La sexualidad es una de las temáticas que más llama la atención, sin embargo, también es uno de los temas sobre los que resulta más complicado hablar. Los estereotipos, los prejuicios y los mandatos sociales hacen que expresarse sobre determinado tipo de asuntos se vuelva tabú. Sin embargo la sexualidad es parte de todos los seres humanos, va con nosotros desde que nacemos hasta que morimos, y va evolucionando a medida que avanza nuestra vida.
Por ello, es posible que (casi) todas las personas se hayan cuestionado (o se cuestionen) alguna vez, cuánto y cómo disfrutan de su sexualidad.
En ifeel queremos crear un espacio en el que puedas sentirte libre de hablar o conocer más sobre tu propia sexualidad, también para disfrutar de ella forma plena y saludable. Para conseguirlo, primero resulta de ayuda comprender qué es, ya que tendemos a asociar el concepto de sexualidad al concepto de sexo… ¿Es lo mismo?
Veamos la definición de sexualidad según la Organización Mundial de la Salud (OMS):
“Un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales”.
Entonces, ¿es lo mismo el ‘sexo’ que la ‘sexualidad’? Parece que no.
El sexo es una parte de la sexualidad. El sexo hace referencia al conjunto de características biológicas que dividen a las personas entre mujer, hombre o intersexual. A veces se utiliza como sinónimo de tener relaciones sexuales también. Mientras tanto, la sexualidad abarca muchas más áreas.
La sexualidad incluye aspectos biológicos, el sexo, la identidad sexual o de género, la orientación sexual, la reproducción, el placer y la intimidad por ejemplo. Atiende a aspectos culturales, sociales, psicológicos, emocionales y muchos otros relacionados con la conducta.
Tiene que ver por lo tanto, no sólo con el cuerpo y el campo biológico o fisiológico, sino con nuestra psique, nuestras emociones, la sociedad en la que vivimos o el ambiente que nos envuelve.
Es una dimensión básica de todas las personas, puesto que todos somos seres sexuados. Atraviesa diferentes etapas y es dinámica, evoluciona a lo largo de los años.
Es como si la sexualidad fuera una tortilla de patata y el sexo, fuera una porción de la misma. Cada tortilla tiene sus peculiaridades y no hay una mejor que otra, todo dependerá del criterio y el gusto del cocinero o el comensal. De la forma en que se cocine, del restaurante y el lugar en el que la comas, la intención o el cariño que pongas al hacerlo, la apariencia, los ingredientes…
Reducir la sexualidad a la genitalidad o al sexo, sería como reducir una tortilla a la mera presencia de las patatas.
Además, la conducta sexual o las relaciones sexuales no sólo se basan en el placer, la genitalidad o la parte más física, sino que incluye, además de las prácticas sexuales, otros muchos aspectos como la intimidad, las habilidades sociales o incluso el autocontrol de los impulsos, sin ir más lejos.
Por otro lado y como decíamos antes, a medida que vamos desarrollándonos, también lo hace nuestra sexualidad. Por eso esta última puede verse afectada por las experiencias vitales que vamos acumulando en el camino.
Eso a veces genera que, en el momento en el que comienzan a activarse mecanismos de acercamiento a nivel relacional o sexual (de forma más íntima), salgan a la luz muchas de nuestras carencias emocionales o dificultades a la hora de gestionar las relaciones interpersonales.
De ahí que para poder disfrutar de una sexualidad saludable y plena, sea importante trabajar la autoestima y la imagen que tenemos de nosotros. Encontrarse cómodo con uno mismo y, aprender a expresar lo que quieres de forma adecuada, manejarse en la intimidad con otras personas, son puntos fundamentales para poder disfrutar y vivir tu sexualidad en todo su esplendor.
¿Cómo hacerlo? Bueno, poco a poco. En próximos artículos iremos navegando sobre este mar de secretos, con el fin de descubrir y hablar con naturalidad, sobre algunos de los rincones sobre los que no se suele charlar tan a menudo como se debería.