado de personas de diferentes edades y profesiones para saber cómo piensan, cómo deciden y cómo crean. No te pierdas sus respuestas, seguro que puedes identificarte con ellas.
Alicia, 28 años, psicóloga
Para pensar con claridad a mí me ayuda mucho salir del espacio donde vivo a diario o donde trabajo. Caminar y, generalmente, estar sola. Luego lo que me surge ya puedo compartirlo con alguien si tengo alguna duda o quiero conocer las opiniones de otros. También me resulta muy útil alguna actividad física, como correr. Y estar en la naturaleza, sobre todo en el mar. La naturaleza me da paz mental, me calma y eso ayuda a promover mi parte «creativa» o pensadora.
Adela, 31 años, diseñadora visual
Las decisiones las tomo de forma visceral, tras un proceso tortuoso que no sigue ninguna lógica. En realidad no tengo un lugar propicio para tomar decisiones, pero puedo conectar con mi intuición tras una conversación con un amigo, durante un paseo o escribiendo en mi diario. Intento escribir una vez a la semana o así, pero depende de las épocas. Durante el confinamiento he escrito bastante. Claramente lo que más me ayuda a poner en orden mis pensamientos es escribir, hablar y pasear, aunque las mejores ideas me pueden venir en cualquier momento.
A decir verdad, en mi caso no se trata tanto de lo buena que sea la idea sino de lo predispuesta que estoy a escucharla o creérmela. Si lo estoy puedo escuchar mejor lo que pienso en esos momentos de calma. Creo que a lo largo del día tenemos muchas ideas, o yo tengo muchas ideas que vienen y van, pero es mi capacidad de detenerme a escucharlas lo que marca la diferencia y hace que pueda discernir mejor el grano de la paja. Esos momentos son momentos en los que estoy tranquila o estoy muy concentrada. Suelo encontrar inspiración observando mi entorno y lo que pienso, paseando o viendo una película o una obra de arte. O hablando con alguien que me inspire o creando algo yo misma.
Cristina 33, psicóloga
Me resulta cómodo tomar decisiones desde la calma, es decir, no es tanto un lugar como un estado. Necesito pararme para responder a ciertas preguntas para no caer en un sí automático. Me gusta mucho dedicar unos minutos a esto por las mañanas o al final del día. Si estoy sintiendo emociones con mucha fuerza, como la rabia, me gusta sudar (correr, montar en bicicleta, bailar…). También me vienen las mejores ideas cuando me he alejado un poco. Particularmente es la naturaleza la que me da perspectiva, sobre todo el mar, es lo más inmediato, aunque un bosque también viene muy bien. Me ayuda a ver las cosas desde fuera. Es como si me saliera del torbellino y pudiera verlo desde el exterior, me aporta una sensación de lejanía, de silencio. En esos momentos me doy cuenta de que no noto todo el ruido que hay a mi alrededor normalmente hasta que ese ruido desaparece. Por otro lado, escribir y dibujar me ayuda a poner orden en mis pensamientos. Me inspira muchísimo dibujar, lo que más. Lo hago mal, ¡y me encanta!
Jesús, 45 años, gerente en una multinacional
Para mí es diferente la toma de decisiones en el trabajo, que es algo me resulta algo bastante rápido, de las decisiones personales. No obstante, en ambos casos necesito estar más o menos tranquilo para poder ordenar los pensamientos y conectar las ideas. Tengo que tener un boli y un papel, pintar esas ideas, hacer conexiones entre ellas para ir aclarando de esta manera el pensamiento y la toma de decisiones. Normalmente en el trabajo, por el ritmo que exige, esto sucede rápido.
Cuando es algo personal me suele llevar más tiempo: voy trabajando sobre eso que he pintado al principio, voy volviendo al papel en diferentes momentos del día, le doy vueltas y tomo la decisión. Un lugar que me ayuda mucho es el Templo de Debod, en Madrid, a las cuatro de la tarde, cuando no hay nadie, tumbado en el césped. En cuanto a las actividades que más me inspiran, ninguna en particular, a veces la idea te viene conduciendo o en la ducha. Cuando tienes el tiempo en contra y no te queda más remedio acabas decidiendo y esa es la opción buena, no te queda otra.
Cristina, 43 años, periodista
Parece un poco tópico, pero un lugar para las ideas es la ducha. No sé si es el efecto del agua cayendo o que no puedes hacer otra cosa, porque mientras te duchas solo puedes ducharte y pensar y ducharse es una actividad bastante automática. Eso libera la mente para el pensamiento.
Por otro lado, yo soy bastante creativa y se me ocurren bastantes ideas dialogando con alguien, conversando. Desarrollar el pensamiento hablando, explicándole algo a alguien, me permite pensar en voz alta, igual que cuando hablo yo sola. Hace tiempo también me ayudaba conducir. En el coche, sobre todo cuando conduzco sola, pienso mucho, la fórmula de éxito es soledad más actividad automática. Luego estaría leer, incluso cuentos para niños. No tiene que ser algo profundo, basta con que sea algo que te saque de tu contexto y te abra la mente hacia una determinada realidad.
Para poner en orden mi pensamiento, sin duda alguna, me ayuda hacer listas, ya sea de actividades o “motivos por los que quiero hacer esto” o listas de recuerdos. En mi trabajo como periodista cuando voy a escribir un texto me ayuda hacer esquemas, así me hago una idea previa de la estructura de mi texto, aunque luego la cambie, para luego ir completando los diferentes apartados.
«Cuando tienes el tiempo en contra acabas decidiendo y esa es la opción buena: no te queda otra»Como ves, nuestro pensamiento es muy potente y siempre está en marcha, pero a veces requiere unos tiempos y espacios particulares para poder ofrecer sus mejores productos. Cada uno debemos buscarlos y potenciarlos para que las decisiones no nos bloqueen y para resolver con la mayor eficiencia nuestras diversas tareas. En ocasiones esto se hace imposible o hemos perdido la capacidad para hacerlo. Ese puede ser un buen momento para hablarlo con un profesional: recuerda que los psicólogos estamos aquí para ayudarte.