Por qué el (mal) tiempo afecta a nuestro estado de ánimo

El clima y todos sus fenómenos afecta a nuestro estado de ánimo. Los seres humanos formamos parte de la naturaleza y algo tan importante como el clima tiene que afectar a nuestro estado de ánimo y a nuestro comportamiento

Normalmente nos fijamos más en cómo con la disminución de horas de sol o el aumento de días nublados algunas personas tienden a “apagarse”, de la misma manera que luego “renacen” en primavera o verano. También hay personas a las que les ocurre lo contrario: el calor sofocante del verano hace que se encuentren peor físicamente y que eso influya en su humor, mientras que encuentran más belleza que melancolía en el ambiente otoñal. 

Los días soleados no son bonitos por sí mismos, ni los días grises tienen que ser a la fuerza más deprimentes

Como decimos, el calor a muchas personas les pone de mal humor o incluso puede aumentar la agresividad, mientras que en otras circunstancias (por ejemplo cuando ponemos la calefacción en un día frío) lo que hace es reconfortarnos. En cualquier caso, aunque haya elementos comunes de una persona a otra, la influencia de la climatología en las personas es muy variable y relativa.  

Más tristes en los días grises

Nuestro organismo está configurado de tal manera que funcionemos durante el día y durmamos durante las noches, que es lo contrario de lo que hacen muchos otros animales. De este modo, nuestro cerebro se activa ante la luz solar, con todo lo que eso implica a diferentes niveles. 

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Necesitamos la luz para que ocurran importantes procesos bioquímicos en nuestro cuerpo. Eso, en nuestra conciencia, se manifiesta normalmente en forma de activación, buen estado de ánimo, alegría y sensación de comodidad. De manera muy resumida, experimentamos la luz como la vida y la salida al exterior, mientras que la oscuridad es el recogimiento y el reposo, que es la otra cara inevitable de nuestra existencia. Por supuesto hay muchas personas que ven los días grises como perfectamente normales e incluso bellos, pero a nivel bioquímico nuestro cuerpo necesita lo que necesita para ponerse en funcionamiento.  

No podemos controlar el clima

Aunque los fenómenos atmosféricos y el clima escapen completamente de nuestro control, no podemos evitar que nos influyan poderosamente. Formamos parte de la naturaleza, somos biología. Aunque seamos capaces de alterarlos consciente y deliberadamente, nuestros ritmos son los ritmos de la naturaleza y están integrados en ese contexto, en el cual el clima es uno de los ejes fundamentales. 

El ser humano es él y sus circunstancias y una de estas es la climatología, al igual que hay muchas otras circunstancias ajenas a nuestro control que nos afectan. De hecho toda nuestra existencia cotidiana está repleta de estos sucesos. De la misma manera que cuando fallece un ídolo al que admiramos, aunque no lo conozcamos personalmente, nos sentimos tristes también ocurre esto con el tiempo. ¿Hace un día totalmente desapacible y no podemos celebrar la excursión? Sentiré rabia, frustración, tristeza, etc. independientemente de lo que yo pueda hacer con el clima, que es nada. 

Apreciar los días grises

Tenemos muy interiorizada la idea de que “la lluvia es mal tiempo” o que “los días nublados son tristes”. Sin embargo, en realidad no hay nada intrínsecamente cierto en esto: son aprendizajes culturales. Para poder dar la vuelta a estas creencias es importante flexibilizar y ampliar la idea que tenemos sobre lo que es bello y atractivo y, por tanto, sobre las cosas de las que somos capaces de disfrutar. 

Es importante ampliar nuestro concepto de belleza y aprender a detectarla allí donde antes no la habíamos descubierto

Debemos recordar que los días soleados no son bonitos en sí mismos, sino que son bonitos -en parte- por lo que nos permiten hacer, al margen de cómo la luz solar contribuye a llenarnos de energía. Con los días de lluvia o grises pasa algo parecido. Quizá no son los más apacibles desde el punto de vista climatológico, pero hay algo muy bello también en la lluvia, las nubes y los vendavales si nos proponemos localizarlo… siempre y cuando no nos toque estar en la calle, por supuesto. 

Que no podamos salir a pasear en los días tempestuosos no significa que sean “mal tiempo” o que sean tristes. Hay mucha gente que encuentra placer en estar en su casa oyendo el repiqueteo de la lluvia, por no hablar de lo magnéticas (literalmente) que resultan a veces las tormentas. Cambiar nuestra definición de los fenómenos atmosféricos puede ser un buen paso para empezar a disfrutar más de ellos. 

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En cualquier caso, los profesionales de la salud sabemos que el otoño y el invierno no son precisamente la época más boyante para muchas personas a nivel anímico. Por eso, si ves que estas semanas -y las que quedan por delante- pueden disminuir tu bienestar emocional es importante que contactes con nosotros. Examinaremos detenidamente el problema y veremos cuál es la mejor forma de hacerle frente. 

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