El pánico es un episodio de miedo intenso que aparece de manera abrupta, tanto que generalmente alcanza su máximo en un minuto. El miedo (a menudo raya el terror) llega generalmente acompañado por sensaciones corporales desagradables, dificultad de razonamiento y un sentimiento de catástrofe inminente: «Algo terrible me está sucediendo», “estoy en gran peligro”.
Algunas personas experimentan pánico ocasional pero, si es comprensible y no se repite, no se desarrollan problemas. Nuestro cuerpo, nuestro sistema nervioso, tiene sus limitaciones y por eso, para funcionar bien, no puede estar forzado continuamente. Esto es, forzarnos a trabajar durante horas, trasnochar, alimentarnos mal, abusar de sustancias, estar sometidos a estrés y descuidar la prevención y el autocuidado nos lleva al límite y puede ser la causa de un ataque de pánico o crisis de ansiedad.
Cuando llega el pánico
Durante un ataque de pánico inicialmente el sistema nervioso se acelera y comienza a alterarse, en un segundo observamos los efectos de la taquicardia -es probable que temamos un inminente ataque al corazón, asfixia u otra amenaza grave-, se dispara nuestro sistema de alarmas y en un segundo el aumento de la activación es general: estamos en pleno pánico, sube el nivel de ansiedad y empezamos a notar temblores, sudoración fría, se nos nubla la visión y nos bloqueamos.
Nuestro interior está encendido pero en el exterior nos sorprendemos al observar que no sucede nada. Entonces pensamos: ¿qué me ocurre?, ¿me estará dando una embolia cerebral?, ¿me voy a morir?, ¿me estoy volviendo loco? La situación nos sobrepasa pero, al cabo de 10 o 20 minutos, notamos que la sensación de peligro empieza a disminuir y la molestia física no es tan notoria. Poco a poco el nivel de ansiedad comienza a bajar y nos sentimos agotados.
Si los exámenes médicos apropiados revelan que estamos sanos y que no hay amenazas contra nuestra seguridad, nos sentiríamos extremadamente aliviados, ¿verdad? Sin embargo, si experimentamos un segundo o tercer episodio de pánico, un nuevo temor supersticioso de que otro ataque se vuelva a repetir nos hará estar alerta de cualquier mínimo cambio corporal y pensar en la probabilidad de que vuelva a ocurrir resulta casi inevitable.
En estos casos, la persona se encuentra desconcertada y alarmada por la reaparición de ataques de pánico porque se les ha asegurado que sus temores de una catástrofe médica son infundados, pero están experimentando episodios repetidos de terror. De este modo, sucede que el miedo original, por ejemplo, de un inminente ataque al corazón, es reemplazado por un miedo intenso a tener ataques de pánico y perder el control voluntario de la situación.
Los episodios de pánico que ocurren inesperadamente y sin ninguna razón clara son desconcertantes y, por lo tanto, especialmente preocupantes. Los ataques de pánico que ocurren «de la nada», impredecibles e inexplicables, son una característica central del «trastorno de pánico».
Algunos episodios de pánico son predecibles y la persona afectada toma medidas para evitar lugares o actividades que puedan desencadenar dichos ataques. Por ejemplo, una persona que tiene un miedo intenso a que le roben anticipa que entrará en pánico si se encuentra sola en una plaza llena de gente.
¿Tengo un problema?
Todos experimentamos ansiedad en un momento u otro y una minoría significativa de la población experimenta episodios ocasionales de pánico. La mayoría de las personas rara vez se preocupan por un episodio ocasional de pánico, particularmente si la causa del pánico se reconoce fácilmente y es comprensible, como un accidente de tráfico, abuso de drogas, estar varias noches sin dormir, etc.
Sin embargo, episodios repetidos de pánico severo, particularmente aquellos que surgen «de la nada», son angustiosos y preocupantes. Estos ataques a menudo se asocian o son causa directa de ansiedad significativa sobre la propia salud. Aquí tienes algunos indicadores que pueden estar señalando la presencia de un problema de salud:
-Tienes niveles altos y continuados de ansiedad y episodios repetidos de pánico
-Durante un ataque de pánico has sentido tu vida amenazada
-Algunos de estos ataques son totalmente inesperados
-Te preocupas durante semanas o meses después de que ocurran
-Esa preocupación interfiere en tu vida personal, trabajo, actividades de ocio y consideras necesario restringir tus actividades.
Si uno o varios de estos indicadores están presentes en tu caso entonces deberías considerar la posibilidad de pedir ayuda a un profesional cualificado.
Qué hacer ante un ataque de pánico
Para poder reducir esta ansiedad no hay soluciones sencillas pero hay ciertas cosas que pueden ayudarte:
- Hazte análisis médicos para descartar enfermedades de carácter orgánico (en particular trastornos endocrinos, circulatorios, dificultades de tensión arterial, etc.)
- Reflexiona sobre tu estilo de vida y poner en práctica el autocuidado.
- Evita todo tipo de anticipación o pensamiento fatalista: esta es la causa más importante del mantenimiento y crecimiento de la ansiedad.
- Piensa que, tras los 10-20 minutos, volverás a la normalidad. “No me muero, es solo miedo”. Concéntrate en mantener una respiración estable hasta que pase.
- Pide ayuda.
Los trastornos de ansiedad tienen tratamiento y se pueden superar. No dudes en contactar con los profesionales de la salud para que puedan ayudarte.