Tanto si es elevado como si no lo es, no está muy claro que el consumo de pornografía tenga un impacto significativo sobre nuestro cerebro. No obstante, sería interesante analizar cómo es la actividad cerebral cuando se consume pornografía, es decir, el tipo de conexiones neuronales que se establecen y que se refuerzan con cada visualización. También estaría bien observar su influencia en otras respuestas del organismo, tanto fisiológicas como conductuales.
Sin embargo, debemos tener en cuenta dos dificultades de base a la hora de examinar cómo afecta el consumo de pornografía a nuestro cerebro.
La primera se refiere a las cantidades: ¿cuándo un consumo de pornografía puede considerarse objetivamente excesivo? Es cierto que, en términos psicológicos, podemos determinar que un consumo de pornografía es excesivo (problemático) cuando genera algún tipo de problema para la persona. Pero si no le genera ningún problema objetivable, ¿en qué momento podemos considerar que la persona se está pasando?
Es difícil determinar cuándo un consumo de porno es objetivamente excesivoEl segundo problema se refiere a la propia naturaleza de la otra variable a estudiar: hablamos de pornografía como si fuera algo homogéneo, como si estuviéramos de acuerdo en las características de lo que estamos hablando, cuando en realidad existen multitud de tipos de contenidos pornográficos tanto por lo que muestran como por su formato (vídeo, fotografía o dibujo, por ejemplo).
A estas dos cuestiones habría que añadir una tercera que, sin duda, influiría en las conclusiones: las características personales del individuo que consume esos contenidos en una medida u otra.
Consumir pornografía en la adolescencia
Por tanto, partimos de la base de que en este blog no conocemos qué efecto neurológico puede tener el consumo de pornografía, incluso cuando es elevado, si es que tiene algún efecto. En el caso de los adolescentes que consumen este tipo de contenidos lo interesante no es tanto la influencia neurológica sino la psicológica.
En este sentido, podemos reflexionar sobre qué educación sexual están incorporando estas personas a través de esos contenidos y también sobre qué efecto tiene eso sobre diferentes facetas de su autoestima. Por ejemplo, sobre sobre su autoimagen, su percepción de sí mismos como personas atractivas o sexualmente competentes.
Por otro lado, cabe preguntarse si este comportamiento va a generarles problemas a la hora de tener una vida sexual satisfactoria pero realista en el futuro o en el presente o bien no tendrá en ellos ninguna influencia significativa.
Hay que tener en cuenta que la pornografía genera unas expectativas sobre lo que tienen que hacer o deben conseguir a la hora de mantener relaciones sexuales o negociarlas. Esto sucede en cualquier persona que la consume más o menos habitualmente, pero sobre todo en personas con pocos referentes con los que comparar. Por ejemplo, los y las adolescentes.
Esas expectativas estarán en función de la capacidad de dicha persona para distinguir entre un contenido de ficción y la actividad sexual de la vida real. Que este cotejo se lleve a cabo de manera favorable o no también puede estar en juego en personas más adultas, pero es más significativo en los adolescentes, ya que tienen un bagaje vital menor.
¿El porno genera adicción?
Las adicciones, o las conductas compulsivas/repetitivas sobre las que se tiene poco control pero que buscan satisfacer una tensión u obtener placer, pueden establecerse por diferentes causas y no basta solo con que haya un consumo repetido o “excesivo”.
Es muy importante tener en cuenta que una de esas causas está en la obtención rápida e intensa de una gratificación tras ejecutar una conducta. Tampoco este es el único factor que explica el establecimiento de una adicción, pero sí es uno de los relevantes.
En el caso de la pornografía, esta permite obtener una gratificación de una manera relativamente sencilla y con un coste, en principio, muy bajo. En este sentido, sin que la persona tenga que esforzarse por conseguir una pareja sexual ni enfrentarse a las implicaciones de tener un encuentro sexual normal, al final del “consumo” suele haber un premio. Este premio refuerza la conducta de consumir pornografía, entre otras cosas porque tiene que ver con la satisfacción de una necesidad humana importante: la obtención de placer sexual.
En realidad, la mayor parte de las personas que consumen pornografía manejan su conducta con total normalidad, incluso cuando son grandes consumidoras de pornografía. Los problemas pueden aparecer cuando la pornografía se convierte en la única fuente de gratificación de esa persona, ya sea gratificación sexual o a secas, lo cual hace que la persona necesite mucho esa estimulación. Otro problema puede venir cuando la vida sexual real y analógica no puede ser llevada a cabo con normalidad debido a sus grandes diferencias con la pornografía. En estos casos puede suceder que la persona se retraiga y opte solo por los contenidos pornográficos.
Consumidores de pornografía: ¿peores controlando sus impulsos?
Entre las personas que habitualmente ven pornografía habrá algunas que tendrán problemas para controlar sus impulsos, como en cualquier ámbito de la vida. No obstante, la gran mayoría son personas que controlan sus impulsos con normalidad.
De hecho, no hay que pensar en los consumidores de pornografía como si fueran un grupo de población muy específico, con características muy concretas. Al contrario, son un grupo de personas bastante amplio y diverso, es decir, compuesto por gente bastante común en términos generales.
Otra cosa es que parte de esa población sean personas que hacen un uso problemático de la pornografía, bien por el tipo de contenidos que consumen o bien porque su uso les genera problemas en otras áreas de su vida. En cualquier caso, no es fácil determinar las características de subgrupos de población dentro del conjunto de las que son aficionadas a ver contenidos pornográficos.
En definitiva, la mayor parte de la gente que consume pornografía -y, no nos engañemos, es una población muy amplia- es gente normal y corriente que hace un uso normal y sin mayores consecuencias de lo que ve.
Consumo problemático de contenidos porno
En algunos casos los vídeos, fotografías, cómics y demás contenidos de carácter pornográfico que consuma una persona pueden afectar negativamente a algún aspecto de su vida. Normalmente a aspectos de la esfera sexual y afectiva, por una mala diferenciación entre la ficción y la realidad que hace que se distorsione la conducta sexual humana y se generen expectativas que luego se frustran.
En casos aún más excepcionales el consumo de pornografía se convierte en problemático porque genera problemas relacionales y psicológicos de distinto tipo y que, en principio, con la ayuda profesional adecuada, son tratables (siempre que no vayan acompañados de cuadros psicopatológicos severos anteriores al consumo de pornografía).
Si la pornografía genera problemas psicológicos estos pueden tener solución, siempre que no haya condicionantes previos que los agravenPor tanto, el uso normal de ver porno no tiene por qué afectar negativamente a ningún ámbito de la vida. El uso problemático de pornografía, en cambio, podría observarse en la manera de enfocar las relaciones con las personas del género por el que hay atracción, particularmente en situaciones en las que hay posibilidad de un flirteo y este se enfoca inadecuadamente.
Igualmente podemos observar problemas en aquellos casos en los que se dejan de lado de manera sistemática e intensa actividades en solitario o compartidas con otras personas para emplear el tiempo en consumir pornografía. Por supuesto, como decíamos antes, hay que observar la autoestima de esa persona en particular, lo cual va a influir mucho en su manera de relacionarse con los demás. También su estado de ánimo y su nivel de ansiedad en general y en particular en situaciones sociales o de más carga afectivo-sexual.
Si el consumo de pornografía tiene consecuencias graves en la vida de una persona estas se pueden abordar terapéuticamente en función, sobre todo, del problema concreto del que estemos hablando. Más específicamente, en función de qué consecuencia concreta consideremos problemática, qué factores la están desencadenando y qué factores la están manteniendo. Siempre que hablemos de una persona con una salud mental más o menos normal en el resto de ámbitos no tiene por qué suponer algo irreversible. Si el uso problemático de pornografía está acompañado de otros problemas serios, por ejemplo consumo problemático de sustancias o una patología mental, entonces el enfoque es diferente.
En cualquier caso, si percibes que el uso que haces de la pornografía no te satisface o te genera algún problema del tipo que sea y no eres capaz de solucionarlo por ti mismo no debes desanimarte. Los psicólogos estamos acostumbrados a abordar este tipo de temas y podemos ayudarte a localizar la raíz del problema y, muy probablemente, solucionarlo. Solo tienes que dar el paso. Nosotros estaremos aquí para ayudarte.