¿Por qué somos infieles? Suena como una palabra terrible. Cada vez que la escuchamos, aunque no la acompañe nada más, siempre sabemos a qué se refiere: sabemos que tiene que ver con tratar mal a la pareja de alguna manera. Concretamente, tratarla mal rompiendo uno de los pactos que sus miembros habían contraído, como es el de mantener relaciones sexuales solo entre ellos y no extender su vínculo afectivo a terceras personas.
A la hora de reflexionar sobre por qué somos infieles, es importante saber a qué nos estamos refiriendo. Para ello, hay que, aunque con el tiempo lo hayamos «malaprendido» así, «infidelidad» no significa exactamente acostarte con alguien que no es tu pareja. En cambio, quiere decir que lo haces precisamente cuando te habías comprometido a no hacerlo y, por lo general, sin que tu pareja lo sepa. Es decir, es algo que sabes a ciencia cierta que tu pareja no consentiría (y que probablemente a ti tampoco te gustaría que hiciera), lo cual acaba generando en muchas ocasiones enormes conflictos en la relación que, en ocasiones, es muy beneficioso abordar junto a un psicólogo profesional en el ámbito de una terapia de pareja.
Por esta razón hay que distinguir entre infidelidad y otro gran tema que empieza a gozar de gran popularidad en nuestro tiempo, aunque realmente es tan antiguo como la humanidad: el de «pareja abierta». Una pareja abierta (en temas sexuales) llega a un acuerdo sobre las conductas que tienen con otras personas. Por eso, mientras sus miembros no se salgan de los términos acordados, no hay engaño de por medio: están respetando el pacto de apertura en cuanto a las las relaciones sexuales al que han llegado de manera conjunta y explícita.
¿Somos infieles por naturaleza?
Una vez aclarado ese punto, que a veces causa muchos malos entendidos, si te parece que has sido infiel y no sabes bien cómo manejarlo y no haces más que darle vueltas a la cuestión (¿por qué somos infieles?) mientras chapoteas en tus emociones, vamos por partes.
Lo primero de todo, date cuenta de que lo que ha sucedido es un mensaje con letras de neón sobre vuestra relación. Es un buen momento para que te plantees qué está pasando ahí y, si te pones a ello, procura hacerlo en profundidad. Recuerda que el problema -la causa que te ha llevado a ser infiel a tu pareja en el terreno sexual- no es que te apetezca mantener relaciones sexuales con otras personas que no son tu pareja, ¡eso es normal! Todos tenemos ojos en la cara y sangre en las venas. Estamos vivos y nos sentimos atraídos por otras personas, especialmente cuando ya llevamos mucho tiempo junto a nuestra pareja y el deseo disminuye de manera natural. ¿Entonces la respuesta a la pregunta de por qué somos infieles es que todos somos infieles por naturaleza? No exactamente. Lo que sucede más bien es que todos estamos vivos y nuestro deseo sexual está sometido -entre otras muchas cosas- a las leyes del aprendizaje: ante la repetición continuada de un mismo estímulo, nuestra respuesta decae pero aumenta con la novedad.
En cambio, a nivel psicológico y relacional, es más interesante que te fijes en los motivos que te han llevado a no respetar el pacto de fidelidad sexual y afectiva que tú y tu pareja establecisteis, seguramente de manera explícita (es decir, no dándolo por hecho sino acordándolo en voz alta: en esta relación solo estamos tú y yo a todos los efectos).
Cómo enfocar el problema de la infidelidad
La solución a este problema tampoco está en caer en un bucle improductivo de «¿Se lo digo-No se lo digo?» que puede que solo consiga agobiarte. Si has sido infiel a tu pareja pero eso no afecta en gran medida a cómo te sientes y crees que tampoco perjudica a vuestra relación, perfecto: no estamos aquí para juzgaros. No obstante, si no estás muy satisfecho con lo sucedido primero mírate a ti, define bien lo que ha pasado, valora el grado de gravedad de tus actos y toma una decisión al respecto que se refiera a tu relación de pareja.
Una vez hecho esto sí que puede ser un buen momento para que te plantees la historia en términos de decírselo o no decírselo. Aunque sabemos que en el mundo ideal las personas se dan cuenta de sus errores, los admiten, los comunican, son perdonadas, las infidelidades se superan y todo sigue su curso con normalidad, lo cierto es que en el mundo real las cosas no son tan sencillas. Por eso, al decidir si vas a hablar con tu pareja sobre lo ocurrido o bien te lo vas a callar, cualquiera de los dos caminos puede llegar a ser válido, siempre que lo escojas valorando los pros y los contras de hacerlo y el motivo que hay detrás: qué creo que puede pasar -para bien y para mal- con la relación tanto si se lo digo como si no se lo digo y por qué he optado por compartir lo sucedido con mi pareja u ocultárselo.
Por último, ya que ha pasado y que parece que le das relevancia, vuelve a esas letras de neón estridentes y luminosas: ¿por qué somos infieles?, ¿qué le pasa a nuestra relación?, ¿por qué he sentido la necesidad y he tomado la decisión de ser fiel a mi pareja? Relee el mensaje que te transmiten esos rótulos sobre de dónde viene tu relación de pareja y hacia dónde se dirige. No se trata de hacer moralina sobre lo sucedido, sino de extraer la moraleja que hay en todo este asunto.