El verano está finalizando, llega septiembre, y las crisis de pareja experimentan su momento más álgido… o así lo constatan varios estudios realizados por instituciones de diferentes países, como la Universidad de Washington (EEUU), el Instituto Nacional de Estadística (España) o el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (México). Septiembre está a la cabeza en número de peticiones de divorcio y rupturas sentimentales.
¿Por qué en septiembre?
A priori, parece lógico pensar que el hecho de pasar 24 horas al día durante las vacaciones con la pareja podría ser la causa principal debido al excesivo roce, pero tal vez esto sea simplificar mucho las cosas. Entonces, ¿qué factores provocan este fenómeno estacional? Durante el año son muchas las parejas que, incluso conviviendo, no están inmersas en una verdadera comunicación. La vida rutinaria y la estructura que proporcionan los horarios de trabajo, las ocupaciones de niños en caso de que los haya, las obligaciones diarias, etc. generan un contexto que, al final, acaba convirtiéndose en la cortina de humo que tapa los verdaderos problemas.
Llega el verano, hacemos planes ilusionantes o -cuando menos- relajantes, muchas veces con la errónea creencia de que esa ligera distancia que se ha creado con la pareja podrá desaparecer. Pero nada más lejos de la realidad. En la mayoría de los casos, si antes de las vacaciones había incomunicación durante las mismas es cuando realmente esta se hará más patente, a todos los niveles, emocional, familiar, sexual…
En otras ocasiones es muy posible que uno de los miembros de la pareja haya estado contemplando la posibilidad de dejar la relación desde hace tiempo, pero no ha encontrado el momento adecuado durante el año. Esto puede deberse al efecto que produce la rutina en nosotros, esa tendencia a dejarse llevar y continuar dentro de un marco que, aunque poco estimulante, podría resultar tranquilo o cómodo.
En este tipo de casos, cuando la decisión acerca de la ruptura ya está tomada desde hace tiempo, el final del verano puede verse como final de etapa. Se convierte en un marcador temporal a partir del cual realizar cambios en nuestra vida. Algo semejante a lo que sucede con el comienzo de un nuevo año.
Tomar impulso
Por tanto, parece ser que -a nivel psicológico- las fechas del año que podrían ser significativas por sugerir un cambio de ciclo, son muchas veces las elegidas para tomar este tipo de decisiones. Es entonces cuando acometemos con fuerza lo que viene a continuación, que no necesariamente ha de ser un gran duelo o periodo de tristeza.
Es más, se puede aprovechar este comienzo de ciclo que marca septiembre para aligerar el dolor de la ruptura y pasar a tener nuevos objetivos más fácilmente. Incluso en el caso de que la ruptura se produzca cuando aún tenemos algo de verano por delante, podríamos aprovechar la circunstancia: el periodo estival también podría convertirse en el mejor marco de reflexión y una oportunidad interesante para el establecimiento de nuevos proyectos individuales.
¿Cómo afrontar los problemas de comunicación?
Primero debemos partir de la premisa de que de que si tu relación va mal, las vacaciones no son la solución. Los problemas no desaparecen sin más, sino que requieren mucha comunicación para ser solucionados y que ambas partes tengan ganas de arreglar las cosas. De otro modo, puede que con la llegada de septiembre uno de vosotros, o ambos, se encuentre con una ruptura que no esperaba.
Presta atención a estos tres consejos:
- No “interpretes”. Muchos de los grandes malentendidos en la pareja viene de suponer demasiado. A veces se interpretan comportamientos o actos concretos haciendo de ellos grandes verdades que, generalmente, juegan en contra de la relación. Ante la duda, siempre es mejor preguntar o decir lo que no nos gusta de ese acto en cuestión.
- Empatiza. En la comunicación con la pareja debemos recordar la individualidad y la subjetividad de cada miembro. Conoces bien a tu pareja, trata de escucharla desde su perspectiva.
- Combate la rutina. Es importante tener espacios de ocio en común y no solo los que se forjan en la convivencia o dentro del hogar.
No obstante, si a pesar de nuestros esfuerzos nos encontramos con que nuestra relación está terminada tras las vacaciones, recuerda que:
- Estás en el mejor momento para cambiar de ciclo, el curso empieza y es momento de dejar atrás viejos hábitos que no nos convienen. Céntrate en los nuevos objetivos individuales de este “comienzo de curso” y el tiempo hará todo lo demás.
- Acepta las emociones que te embarguen, ya tengan que ver con la tristeza o la ansiedad, cuanto antes confrontemos el duelo por la pérdida antes podremos retomar la normalidad.
- Pide ayuda si lo necesitas, no solo a tu entorno. Llegado el caso, la ayuda profesional puede agilizar el duelo necesario.