Admitámoslo: estás harta de la cuarentena, del confinamiento, del COVID-19 y del servicio de atención al cliente de la agencia de viajes en la que estás pensando. Harta de lavarte las manos hasta que se te caen a trozos y harta de que el acto solemne-transgresor de tu semana sea ir al supermercado.
Son tiempos aciagos en que nos hemos vuelto todos eremitas en la ciudad. A la voz de confinamiento empezaron a rebrotar por doquier nuevas versiones de usos y costumbres ya establecidos pero a los que antes no prestábamos tanta atención. Estábamos distraídos. De hecho, durante los primeros días, chica, ni tan mal. Pero ya camino de las tres semanitas (el que menos) hay que decir alto y claro que a algunas personas la cuarentena se les está yendo de las manos.
Muchos, muchas, sois gente discreta y sufrís en silencio vuestro hartazgo. Por eso yo, que dispongo de esta plataforma, de un cierto público, de una cierta resonancia, voy a dar voz a esta tensión compartida y hacer de vuestra parte un llamamiento a la población general para que deponga su actitud y regrese a la senda de la sensatez. Está bien, simplemente para que deponga su actitud.
Me pongo, pues, en tu piel, persona que estás harta.
1.Harta de videoconferencias, vermús y demás eventos sociales online que ahora parece que hay que hacer religiosamente cuando antes para quedar a tomar una mierda de caña pasaban mil años.
2. Harta de la gente que va a leer mucho durante estas semanas, aproximadamente los veintisiete volúmenes que, sin ser ella nada de eso, se le han quedado atrasados. Harta de la gente que va a aprovechar muchísimo su tiempo o que por fin va a conocer mejor a sus semejantes a fuerza de convivir con ellos.
3. Harta de lo mal que la gente usa los guantes de látex. Amiga que usas guantes profilácticos, desde aquí te lo digo: de nada sirve que te los pongas para ir en el metro, tocar la barra, salir, si luego te pones a fumar llevándote los guantes a un milímetro de la boca o tocando el cigarro que te estás fumando. Veo a mucha gente con el móvil y guantes. No sé si limpian el móvil antes de tocarlo con la piel pero estoy convencido de que muchos no lo hacen. He llegado a la conclusión de que usan guantes por presión de grupo (sí amigos, está pasando: el guante de látex como fetiche de pertenencia) o piensan que el virus no se queda en el guante. Y sí se queda. Puedes usar todos los guantes del mundo, pero si te tocas la cara con ellos…
4. Harta de la gente que tiene la iniciativa de compartir “su arte” (cantar, dibujar…) para hacer llevadero el encierro de sus vecinos. Si tienes talento vale, pero no es el caso. Lo digo como lo siento: cantáis mal y dibujáis peor. Hacedlo con las ventanas cerradas, gracias. Esto introduce a lo siguiente:
5. Gente harta de que sus redes se inunden de vídeos de cómo cocinan, cómo se toman una copa con sus amigos enfrente de un ordenador, cómo teletrabajan, cómo hacen sentadillas, cómo se depilan, cómo cosen, cómo pintan mandalas, cómo juegan con sus hijos en plan padres ultra-creativos-anticuarentenas-no podrán con nosotros. ¿Por qué esta obsesión desaforada por compartir las servidumbres de la vida cotidiana?
6. Harta de la gente que, después del aplauso de las 20h, se cree DJ Confination y se marca una horita de sesión para toda la calle. No tienen en cuenta que, además de molestar (así, en general) algún vecino puede ser sanitario o camionero con turno de noche y deben poder dormir.
7. Harta de ver el whatsapp colapsado por pe-de-efes, comunicaciones, pantallazos y demás documentos “oficiales” sobre la epidemia que nadie lee pero que todo el mundo reenvía porque lo consideran muy útil y tal. Olvidan que hay un telediario 24 horas al día en al menos 6 canales generalistas, ¿en serio creen que están aportando información?
8. Harta de bulos, rumores, cuñados, primas que te cuentan de buena tinta, compañeros de trabajo de nadie sabe quién que tienen un contacto con el gerente de no sé qué hospital, señoras que manejan más información que la Policía Nacional, el KGB y la CIA. Harta de informaciones privilegiadas, mamarrachos e intoxicadores.
9. Harta de que cinco personas diferentes cada día te pregunten qué estás haciendo, cómo lo llevas y qué has cenado. Claro, no pueden preguntarte dónde andas porque presuponen que estás en tu casa, así que se interesan por cómo llevas eso de estar en tu casa cuando tú solo quieres que te dejen en el sofá tranquila y viendo una peli. Si estás pensando algo del tipo “Estoy bien, ¿vale? ¡Olvidadme!”, chupito.
10. Me piden también, a modo de bonus track, que haga un llamamiento desesperado: ¡basta de millones de aplicaciones para hacer videollamadas random para hablar de na-da, basta de proliferaciones de recursos online, por dios, y de cursos gratis, que no quiero aprender nada nuevo!
No lo digo yo, lo dice la gente discreta.