El mundo de las emociones es muy diverso y, en el caso de los seres humanos, acaba siendo muy sofisticado. Más allá de la tristeza, la alegría el miedo o la ira, estas emociones básicas tienen múltiples matices que nos obligan a describirlas con precisión para poder afrontarlas de una manera más sana.
Por ejemplo, además del miedo puro y duro existen otros tipos de miedo -o, a nivel más fisiológico, de ansiedad- asociados a diferentes causas y fenómenos socioculturales. Un tipo particular de miedo sería lo que se conoce como FOMO.
¿Qué es el FOMO?
Quizá no has oído hablar de ello pero seguro que lo has sentido alguna vez. Puede que lo hayas experimentado en más de una ocasión en los últimos tiempos. Probablemente lo sientes con mayor intensidad antes, durante y después de las vacaciones. Seguramente es más intenso si eres joven y tienes mucha afición a las redes sociales.
Te hablamos del FOMO. ¿No sabes lo que es? Pues prepárate porque fear is coming! En español no existe una etiqueta consensuada para este fenómeno pero en el mundo anglosajón ya han encontrado la suya y es esa, FOMO: Fear Of Missing Out. Es decir, el miedo o ansiedad ante la posibilidad de perderte algo.
El oráculo de Delfos de nuestros días (la wikipedia) define FOMO como la “intensa aprensión ante el hecho de que otros puedan estar teniendo experiencias gratificantes en las que nosotros no estamos participando”. Como ves, el drama está servido.
Por su parte, desde Oxford Dictionaries nos indican que este miedo consiste en la “Ansiedad ante el hecho de que algo emocionante o interesante puede estar ocurriendo en alguna parte, a menudo alentada por publicaciones vistas en redes sociales”.
En definitiva, FOMO es el pavor miedo o ansiedad a no estar en el sitio adecuado en el momento preciso y ver cómo todos los demás sí han acertado con las coordenadas. Pero, ¿son los móviles los que nos han generado esa emoción o siempre ha existido?
Sentir FOMO te indica que no estás presente
De este modo, cuando nos agarra esta emoción, estamos dando mucha más importancia al hacer que al ser o el estar. Al fin y al cabo, el FOMO se alimenta del afán por aprovechar el tiempo al máximo haciendo cosas que sean muy atractivas -o que la sociedad podría considerar como muy atractivas.
La envidia y el sentimiento de inadecuación o de no pertenecer al grupo han existido siempre. Es la tecnología la que pone a nuestra disposición nuevos canales para sentirlos. En este sentido, las redes sociales tienen múltiples ventajas pero también han pervertido algunos aspectos de nuestro comportamiento sofisticando el postureo de toda la vida. Cuando percibimos que no respondemos a los estándares que nos marcan, es decir, que no sabemos poner esa postura a pesar de desearlo, empezamos a sentir una cierta forma de exclusión digital.
Es decir, han exagerado algo que ha existido siempre haciendo que parezca muy nuevo: lo bueno de hacer las cosas ya no es hacer las cosas… sino decirle al mundo que has hecho esas cosas.
Por eso ahora, más que nunca, lo bueno de tomarse una copa en una terraza bonita ya no es tomarse una copa en una terraza bonita, sumergido en la autenticidad e inmediatez de ese momento. Lo bueno ahora es decirle a los demás que lo estás haciendo… con el ánimo de despertar su admiración o, incluso, su envidia.
Esta actitud es la contraria a lo que consideraríamos un estilo de vida mindful. Dicho estilo estaría caracterizado por aceptar lo que hay tal cual es, sin añadir literatura (sobre todo si es barata) a lo que tengo delante de los ojos y, sobre todo, sin engancharme con voracidad a todo lo placentero. En el FOMO está muy presente nuestra voracidad de acción, nuestra voracidad de imagen y nuestra incapacidad para renunciar o estar conformes.
Más o menos voraz, el FOMO es ese monstruo que viene a verte cada vez que abres tu móvil según se acercan fechas señaladas o cuando asistes a conversaciones de oficina post-fin de semana especialmente intensas, ya sabes, ese temido e inocente “¿Y qué tal tu fin de semana?”.
Quizá tú sí estás planeando algún plan maravilloso, apetecible o envidiable y eso por un momento te consuela. Pero de repente tomas conciencia: tú tienes un plan pero hay una cantidad enorme de cosas alternativas que podrías estar haciendo en lugar de la elección que has hecho… Entonces te asalta la sombra de una duda, la sombra de tu monstruo: ¿habré hecho lo correcto?, ¿es esto lo que realmente me gustaría hacer en este momento o en mis próximas vacaciones?, ¿por qué de repente el plan que me parecía perfecto aparece deslucido al lado de los maravillosos planes de los demás? Y entonces te recorre un sudor frío, se apodera de ti una incómoda sensación de frustración e inadecuación.
Entender el FOMO como una emoción
FOMO es la sensación de sentirnos preocupados por no poder materializar todas las oportunidades potenciales que percibimos a nuestro alcance. También podría definirse como la incomodidad de sentir que vamos a perdernos algo satisfactorio, divertido o interesante. En cierto sentido, tiene también algo de duda, de desconfianza sobre la valía de nuestras propias actividades y decisiones al compararlas con las de otras personas.
Como su mismo nombre indica, pertenece a la familia del miedo, aunque no es solo miedo. En cualquier caso, es una emoción negativa. Eso quiere decir que no es una emoción “mala” pero sí una que genera displacer o malestar. Incluye insatisfacción con la propia situación y una frustrante preocupación por no estar en el lugar socialmente más deseable.
De hecho, se suele hablar de este fenómeno relacionándolo con alguna forma de “ansiedad social”. Esto se debe a que el FOMO se ve muy potenciado por lo que vemos que hacen los demás en las redes sociales… y la interpretación que hacemos de ello.
Las redes sociales, sobre todo aquellas especialmente basadas en la fotografía, como Instagram o Pinterest, actúan como una caja de resonancia para este tipo de cosas. Son un enorme espejo que nos devuelve la imagen de las múltiples actividades en que andan metidas cientos de personas cuya cotidianidad seguimos. Personas de cuyas vidas aparentemente fascinantes no tendríamos noticia -ni, por tanto, nos generarían emociones como la envidia o la preocupación- si no empleáramos tanto tiempo en seguirles los pasos en lugar de ocuparnos de los pasos que nosotros mismos tenemos que dar.
Características del FOMO
Imagínate el fomo como una mesa con tres patas: redes sociales mal usadas, baja autoestima y distorsiones cognitivas. ¿Quieres saber más al respecto? Pues veámoslas una por una.
1. Esclavos de las redes sociales
El FOMO aparece especialmente, en la medida en que nos conectamos a redes sociales, sobre todo coincidiendo con fechas señaladas asociadas a periodos vacacionales.
Quizá ya estás notando la presión social. De repente se ha establecido una especie de dictadura no escrita según la cual todo periodo vacacional que se precie tiene que emplearse en hacer un super plan: un viaje, una escapada, una excursión o una actividad muy especial aunque sea quedándote en tu propia ciudad. Ya no basta con quedarse en casa o hacer algo sencillo, algo de toda la vida, algo improvisado. No. Hay que hacer algo especial, lo contrario es no aprovechar el tiempo. Pero, sobre todo, hay que comunicar ese algo especial a los demás… y qué mejor medio que a través de las redes sociales, si no quieres caer en ese cuadro de exclusión digital que mencionábamos antes.
Como dijimos más arriba, no basta con que lo hagas, tienes que comunicárselo al mundo a través de tus redes sociales, tienes que lucirlo como quien luce un vestidazo de alta costura en una alfombra roja. ¿Quién quiere ponerse un versace para estar por casa y que nadie lo vea? Todo el mundo sabe que la premisa en una alfombra roja es Sé divina y grítaselo al mundo. Pues bien, la premisa en las redes sociales es Ten una vida interesante y haz que todo el mundo se entere. Y, si puedes, ten una vida más interesante que la de los demás y cuéntaselo a la mayor cantidad posible de personas si no quieres quedarte atrás.
Así funciona esta dictadura. Porque lo interesante de tener una vida interesante no es tener una vida interesante, sino decirlo con la (inconfesable) intención de que todo el mundo rabie de la envidia, que todo el mundo alabe tu gusto y que todo el mundo admire lo bien que te lo pasas.
2. ¿Qué relación existe entre el FOMO y la baja autoestima?
Este tipo de “ansiedad social” de la que estamos hablando está relacionada con una autoestima baja o, al menos, con un descenso en la autoestima. No está muy claro si es el FOMO lo que baja la autoestima o si es una baja autoestima la que aumenta la probabilidad de sentir FOMO. Probablemente lo que sucede es una interacción de ambas cosas.
Más que miedo, que también, esta aprensión consiste en una incomodidad pegajosa, una desagradable sensación de insatisfacción con nosotros mismos -con lo que estamos haciendo, con lo que haremos, con lo que hemos decidido. Esa insatisfacción se combina con el pavor a no ser lo suficientemente brillantes, glamourosos o interesantes. Terror a no estar en el momento adecuado en el sitio adecuado.
Cuando sentimos FOMO minusvaloramos lo nuestro. Valoramos solo lo aparentemente interesante y descuidamos otros criterios menos superficiales o engañosos. Plantéatelo de esta manera: si piensas “Mis vacaciones siempre son una porquería, nunca acierto con mis planes” eso quiere decir que no te consideras una persona muy hábil organizando tu tiempo libre. En dos palabras y, sin ánimo de dramatizar, eso se llama tener baja autoestima.
3. FOMO y distorsiones cognitivas
Como sucede habitualmente en la experiencia humana, el fomo no aparece él solito flotando en nuestro interior, sino vinculado a otras dimensiones de nuestra experiencia, como los pensamientos.
A veces esos pensamientos son derrotistas y poco ajustados a la realidad, adquiriendo la forma de distorsiones cognitivas que se resumirían en una conclusión muy simple: lo que están haciendo otros es más interesante o emocionante que lo que estoy haciendo yo. Puede que lo estés pensando con tus propias palabras: “Si estuviera haciendo esto o lo otro me sentiría mejor que haciendo lo que estoy haciendo”, “La vida de los demás es más interesante que la mía”, “No soy capaz de elegir adecuadamente mis planes”, “Lo que hago no es suficientemente divertido, interesante o socialmente atractivo”, etc.
No es que esta forma de pensar sea delirante, pero desde luego tampoco es realista. Está basada en dar como ciertos y objetivos una serie de hechos que son completamente subjetivos y relativos. Por eso constituyen una manera distorsionada de ver la realidad que, como hemos dicho en el apartado anterior al hablar de la autoestima, es causa y efecto del fomo.
Si te has identificado con estos síntomas y sientes ansiedad o miedo a perderte algo, no dudes en pedir ayuda. Nuestro equipo de psicólogos pueden ayudarte a combatir esta especie de síndrome que conocemos como FOMO. Aunque te parezca una frivolidad, en realidad se trata de darte las pautas adecuadas para que juzgues tu realidad de una manera más amable. Es decir, para que te sientas mejor con tu vida tal y como es sin que la vida de los demás te confunda en las comparaciones.