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ToggleExisten muchos mitos sobre la sexualidad masculina, concretamente sobre lo que llamaríamos la “respuesta sexual masculina” y más concretamente aún sobre el orgasmo masculino.
Para empezar, se presupone que todos los hombres “son muy sexuales”. Esta afirmación hace referencia a que su apetito sexual es muy elevado en comparación con el de las mujeres y eso les lleva a buscar más frecuentemente que ellas algún encuentro sexual o, al menos, una masturbación. En definitiva, se asume que ellos siempre están predispuestos, con ganas y listos para entrar en acción.
Hay otra serie de mitos que tienen que ver con el anterior pero que se refieren particularmente al orgasmo. En este caso, la manera de entenderlo también está muy influida por la comparación superficial entre hombres y mujeres. Estos mitos consisten en dar por hecho que todos los hombres tienen un orgasmo en todos y cada uno de sus encuentros sexuales, que todos los hombres llegan al orgasmo fácil y rápidamente y que el orgasmo masculino es una respuesta simple (no compleja) que simplemente ocurre de manera mecánica y sencilla en cada encuentro sexual o en cada masturbación.
Existen muchos mitos sobre la sexualidad humana, incluyendo el orgasmo masculino
Como en otros ámbitos de la vida, no hay que descartar que todo mito tenga que ver con algo real. Sin embargo, los mitos se caracterizan precisamente porque, aun suponiendo que contengan algo de realidad, esa realidad está tan distorsionada que ya ni siquiera parece real.
Por este motivo, y a pesar de lo que pueda parecer, es importante tener en cuenta por lo menos estas tres cosas:
-No todos los hombres tienen un orgasmo siempre que tienen una relación sexual o siempre que se masturban.
-No todos los hombres alcanzan un orgasmo de manera fácil y en el tiempo que ellos desearían.
-El orgasmo masculino es una respuesta compleja, es decir, con diferentes matices en cuanto a intensidad, duración y nivel de gratificación que proporcionan así como respecto al tiempo que tarda en producirse.
De hecho, conviene destacar que no todos los orgasmos masculinos son igual de placenteros y el conjunto de sensaciones y matices que incluye todo orgasmo masculino varía en función de diferentes factores. Es decir, no todos los orgasmos son iguales, tampoco los orgasmos de los hombres.
Entre esos factores podríamos destacar los siguientes: el tiempo transcurrido desde el anterior orgasmo, el nivel de excitación sexual, las zonas del cuerpo que se hayan estimulado y la manera de hacerlo, si se tiene puesto un preservativo o no, la práctica sexual concreta a través de la cual se alcance el orgasmo o si se han consumido sustancias antes/durante la relación sexual o no.
Por supuesto, también entran en juego otros factores psicológicos y que tendrían que ver con el nivel de conexión y confianza con la pareja sexual, el posible miedo a perder la erección o no alcanzar el orgasmo, posibles preocupaciones que actúen como distractores, la comodidad percibida en el ambiente, la capacidad para fluir con espontaneidad en una relación sexual, la autoestima, etc.
Cuando un hombre tiene dificultades para alcanzar el orgasmo, especialmente si estas dificultades se mantienen en el tiempo, es evidente que van a aparecer consecuencias negativas para su bienestar subjetivo. Como cabría suponer, estas consecuencias no son diferentes a lo que podríamos observar en mujeres que presentan la misma situación.
Baja autoestima
La influencia de las dificultades con el orgasmo sobre la autoestima puede no ser tan intensa como la que provoca la disfunción eréctil. No obstante, una autoestima sana se nutre -entre otras muchas cosas- de la obtención de placer y gratificación, y el orgasmo es uno de los ejemplos paradigmáticos de esto.
Aunque se disfruten otros aspectos de la relación sexual, la percepción de las relaciones sexuales como incompletas, no culminadas o carentes de una parte importante puede llevar al individuo a un cierto decaimiento de su autoimagen, a la preocupación sobre si tiene algún problema físico o a percibirse a sí mismo como alguien que no es capaz de disfrutar del sexo al igual que lo hacen los demás. Por otro lado, si el hombre en cuestión concibe la sexualidad masculina como algo que incluye siempre un orgasmo y él tiene dificultades para ello puede percibirse a sí mismo como un varón que no cumple sexualmente con lo que se espera de él.
Ansiedad anticipatoria
Como sucede en los problemas de erección, una vez que se han presentado dificultades en otros aspectos de la respuesta sexual, como por ejemplo, el orgasmo, la primera consecuencia con la que hay que contar es el miedo a que el episodio se repita. Tener esta preocupación es lógico y hasta inevitable, pero conviene no poner el foco en ella sino en la relación sexual en su conjunto, ya que el orgasmo es placer y es bastante difícil obtener placer si estamos demasiado conectados con el miedo a no poder obtenerlo.
Frustración sexual
Todos los seres humanos tenemos necesidades sexuales y entre ellas está la obtención de placer. Cuando esta necesidad no se ve lo suficientemente cubierta -o no se cubre en absoluto, por la incapacidad para tener un encuentro sexual u obtener una estimulación lo suficientemente inspiradora como para generar algún placer- entonces se acumula en el individuo una tensión no resuelta.
No olvidemos tampoco que el sexo es una fuente de gratificación pero también es una fuente de relajación (de liberación de tensiones), de afecto y de comunicación con otras personas. Si estas funciones del sexo no encuentran los canales adecuados para satisfacerse van a aparecer problemas.
Dificultades en las relaciones
El orgasmo no es lo único pero sí es muy importante en una relación sexual, tanto si es con una pareja sexual esporádica como en el ámbito de una relación de pareja más estable. La ausencia de orgasmo puede ser percibida por la pareja sexual como falta de deseo y atracción. Incluso el propio individuo puede preguntarse si es que su pareja sexual no le atrae lo suficiente, lo cual resulta bastante incómodo, es decir, no favorece el placer.
Si esto no se gestiona bien puede dar lugar a suspicacias o alejamiento entre ambos. Si las dificultades con el orgasmo se mantienen en el tiempo la influencia negativa en la vida de la pareja va a hacerse cada vez más notable. Conviene hablarlo abiertamente, examinar qué puede estar ocurriendo y pedir ayuda especializada si el problema no remite.
Creencias distorsionadas sobre la sexualidad
Como se mencionaba en el apartado de la autoestima, en ocasiones la ausencia de orgasmo o las dificultades para alcanzarlo están en relación con una concepción distorsionada de la sexualidad. Estas creencias pueden ser tanto causas como efectos de las dificultades para obtener un orgasmo. Suponen una visión rígida de la sexualidad masculina y, concretamente, de cómo funciona en realidad la respuesta sexual de los hombres. Por otro lado, tiene como consecuencia una minusvaloración del individuo.
Si los problemas con el orgasmo persisten hay que consultar con un especialista: es una cuestión de saludPara evitar este efecto, conviene localizar esas ideas que tienen que ver con el “orgasmocentrismo”: cuando todo en el sexo gira al rededor del orgasmo propio y del ajeno, lo cual en el caso del varón tiene que ver a su vez con el “falocentrismo”, que es cuando todo gira al rededor del pene. A continuación habría que reformularlas y, por supuesto, ver qué otros factores pueden tenerse en cuenta para tener una vida sexual más realista pero también más satisfactoria.
Como hemos dicho, el orgasmo masculino es una respuesta compleja y conviene examinar con detenimiento por qué se producen disfunciones en ella. Si llevas tiempo teniendo dificultades con este asunto y estas no se deben a un problema orgánico es probable que haya llegado el momento de consultar con un psicólogo especializado en sexualidad. Confía en los profesionales, confía en tu psicólogo. Está ahí para ayudarte.