La mayoría de nosotros experimentamos ansiedad en algún momento de nuestra vida. Ella es una actriz muy versátil capaz de interpretar varios papeles: un nudo en la boca del estómago, el tapón que bloquea las palabras o esa presión en el pecho que no te deja respirar. ¿Recuerdas aquel molesto tic en el ojo o ese pensamiento constante que no te permitía dormir con tranquilidad?
Bien, te presentamos a tu amiga Ansiedad. (¡¿Amiga?!) No, nos equivocamos al llamarla así aunque no siempre sea la más querida pero, al igual que ocurre con todo actor, tiene un papel y una función en esta obra de teatro que es la vida.
El miedo es una señal de alarma que hemos desarrollado evolutivamente, evita que nos acerquemos al fuego demasiado y quemar así nuestra mano al tocarlo. La ansiedad actúa de forma parecida, es una señal que nos manda el cuerpo para prepararnos de cara a una posible amenaza.
Esta compañera, es como esa amiga que te hace ver incómodas verdades sobre tu vida; te avisa de que te empeñas en seguir haciendo algo que a tu cuerpo o a tu corazón no le sienta nada bien. La ansiedad -en su justa medida- no tiene por qué ser mala, estimula y favorece nuestra activación, e incluso puede ayudarnos a encontrar el camino correcto.
Por eso, una buena manera de afrontar la ansiedad y de utilizarla a nuestro favor es mediante nuestras terapias específicas de ansiedad, para que puedas superar todos tus problemas.
Puede volverse algo impuntual al pensar que estás demasiado ocupado y no le vas a escuchar, así que sin previo aviso aparece cuando estás tranquilo y te asusta. En otras ocasiones, llama varias veces a la puerta pero estamos tan pendientes de nuestras responsabilidades del día a día, que la dejamos esperando fuera hasta que se enfada y hace mucho ruido para poder entrar.
La ansiedad es como una olla exprés. Imagina que la has puesto a calentar. ¿Cuánto tiempo piensas esperar para retirarla del fuego? ¿Acaso quieres arriesgarte y verla explotar?