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ToggleMuchas personas se plantean dejar un trabajo tóxico con el que están actualmente comprometidas. Saborean la idea y fantasean con ella como un consuelo provisional mientras llega el momento de presentar su baja voluntaria a su supervisor. Lo que ocurre es que a veces ese momento no acaba de llegar, o se va postergando por diferentes circunstancias, o porque la persona que está en esta situación no acaba de encontrar la manera mejor de proceder.
En este artículo vamos a examinar por qué ocurre esto y cuál es la mejor manera de afrontar la misión (im)posible de dejar el trabajo, sobre todo cuando es un trabajo tóxico.
¿Qué es un trabajo tóxico?
En los casos extremos, un trabajo tóxico es aquel que pone en serio riesgo nuestro bienestar físico y psicológico, por ejemplo por unas pésimas condiciones laborales o por obligarnos a sufrir una situación de mobbing o acoso laboral.
En casos menos extremos y más generales, un trabajo tóxico es aquel que nos envenena de alguna manera. Nos genera “mal rollo”, contamina nuestra vida o nos desgasta en gran medida. En definitiva, un trabajo tóxico es aquel que me quita más de lo que me da y que no me hace sentir bien conmigo mismo, incluso que me explota o me hace sentir atrapado, sin poder avanzar en mi carrera profesional ni, probablemente, en otros aspectos de mi vida.
¿Cómo salir de un trabajo tóxico?
Con una mezcla de valentía, sentido común, buenas alternativas y suerte.
La valentía es la fuerza que nos impulsa a ejecutar la decisión final de dejar un trabajo tóxico cuando nuestra intuición nos dice que debemos hacerlo, a pesar de las señales que nos disuaden de hacerlo. El sentido común es poseer el don de la oportunidad para calibrar cuándo, cómo y por qué ha llegado el momento de dejar un trabajo tóxico… o conservarlo todavía un tiempo más.
Las buenas alternativas son las perspectivas felices en las que nos imaginamos viviendo cuando salimos de un trabajo que no nos gusta. No obstante, recordemos que, para ser buenas, tienen que ser ante todo realistas y factibles.
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Por último, la suerte son todos aquellos factores que escapan por completo a nuestro control y conocimiento y que conspiran a nuestro favor o en nuestra contra a la hora de tomar una decisión.
Una vez procesada esta mezcla explosiva hay 5 cosas que debemos tener en cuenta a la hora de dejar el trabajo:
1. Definición del problema
Plantéate lo siguiente: por qué quiero dejar este trabajo, qué es lo que me genera malestar y, antes de lanzarme a dimitir, qué posibilidades tengo de mejorar mi situación dentro de este trabajo. Se trata de tener un criterio de economía y ahorro de energía: a corto plazo siempre es más eficiente quedarse en un trabajo que marcharse.
2. Prospección de soluciones
Pregúntate: dadas mis circunstancias actuales, ¿es factible dejar el trabajo ahora?, ¿qué alternativas tengo?, ¿realmente dejar el trabajo es mi mejor solución en este momento concreto?, ¿por qué considero que sí o que no?
3. Realismo
No dramatizar la situación actual más allá de lo que está pasando “objetivamente”. Tampoco idealizar el futuro ni generar expectativas desmesuradamente optimistas. A veces nuestro trabajo es terrorífico, pero otras veces ni todo lo malo que nos ocurre se debe al trabajo ni, por tanto, todo se va a solucionar automáticamente por dejar el trabajo.
4. Plan de acción
Sigue una cierta estrategia: qué tengo qué hacer para dejar el trabajo, cuál es el mejor momento, qué medidas tengo que tomar previamente para que sea más una demolición controlada que una destrucción improvisada.
5. Cierra al salir, pero cierra bien
En otras palabras, cuando llegue el momento, asegúrate de dejar la menor cantidad posible de destrozos. Es importante, en la medida de lo posible, cuidar la relación con la empresa que te planteas dejar: nunca sabemos las vueltas que dará la vida, a quién te hará falta pedir un favor, quién puede ser tu jefe o compañero en el futuro o a quién van a solicitar referencias sobre tu desempeño.
Si decides presentar tu baja voluntaria y su supervisor te ofrece la posibilidad de realizar una entrevista de salida, no dejes pasar la oportunidad de utilizarla para cerrar a tu favor tu relación con esta empresa. Mejor enfocarlo desde esa perspectiva que dedicar la entrevista a descargar todo tu malestar y quemar tus puentes con la compañía.
Quiero dejar mi trabajo: ¿qué me lo impide?
A menudo no se trata de no ser capaces de “atrevernos” y “dar el salto”, sino que lo que nos impide dejar un trabajo tóxico es, simplemente, que no podemos: necesitamos ese trabajo y no tenemos una alternativa mejor a corto plazo. Por eso no podemos permitirnos dar el salto, ya que tenemos cargas familiares o personales, no tenemos un buen curriculum y romper nuestro contrato actual podría perjudicarnos más que beneficiarnos.
Otras veces podríamos encontrar alternativas si las buscáramos, o nuestra situación no es tan precaria, pero la sola idea de dejar el trabajo nos genera mucho malestar y nos bloquea. Para manejar ese bloqueo surgen en nosotros diversas respuestas, que pueden combinarse entre sí.
Hay que entender esas respuestas como mecanismos de defensa frente a la amenaza que supone dejar el trabajo, aunque hablemos de dejar un trabajo tóxico. Desde ese punto de vista, son estrategias de afrontamiento, recursos de los que tiramos para manejar la situación y lo que nos despierta. Son intentos por adaptarnos a esa situación, aunque sostenidos en el tiempo, puedan llegar a convertirse también en parte del problema, en la medida en que nos impiden abandonar un trabajo tóxico o, sencillamente, insatisfactorio.
1. Miedo
Es lo que sientes mientras piensas: qué va a ser de mí ahí fuera, no encontraré otro trabajo dada la situación, ¿y si el próximo trabajo es igual o peor?
2. Pereza
Estoy mal, pero estoy acomodada, no tengo energía ni motivación para activar una búsqueda activa de empleo, adaptarme a una nueva empresa, empezar de cero… Mejor me quedo aquí, aunque no me guste.
3. Negación
O falta de conciencia de las verdaderas características del trabajo y de sus efectos en mí. O, simplemente, grandes esfuerzos por desviar la atención de ese punto: no es para tanto, en todos los trabajos pasan estas cosas, los comienzos en un trabajo son así, puedo aguantar, me doy un año (y otro año, y otro año)…
Bienestar emocional para los empleados
Dejar un trabajo tóxico cuesta y, como decíamos antes, es importante cuidarse lo máximo posible mientras maduramos la decisión y la ponemos en práctica.
Ifeel cuenta con un programa de bienestar emocional para empresas, diseñado por su equipo de psicólogos expertos con el objetivo de ayudar a las compañías a potenciar la productividad de una manera sostenible mediante el cuidado de la salud mental del equipo.
Gracias a esta colaboración, los responsables de recursos humanos pueden recibir asesoramiento personalizado y basado en datos sobre cómo evitar que los miembros de su equipo se sientan intoxicados por su trabajo. Puedes probar hoy mismo nuestro programa y empezar a beneficiarte de sus recursos.
Por otro lado, el programa de bienestar emocional para empresas de ifeel ofrece a los empleados un servicio de cuidado de su salud mental estructurado en diferentes niveles en función de lo que necesiten en cada momento. De este modo, pueden acceder a diversas herramientas de cuidado de su salud mental con la app de ifeel. En un segundo nivel pueden recibir soporte emocional a través de un chat con uno de los psicólogos colegiados de nuestra plataforma. Si prefieren una ayuda más continuada en el tiempo, solo tienen que acceder al tercer nivel del programa: la terapia psicológica online con un psicólogo especializado en casos como el suyo.
Esperamos que este post sobre cómo dejar un trabajo tóxico si crees que no hay ninguna otra solución te haya resultado interesante, y te invitamos a mantenerte informado acerca de los otros riesgos laborales a través de nuestro blog sobre el acoso sexual en el trabajo y cómo evitarlo.
Si quieres más información sobre nuestro programa de bienestar emocional para empresas, solo tienes que solicitarla y nos pondremos en contacto con tu equipo lo antes posible.