Tú no eres una de ellas, claro, pero sabes que hay personas que se dedican a echar la culpa a los demás de todo lo que ocurre, una y otra vez, como si ellas siempre fueran víctimas de lo que ocurre.
Cuando alguien culpa o responsabiliza de las cosas siempre a otros quiere decir que es una persona que no asume su propia responsabilidad en lo que le ocurre personalmente o en lo que sucede en general, en el mundo que le rodea.
Este mecanismo consiste en poner al culpable siempre fuera y considerarse a uno mismo siempre inocente, sin influencia en los acontecimientos negativos que se producen. El matiz importante está en hacerlo siempre, sistemáticamente: yo soy solo alguien que casualmente pasaba por aquí y no tengo nada que ver con esto, soy un sujeto pasivo, a merced de lo que el destino, los otros, los elementos, quieran hacer con mi vida, sin que yo tenga ninguna influencia ni poder de decisión en ello.
Por un lado se trata de un mecanismo muy infantil, que en los niños puede tener una justificación evolutiva hasta cierto punto pero que, mantenido en el tiempo, denota mucha inmadurez. Los niños pequeños, cuando se les pilla en falta, tienden a culpar a otro, al de al lado, “ha sido él”, porque admitir la culpa de algo que se ha hecho requiere mucha madurez y ser capaz de tolerar las consecuencias. Es un estilo de afrontamiento de la vida en general, basado en una incapacidad para asumir responsabilidades, comprometerse e implicarse, probablemente por miedo a tener que asumir las consecuencias de los propios actos.
Cuando de adultos seguimos actuando así ejercemos un patrón conformista, acomodaticio, cómo método para descargarnos de responsabilidad: es más fácil eso que admitir que nosotros influimos en nuestra propia vida y en la de los demás y que eso inevitablemente puede hacer que nos equivoquemos, que provoquemos un daño a alguien o algo, un perjuicio del que tengamos que responder. Lo fácil es no implicarse para así siempre poder decir que fue otro quien se equivocó o quien me hizo daño, yo solo soy la víctima o el espectador.
Aprender a echar la culpa a los demás
A echar la culpa a los demás se aprende: nadie nace culpando a los demás de las cosas de lo que ocurre y desentendiéndose de todo. Otra cosa es cómo, de quién, cuándo lo hemos aprendido y gracias a qué lo hemos aprendido.
Los aprendizajes que hacemos pueden tener diferentes vías. Normalmente una conducta o un estilo de afrontamiento se instalan en nuestro repertorio de conductas (se aprenden) porque han sido reforzados, es decir, porque ponerlos en práctica ha tenido consecuencias positivas de algún tipo. Recordemos siempre que lo que no funciona nunca lo desechamos, mientras que repetiremos aquello que da resultado.
Por eso no basta solo con indicar que alguien siempre culpa a los demás de todo sin tomar jamás ninguna responsabilidad, ni acusarlo de actuar de manera infantil. También hay que preguntarse en qué momento aprendió a hacer eso, para qué le ha estado sirviendo todo este tiempo y por qué necesita seguir haciéndolo, si es que queremos tener una visión más completa de este patrón de conducta.
¿Son conscientes de lo que hacen?
Puede que sí o puede que no, depende del grado de conexión que tengan consigo mismas y de los objetivos que persigan culpando siempre a otros.
Normalmente quien actúa de esta manera cree estar en posesión de la verdad, está instalado en ese papel de espectador neutro de su vida y de la de los demás o bien en el papel de víctima de todo y de todos, sin influencia ninguna en lo que ocurre.
Otra cosa son esas personas que culpan a otros para librarse ellos de un daño concreto, para escaquearse, por pura supervivencia, pero que en el fondo saben que son ellos quienes “la han liado”. Simplemente son “astutos” y se escabullen, escurren el bulto deliberadamente.
Cómo relacionarse con este tipo de personas
Depende de nuestro rol respecto a ellas, de cuál sea nuestra relación con ellas. Si son nuestros hijos lo haremos desde un papel de educadores, pero si son nuestros padres entonces tenemos que ver si su manera de actuar es muy destructiva para nosotros y entonces tenemos que tomar distancia respecto a ellos.
Si son nuestros amigos o pareja tendremos que medir nuestro nivel de empatía pero también ser asertivos, ya que las personas que culpan sistemáticamente a otros de todo lo que ocurre tienden a ser muy víctimas y no es justo que eso nos vampirice y que caigamos en trampas de chantaje emocional. En esos casos el otro nos hace creer que nosotros tenemos toda la responsabilidad en la relación y todo lo que ocurre es por nuestra culpa, como si nos sometieran a lo que se conoce como luz de gas.
Normalmente la confrontación directa no sirve, porque tenderían a ponerse a la defensiva por sentirse juzgados. Son personas que necesitan entrenar su flexibilidad y salirse de su egocentrismo para darse cuenta de que hay otros puntos de vista para explicar la realidad. También para darse cuenta de que ellos tienen influencia en su vida y en la de otros, que ellos están presentes, que la vida no es “el mundo contra ellos” como si todo el mundo fuera malo o como si todo el mundo fuera tonto. Todo el mundo menos ellos, claro.
Como decíamos, la manera de presentarles el asunto depende del rol que tengamos y también del grado de rigidez de esta pauta que siguen. Es decir, de si es muy intensa y hay mucha negación de la propia responsabilidad y mucho victimismo o bien es algo más superficial y a la primera que se les dice “Hombre, digo yo que algo habrás tenido tú que ver, ¿no?” acaban admitiéndolo.
Si es alguien que nos importa no debemos dejar pasar este tipo de conductas siempre, porque no es bueno para la persona pero, sobre todo, porque se puede volver en nuestra contra y que ella también acabe metiéndonos en el saco de quienes no hacen las cosas bien, de quienes no la entienden, de quienes nunca dan en el clavo… Asertividad y hacer aquello que, con cariño, no alimente esa especie de fantasía narcisista (yo soy bueno, los demás son malos) en la que están metidas las personas que no hacen más que echar la culpa a los demás de todo lo que ocurre.
Por último, cuando la dinámica de echar la culpa a los demás va dejando demasiados destrozos en la propia biografía de los implicados o en sus relaciones, se hace necesario examinar más de cerca qué está pasando junto a un psicólogo profesional. Conéctate a nuestro chat y te explicaremos cómo puedes comenzar hoy mismo tu terapia online con uno de nuestros terapeutas para empezar a poner solución a este problema y ganando en responsabilidad.