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ToggleCualquier departamento lo sabe: la atracción, retención y gestión del talento dentro de la empresa es fundamental para el buen desarrollo de esta.
Todos tenemos un talento, un don, algo en lo que somos especialmente buenos y que nos hace brillar con un destello especial. También en el trabajo. Es una cualidad que, con toda probabilidad, despierta la admiración de los demás y hace que el mundo sea un lugar mejor: nuestro pequeño mundo, compuesto por un puñado de tareas, de funciones, de personas. Y el gran mundo de todos, al que cada uno contribuimos con lo que somos y lo que hacemos.
En pocas palabras, los pequeños y grandes talentos que todos los seres humanos tenemos son los que permiten que la humanidad en su conjunto avance, que nuestra existencia sea más agradable y que el progreso nos permita desarrollar una existencia mejor, más plena y compleja.
De este modo, nuestros talentos no son simples cualidades que, por lo general, ponemos al servicio de nuestro desarrollo profesional. Son aspectos en los que destacamos significativamente por encima de la gente que nos rodea. Como acabamos de mencionar, son características que pueden mejorar nuestras vidas, inspirar a los demás y promover el bienestar de muchas personas.
Nunca sabríamos cómo sería el mundo sin la obra de los grandes pintores, la creatividad de los grandes arquitectos o la lucidez de los grandes científicos, pero ahora que sabemos cómo es el mundo con todo eso podemos valorarlo mucho más.
Piensa también en la pericia cotidiana de tantas personas realizando en el trabajo o fuera de él pequeñas acciones admirables y cualificadas cada día. Estas son trascendentes también a escala reducida, aunque solo sea porque contribuyen al bienestar de todos y nosotros no las realizaríamos tan bien.
Desde un punto de vista más intrapsíquico, nuestros talentos contribuyen a la definición que hacemos de nosotros mismos. Por tanto, también influyen en nuestra autoestima y, de ahí, en la convivencia y nuestras relaciones con los demás. No es poca cosa: las relaciones son de lo más definitorio que tenemos como seres humanos.
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Gestión del talento: ¿Qué hay que tener en cuenta?
1. Los talentos no son obligaciones
El talento, adecuadamente desarrollado, puede ser un regalo que le hacemos a la gente que nos rodea, por ejemplo a nuestros compañeros de trabajo y jefes en el ámbito de nuestra profesión. Sin embargo, nunca debe convertirse en una obligación que le debemos al mundo: si no somos capaces de disfrutar nuestros talentos y convertirlos en aficiones, pasiones, herramientas que facilitan el trabajo o características muy personales que hacen que nuestra vida sea más agradable, entonces tenemos un problema.
Sí, eso que tenemos puede ser muy valioso, podría dar mucho de sí, podría cambiarnos la vida, ¡podría cambiar el mundo! Sin embargo, nuestro talento tiene que cambiarnos a mejor primero a nosotros y luego a los demás. No estamos obligados a ejercitarlo ni a ejercerlo, no estamos obligados a fusionarnos con él, ni a definirnos en virtud de él. Yo puedo tener un talento increíble para ciertas cosas y pareciera obligado utilizarlo como canal para mi vida profesional o explotarlo al máximo en el trabajo que ya tengo. En cambio, también soy mucho más que eso, y sería una persona igualmente válida aunque nunca hubiéramos descubierto que tengo este don.
Ten cuenta todo esto si te sientes presionado por tu entorno a gestionar tu talento convirtiéndolo en el centro de tu identidad. A través de su potenciación saludable y progresiva, nuestros dones están ahí para hacer que nuestra vida sea mejor, no para convertirse en una tortura instaurada para satisfacer el narcisismo de nuestra familia, amigos o empresa.
2. Los talentos tienen dos caras
Cada persona tiene sus dones, que se manifiestan de diferentes maneras en su profesión. Está muy bien que sepamos cuáles son, que los fomentemos y los compartamos pero no debemos permitir que sea al contrario: que nuestros dones nos tengan a nosotros, esclavizándonos y determinando el sentido de nuestra biografía. Dicho en otras palabras, salud -también salud laboral- es cuando la gestión del talento que tenemos nos ayuda, no cuando emborrona nuestra personalidad y nuestro carisma fagocitando al resto de nuestras cualidades.
Truman Capote (1924-1984) fue famoso por su extraordinario talento para el lenguaje: lo suyo era memorizar, escribir y reflejar la época en la que vivió a través de la literatura. Podríamos pensar que un talento tan potente como el que él tenía bastaría para hacer feliz a cualquiera; de hecho, casi cuarenta años después de su muerte es cierto que el talento de Capote sigue haciendo felices a miles de lectores en todo el mundo. Sin embargo, no está tan claro que sirviera para la felicidad de este escritor. De hecho, él mismo escribió en el prólogo de uno de sus últimos libros que “Cuando Dios le entrega a uno un don también le entrega un látigo, y el látigo es únicamente para autoflagelarse”.
Partiendo de unos orígenes familiares bastante excéntricos y desestructurados en los Estados Unidos profundos de los años veinte, con el tiempo el joven Truman logró ascender al olimpo de la buena sociedad neoyorquina gracias a sus buenas (y seguramente también malas) artes. Desafortunadamente, hacia el final de su vida, el autor de Desayuno con diamantes acabó cayendo en desgracia por emplear su talento literario para generarse un sinfín de enemistades en su círculo social. Su legendario don para el humor, célebre por ser extremadamente inteligente e irónico, acabó convirtiéndose en veneno y resentimiento a medida que su salud mental se iba deteriorando.
Por tanto, el de Capote no parece un buen ejemplo de cómo debemos gestionar nuestro talento en el contexto profesional. De hecho, aunque el ámbito profesional está lleno de ejemplos a no seguir, nunca debemos dejar que nuestros talentos marquen nuestra vida de esta manera, ni debemos permitirnos emplear nuestras cualidades más sobresalientes para la destrucción de otros o de nosotros mismos.
3. La mejor gestión del talento es usarlo para el bien
Imaginemos que alguien tiene un gran talento para la electrónica y la informática. Esa persona va a encontrar un sinfín de oportunidades a lo largo de su vida para poner su don al servicio del bien pero también para ponerlo al servicio del mal.
Por ejemplo, puede focalizar la gestión de su talento en la creación de una app que permita hacer terapia online a través del sistema de beneficios sociales de las empresas. Esa terapia tendrá lugar sin desplazamientos y sin pedir hora. La informática -adecuadamente canalizada por alguien dotado para ello- puede permitir a miles de personas comenzar un cambio significativo en sus vidas junto a un psicólogo bien formado y supervisado.
Quizá no te has parado a pensarlo, pero hazlo ahora: cientos, miles de personas con poco tiempo, movilidad reducida, sordas, alejadas de la consulta psicológica más cercana, tímidas buscando ayuda desde la absoluta privacidad… cambiando sus vidas a mejor todas a la vez y cada día. Fenómenos así pueden transformar el mundo. En este caso el papel de los individuos con ese talento especial que mencionábamos es trascendental.
Sin embargo, esa persona con un talento especial para la tecnología también puede optar por convertirse en un hacker, un pirata informático. Puede dedicarse a invadir los móviles y los ordenadores de millones de personas o facilitar deliberadamente que otros lo hagan; puede colapsar diferentes servicios públicos y privados, anular información útil o extraer datos confidenciales y usarlos para el chantaje masivo… Es el mismo talento puesto al servicio del bien o al servicio del mal.
4. El talento se trabaja
En cualquier caso, si quieres hacer la mejor gestión del talento posible, recuerda que nunca basta con tenerlo, sino que hay que potenciarlo. Descubrir y entrenar tus cualidades, dedicarles tiempo, compartirlas. ¿No estás seguro de tener al menos un talento, un don, alguna habilidad o cualidad que te hace especial y que te ayuda a ser el mejor trabajador que puedes ser en este momento? No pasa nada.
La buena noticia es que te quedan partes maravillosas de ti por descubrir, fomentar y disfrutar, tanto a nivel personal como profesional. Otra buena noticia es que eso es posible. La tercera buena noticia es que puedes tomar una buena decisión que cambiará tu vida y la de los demás, a pequeña o gran escala (¿quién sabe?) pero que igualmente merece la pena: ponte en manos de un especialista, un psicólogo profesional que te acompañe en tu viaje de autodescubrimiento y desarrollo personal. Estamos preparados para ello y estaremos encantados de acompañarte en esa experiencia.
Bienestar mental para empresas
En ifeel entendemos que no es posible cuidar de la empresa sin cuidar el bienestar psicológico de sus trabajadores. Para ello, contamos con una solución de bienestar mental para empresas, diseñado por nuestro equipo de psicólogos expertos en bienestar laboral con un objetivo principal: ayudar a las compañías a colocar la salud de los empleados en el centro de su estrategia de trabajo.
Gracias a esta colaboración, las personas que están al frente de los departamentos de recursos humanos pueden recibir asesoramiento personalizado y basado en datos sobre cómo tomar buenas decisiones en una empresa para sacar el máximo partido de los equipos que tienen a su cargo y cuidar mejor del bienestar psicológico de las personas que los integran.
Por otro lado, esta solución ofrece a los empleados un servicio holístico de cuidado de su salud mental estructurado en diferentes niveles en función de sus necesidades. Este servicio incluye, si lo requieren, la terapia psicológica online con un psicólogo especializado en casos como el suyo. Prueba ahora nuestro programa para que puedas ver cómo podría ayudaros.
Esperamos que este post sobre la gestión del talento te haya resultado interesante y te invitamos a echarle un vistazo a nuestro artículo sobre por qué es imprescindible tomar en cuenta la experiencia del empleado. Si quieres más información sobre nuestro programa de bienestar emocional para empresas solo tienes que solicitarla y nos pondremos en contacto con tu equipo lo antes posible.