El viaje hacia tus objetivos

Proponerse metas, objetivos y proyectos personales resulta muy tentador pero no siempre es fácil mantener la constancia necesaria para llegar culminarlos. A veces queremos viajar pero no sabemos muy a bien dónde queremos llegar, lo que hace que acabemos dando varios tumbos antes de retirarnos al punto de partida. Otras veces tenemos muy claro a dónde queremos llegar, pero comenzamos el trayecto con tanto ímpetu que nos quemamos antes de poder tirar del segundo cartucho. 

Propósitos los hay de muchos tipos y no todos ellos requieren la misma estrategia. No obstante, en este artículo queremos darte cuatro consejos que harán que el viaje hacia tus metas sea menos accidentado de lo que podría ser. Al fin y al cabo, toda expedición requiere una equipación adecuada, ¿no?

1. Calcula adecuadamente los plazos

Piensa que realizar un proyecto personal tiene su propia calendarización pero esta no puede organizarse de cualquier manera. Como habrás leído en otros artículos sobre este tema, la recomendación habitual es que todo objetivo tiene que tener su propia fecha prevista de realización, porque no marcarse ciertos plazos más o menos concretos es ineficiente y refleja falta de compromiso real con el objetivo. 

Marcar un plazo concreto para alcanzar nuestras metas nos ayuda a comprometernos con ellas

Por otro lado, cuando te propones, por ejemplo, no volver a hacer algo nunca más, o hacer algo para el resto de tu vida, es importante manejar adecuadamente esos plazos para no convertirte en David contra Goliat. Pensar en el “para siempre” puede resultar abrumador, dado que es un plazo enormemente hipotético y difícil de manejar, sobre todo porque no sabemos cuánto va a durar ese para siempre. El para siempre serían una especie de luces largas cuando conducimos de noche; en este caso nos indican un objetivo ideal que solo es útil mientras sirva de inspiración, pero deja de ser útil si pesa demasiado o si hace que solo dirijamos nuestra mirada hacia el futuro. Por eso es importante plantearse objetivos en plazos más manejables que tengan una conexión más centrada en el presente: nuestra vida es hoy, estas semanas, no pienses que siempre es eficiente planteársela mucho más allá. 

2. Concreta los términos y condiciones

Ser conscientes de los elementos que componen nuestros objetivos es imprescindible. Se trata de un ejercicio de operativización que nos ayuda a verlos con mayor claridad, facilita ver la estrategia a seguir para lograrlos y, como en el caso del calendario, indica un mayor compromiso con el objetivo. Un objetivo impreciso, vago, demasiado general, es como una ley muy laxa: en ella cabe todo, de manera que es muy fácil saltársela porque no deja claro en ningún momento cuáles son las situaciones en que se está cumpliendo. En otras palabras, cuanto más general es un objetivo, más abierta queda la puerta a ponerse excusas para no haberlo cumplido. Concreta tu objetivo, luego ya lo irás cambiando sobre la marcha según vaya haciendo falta, pero no empieces el camino sin saber a dónde quieres llegar. 

3. Sigue tu propio camino

Una cosa es inspirarse en el ejemplo de quienes tienes al lado y otra, bien diferente, entrar en una competición con ellos para ver quién llega antes o quién es capaz de cumplir metas más ambiciosas en menos tiempo. Cada uno tiene sus propias motivaciones, sus recursos, sus limitaciones, por eso no siempre lo que hacen los demás sirve como referente adecuado para alcanzar nuestras metas. Por eso es importante no compararse solo con otras personas (sobre todo si siempre lo haces con aquellos que están por encima de ti) sino también compararse con uno mismo para tener una idea más ajustada de nuestros propios ritmos y progresos. No tienes que impresionar a nadie, basta con que estés a gusto con las cosas que haces tú. 

4. Piensa detenidamente en tu motivación

Toma conciencia del porqué de proponerte eso que te has propuesto. Tiene que ser algo que, de alguna manera, te importe. Algo que no te dé igual. Recuerda que cuanto más ambiciosas sean tus metas más gasolina vas a necesitar para lograrlas, y ese combustible va a venir directamente de una fuente: lo importante que sea para ti lograrlas. Para que el camino no sea inútil o demasiado árido es imprescindible que aquellas cosas que te propongas tengan sentido para ti, que no siempre será aquello que tenga sentido o importancia para los demás. Tienen que tener un valor para ti, la expectativa de lograrlas debe ser ilusionante y la realidad de conseguirlo tiene que alimentarte de manera significativa, que es lo contrario a proponerte o conseguir algo que en realidad te da igual, independientemente de su dificultad. Puede que sin riesgo no haya gloria pero está claro que sin sentido tampoco habrá satisfacción. 

Los objetivos que te plantees tienen que ser significativos para ti. Si no te importan, no avanzarás en el camino

Sabemos que cada proyecto requiere su propio equipaje, de la misma manera que no hay una maleta que valga para cualquier tipo de viaje. Pero si se quiere llegar a cierto sitio más o menos en una fecha determinada hay que plantearse las cosas de una manera relativamente ordenada. Si necesitas profundizar en ello o la guía que te compraste para tus últimas vacaciones se ha quedado obsoleta pide ayuda: los psicólogos estamos entrenados para ser buenos compañeros de viaje.  

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