El otoño es una estación que no tiene altos índices de popularidad entre la población general. Si ponemos en marcha nuestra empatía, podremos entender que llegar después de la estación más querida -el verano- y lidiar con la presión de ser la estación antesala del invierno no es tarea fácil.
A nivel general, cualquier cambio estacional pone a prueba a nuestro organismo y le exige que active todas sus estrategias para nuestra adaptación. Sin embargo, los expertos aseguran que el proceso de adaptación hacia el otoño y el invierno requiere un esfuerzo extra para nuestro sistema. De hecho, numerosos estudios afirman que factores característicos de esta estación, como la disminución de las horas de luz solar, inciden en nuestro estado de ánimo, provocando altibajos emocionales. No obstante, debemos tener en cuenta que los experimentaremos de maneras diferentes en función de nuestro proceso vital, nuestra biología y otras muchas variables.
Con todas estas papeletas, necesitamos enfocar la mirada hacia el otoño de una manera diferente, para aceptarlo como una estación tan productiva y satisfactoria como otras.
Aumentar nuestro autoconocimiento
Debemos ser conscientes de que identificar una estación concreta del año como el único motivo que está generando en nosotros un estado emocional concreto es una visión poco realista de lo que está ocurriendo en nuestro mundo interno. Normalmente, en otoño solemos percibir todo lo que durante el verano ha pasado desapercibido debido a que nuestro tiempo de ocio y disfrute nos ha mantenido bastante ocupados. Así, los días de lluvia, frío y oscuridad temprana pasan a ser un marco inmejorable para el recogimiento. Ese marco nos lleva a redirigir nuestra atención a cómo nos sentimos.
Por lo tanto, el otoño nos brinda la oportunidad de que conectemos con nuestro centro. De este modo, podemos pararnos a interpretar qué nos ocurre, cómo nos afecta y, sobre todo, qué necesitamos y qué podemos hacer para conseguirlo.
Más que tristeza
Normalmente, una de las emociones que más relacionamos con estos momentos de introspección puede ser la tristeza. Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre esta emoción que experimentamos ante la pérdida de situaciones o personas y que se convierte para nosotros en una especie de pegamento emocional. Si, llegado el otoño, no permitimos que esta tristeza fluya de manera natural, se nos quedará dentro y acabará pasándonos factura. ¿Qué ocurriría si en otoño nos esforzásemos en intervenir contra la naturaleza? ¿Te imaginas envolviendo con redes todas las copas de los árboles para que sus hojas no cayeran al suelo?
Posiblemente, nuestra intervención para evitar este proceso natural complicaría más las cosas. Acumularíamos tal cantidad de hojas en las redes contenedoras que, finalmente, acabarían reventando y se desbordarían. ¿No crees que este efecto para los humanos u otras especies sería más destructivo que si las dejamos caer según su proceso natural? ¿Y si nuestra tristeza de otoño fuese como la hojas de los árboles, que necesitan caer una vez terminada su función para seguir cumpliendo su ciclo?
Reajustar nuestro autocuidado en otoño
En otoño, como en cualquier cambio estacional, nuestro ocio también se ve obligado a hacer pequeñas variaciones. Normalmente, con el final del verano, solemos pensar que ya no queda tiempo para nosotros. Interiorizamos que es el momento de sumergirnos de nuevo en nuestra rutina en modo “piloto automático”. Ante esta realidad, podemos focalizarnos en todo lo que no podemos hacer por culpa de la climatología asociada a esta estación. También podemos tratar de ver las partes positivas, por pequeñas que nos resulten.
Generalmente, si estamos atentos a todo lo positivo que envuelve esta estación de tránsito, encontraremos en ella actividades que nos generan placer y que nos permiten cultivar nuestro cuerpo y nuestra mente. Seguro que, si valoras tus momentos de ocio y autocuidado durante el verano, te das cuenta de algunas cosas. Comprobarás que hace bastante tiempo que has dejado de realizar esa actividad de disfrute u ocio que tanto te gusta y que las altas temperaturas y el sinfín de reuniones sociales veraniegas no te permitían hacer. Por ello, toma el control de tu tiempo libre y decide qué quieres hacer con él, teniendo en cuenta todo lo positivo que te brinda el otoño.
No te resistas
Con todo esto, ante la llegada del otoño tenemos varias opciones. Una de ellas consiste en quedarnos anclados en la queja, focalizados en no asumir el cambio y añorar una y otra vez de manera improductiva los días de sol, playa y desconexión. Otras es recolocar todo lo vivido en nuestra experiencia del pasado y situarnos en el presente orientando nuestras energías hacia él. Es importante que asumamos que lo que sentimos en relación a los cambios estacionales forma parte de lo que podemos esperar en la vida pero que, pese a ello, vale la pena seguir adelante.
No obstante, puede que octubre haya dado paso al descubrimiento de problemas personales serios. Si crees que lo que te ocurre es algo más complejo que la repercusión natural de un cambio de estación, tal vez deberías solicitar la ayuda de un profesional. Recuerda que un trabajo psicoterapéutico puede ayudarte a explorar e identificar qué te está ocurriendo. De este modo, puede ayudarte a mejorar tu calidad de vida.