¿Aún no sabes por qué celebrar el Orgullo? Pues sigue leyendo que esto te interesa. Mayo es el mes de la flores y junio es el mes del Orgullo. Así de claro. Por ese motivo -y porque la psicoeducación es una de las herramientas de fondo de armario de cualquier psicólogo- queremos hablarte de 6 razones por las cuales esta celebración es útil y sigue siendo necesaria incluso en 2019. Lo sé, aunque te parezca que Nochevieja fue el mes pasado ya estamos en junio de 2019, yo qué quieres que le haga.
Y sí, aunque te parezca que vives en una época muy moderna y en un país muy moderno que tiene hasta algunos semáforos gay-friendly (de momento) lo cierto es que hay mucha gente, hetero y gay, que todavía no entiende por qué celebrar el Orgullo es una cuestión de orgullo. Pues es por lo que te vamos a contar a continuación, entre otras cosas.
Por qué celebrar el Orgullo LGTBI
1. El orgullo es salud
El discurso tradicional de la homofobia se ha basado en que las orientaciones sexuales que no se corresponden con la heterosexualidad, así como aquellas identidades de género no cis (cis es todo aquello que no es trans) representan por sí mismas un problema de salud que tiene que ser tratado.
Sin embargo, en la actualidad existe un amplio consenso entre los organismos médicos y psicológicos: lo que provoca problemas de salud en las personas no heterosexuales ni cis es el rechazo de esta realidad por parte de las personas de su entorno, no su orientación sexual ni su identidad de género por sí misma.
El Orgullo Gay es, precisamente, una celebración pero también un recordatorio de este nuevo paradigma, precisamente porque -por desgracia- demasiadas personas siguen sin aceptarlo.
En lo que atañe a la salud psicológica, el rechazo y el acoso sistemático sufrido por las personas LGTB+ genera lo que, sobre todo en el estudio del hombre gay, se conoce como homofobia interiorizada (cambia homo por lesbo, bi, trans, etc. y vale lo mismo). Esta actitud es la propia de aquellas personas LGTB+ que han interiorizado el prejuicio homofóbico que les ha transmitido su entorno social y familiar: por decirlo de manera muy sencilla, han hecho suya la homofobia de los demás, se la han creído… y la ejercen.
La homofobia interiorizada puede ser manifiesta (“Mi homosexualidad no está bien y quiero que desaparezca”, “Si me dieran a elegir, elegiría ser heterosexual”, “Si soy gay tengo que ser el activo de la pareja, eso es lo masculino”). También puede ser una actitud más sutil (“Aunque todo el mundo hable de lo que le gusta, yo no tengo por qué decir en el trabajo que me gustan otras mujeres”, “No tengo problemas con llevar a mi pareja a casa de mis padres pero si vamos por la calle prefiero que no se note que estamos juntas”).
El resultado es que, a pesar de pertenecer al colectivo, la persona con una (fuerte) homofobia interiorizada tiene una imagen negativa de ese mismo colectivo y por tanto de sí misma. Además, no vive su sexualidad y su vida afectiva con la espontaneidad y disfrute que experimentaría una persona heterosexual.
¿Esto tiene remedio? Por supuesto que lo tiene, si la persona se decide a emprender el maravilloso camino de recuperarse a sí misma y cuenta con el acompañamiento adecuado. Ese acompañamiento puede ser tanto de personas de su entorno como de un psicólogo/a debidamente entrenado si fuera necesario. En los casos más extremos es claramente necesario.
En política lo llamamos igualdad. En psicología lo llamamos, simplemente, salud.
2. Orgullo es disfrutar del sexo
Los hombres gais -y no solo ellos- son usuarios habituales de apps para contactar con otros hombres gais. Por otro lado, muchos de ellos deciden que iniciar una terapia con un psicólogo para hablar de sus cosas es una buena forma de cuidar de sí mismos. Algunos de ellos consultan sobre si su hábito de utilizar apps de ligoteo es saludable o no, preocupados por tener una adicción al sexo o algo parecido. ¿Los motivos de su preocupación? Que “pasan demasiado tiempo” utilizando esas apps, que las usan “demasiado” a menudo o que las utilizan cuando “no toca”.
Por otro lado, más de uno afirma tener una vida sexual un tanto caótica por el simple hecho de tener muchas parejas sexuales diferentes. Esto quiere decir que asimila caos, desorden o inadecuación a “abundancia” o “sobreabundancia” de parejas sexuales. Pensar de esta manera les hace tener una imagen negativa de sí mismos, como personas a las que les gusta “demasiado” el sexo, lo que tradicionalmente se ha conocido con términos como vicioso, depravado o algo similar. La imagen negativa de sí mismos se alimenta, por tanto, de dos hechos: en primer lugar, de tener esa vida sexual. En segundo lugar, de no poder evitarlo.
Sin embargo, el Orgullo es lo contrario de sentirse avergonzado (innecesariamente) de uno mismo. Eso incluye aceptar nuestro estilo de vida y nuestras legítimas necesidades sexuales, así como responsabilizarnos de nuestro disfrute y potenciarlo al máximo dentro de los correspondientes parámetros éticos. Cada uno emplea sus recursos en lo que le da la gana y no hay nada de malo en emplearlos en tener una vida sexual abundante y satisfactoria, signifique eso lo que signifique. Si eso es menos prestigioso que dedicar horas a leer a los clásicos o cultivar tomates cherry en tu huerto urbano no debe ser un problema para ti, sino para quienes te censuran por hacerlo.
Los psicólogos sabemos que el sexo es una estrategia muy potente para gestionar la ansiedad y que a menudo puede generar a su vez más ansiedad, haciendo que muchos hombres gais entren en ciertos círculos viciosos que, además, les llevan a tener una concepción negativa y desprestigiada del sexo. Esto es fácilmente identificable y, por supuesto, los profesionales podemos ayudarte a entenderlo y reconducirlo. No obstante, que no te confundan. Si tu estilo de vida sexual no te genera más problema que esta “rayada” y, en realidad, te satisface y hace que tu vida sea más agradable… lo más probable es que no tengas ninguna adicción y que lo más que tengamos que darte sea la enhorabuena.
El Orgullo Gay no es solo gay
El Orgullo es un acontecimiento cuya pretensión es integrar más la sociedad, no establecer diferencias o separar a los colectivos. Aunque normalmente la palabra gay se asocie con los hombres, el Orgullo concierne a toda persona que no encaja en las categorías sexuales dominantes. Recuerda que el hecho de que no te identifiques con un determinado hombre gay, lesbiana, persona trans, etc. no significa que que no pertenezcas inevitablemente a su mismo grupo o que no compartas con esas personas importantes peculiaridades.
Por otro lado, el Orgullo es un híbrido entre fiesta, protesta y reivindicación, a la que están convocadas personas LGTBI y personas heterosexuales y cis. La complicidad y cooperación de las personas heterosexuales es indispensable para el éxito completo de estas reivindicaciones, además de aportarles sentido, enriquecerlas y darles poder.
4. Orgullo es tener referentes
Muchas personas del colectivo LGTB+, sobre todo aquellas de más edad o que han vivido en entornos con poca diversidad, o bien aquellas que están haciendo su proceso de aceptación a una edad adulta, han crecido sin referentes más allá de algunos personajes famosos (en el caso de las mujeres lesbianas y las personas bisexuales y transexuales estos referentes han sido/son muy escasos por no decir inexistentes). Para que puedan construir una imagen realista y positiva de sí mismas como personas LGTBI es importante que puedan fijarse en otros ejemplos con los que puedan identificarse y que les sirvan de inspiración.
Por otro lado, tanto dentro como fuera de la comunidad LGTB existe la controversia sobre si un evento como el Orgullo representa adecuadamente a dicho colectivo. Esta controversia se produce porque muchos hombres y mujeres perciben el estilo del Orgullo como poco respetable o decente. Esto les lleva a pensar que no es deseable ser identificado como miembro de este colectivo y que es una pena que se asocie al mismo con el estilo (muy) desenfadado de los desfiles y carrozas.
Sin embargo, es importante recordar que la exageración desbordada de ciertas facetas del Orgullo tiene la función de visibilizar (a lo bestia) la diversidad humana, no la de definirte como gay, lesbiana, transexual, bisexual o lo que sea que tú eres. La exageración es una llamada de atención para decir que estamos aquí y que somos válidos, no es una definición que tenga que representarte a ti estrictamente.
Durante el Orgullo la comunidad se reúne y se celebra, pero sus miembros no se diluyen en un océano de purpurina ni en un catálogo de desnudos. Cada uno sigue siendo quien es y puede ser referente para otros. Por eso es importante que, si de verdad te parece bien lo que el Orgullo representa, acudas y participes con tu propia manera de ser: tal y como eres tú también defines y enriqueces el Orgullo.
Y si no sabes quién eres, o no sabes a quién quieres parecerte, o estás en proceso de averiguarlo, ¡busca! Tus compañeros y compañeras de viaje están ahí. Sea cual sea tu orientación sexual o tu identidad de género seguro que puedes encontrar a otras personas que hagan que no te sientas tan solo/a y que, además de compartir contigo el pertenecer a este colectivo, tengan otras afinidades contigo. Aceptarte es un viaje, busca una buena compañía.
5. Orgullo es visibilidad
Cuando hablamos del colectivo LGTB intuitivamente pensamos sobre todo en sus integrantes más visibles: los hombres gais. Pero que estos sean los más visibles no quiere decir que sean los únicos, ni tampoco los más numerosos. Ni falta que hace. El colectivo LGTB se define precisamente por su diversidad intrínseca, y ese es su valor.
Por tanto, recuerda que LGTB no es una expresión extraña para referirnos a alguien gay, sino que cuando nombramos esas letras estamos hablando también de las mujeres lesbianas, las personas bisexuales y transexuales, las personas intersexuales, y otros grupos más minoritarios que no se sienten identificados con los anteriores pero tampoco con las etiquetas tradicionales del conocido como “paradigma heteronormativo”, que da más prestigio a la heterosexualidad que al resto de orientaciones sexuales y que divide a los seres humanos de manera rígida entre hombres y mujeres.
Para poder tenerlo presente es importante que todos sus miembros se visibilicen, que los miremos a todos, dándoles carta de categoría dentro del ámbito de la diversidad sexual y de género. Para ello, acontecimientos como el Orgullo son herramientas útiles de visibilización y son aprovechados por muchos componentes de la comunidad LGTB+ que normalmente pasan más desapercibidos para hacerse un hueco y expresar su realidad, sus necesidades, sus peculiaridades.
6. Orgullo contra el estigma del VIH
Siempre es importante recordar que el VIH es un virus muy “progre”, ya que no discrimina a nadie ni por su orientación sexual ni por su identidad de género. No obstante, las estadísticas indican que en España y otros países similares la infección por VIH está especialmente presente entre los que se denomina “hombres que tienen sexo con hombres”, (HSH), grupo formado sobre todo por varones gais pero también por hombres bisexuales, hombres heterosexuales que ejercen el trabajo sexual principalmente con otros hombres como clientes y cualquier otro HSH que no pueda incluirse en las categorías anteriores.
Gracias a los avances médicos y la accesibilidad al tratamiento en nuestro país la salud física de las personas con VIH está más que garantizada y cuidada, al contrario de lo que sucede en otros países, cuya situación desgraciadamente aún se parece a la de los inicios de la epidemia del sida. No obstante, una vez encarrilado el proceso de integración del diagnóstico, el mayor desafío al que se enfrentan las personas con VIH en nuestro entorno es el del estigma, la invisibilidad y, por tanto, la falta de referentes.
Sida, VIH y comunidad LGTB+ nunca deben ser considerados como sinónimos. Pero no podemos permitir que el progreso médico nos haga olvidar el desafío para la salud que el VIH sigue suponiendo aún hoy para muchos miembros de colectivo LGTB (y también para muchas personas ajenas a él en otros países).
Eso incluye, por supuesto, la salud psicológica. Recuerda que el diagnóstico, el estigma, la comunicación del seroestatus con personas de tu entorno y posibles parejas afectivo-sexuales y la preocupación por el tratamiento y la salud en el futuro son temas de gran relevancia a los que tienes que enfrentarte si eres una persona con VIH, especialmente si hace poco tiempo que lo sabes.
Si te está costando demasiado trabajo integrar todas esas piezas por ti mismo date tiempo, confía en ti. Apóyate en las personas a las que quieres, busca otras personas seropositivas con las que puedas tejer una red de apoyo. Y, por supuesto, ponte en manos de un buen psicólogo/a si necesitas un espacio continuado y amplio para explorar todo lo que la realidad del VIH te ha removido. No estás solo ni sola, recuerda todas esas cosas de las que puedes estar orgulloso.
El orgullo es una emoción positiva y, además, una señal de buena salud. En estos días de junio tendemos a tenerlo más presente, por aquello del ambiente que se genera en torno al desfile y la manifestación. No obstante, cuando las carrozas hayan pasado y los escenarios se hayan desmontado la vida va a continuar y las personas LGTB+ deben seguir cuidando de sí mismas. No importa lo que haya ocurrido ni en qué punto estés del camino, los psicólogos de verdad estamos aquí para que brilles, para que te veas de una manera más realista y te des permiso para disfrutar de tu vida.
Una vez tuve un paciente que empezó su terapia diciendo sesión tras sesión que no estaba seguro de si salir del armario merecería la pena. Meses después de acabar el proceso me escribió el mejor mensaje que podía enviarme: “Me encanta ser gay”. Eso es orgullo.