nuevos proyectos en septiembre

Finalizar las vacaciones es iniciar un nuevo proyecto

¿Has regresado de vacaciones con la cabeza cargada de nuevos proyectos? Septiembre suele ser época de deshacer las maletas y volver a ponernos nuestro uniforme de trabajadores, que incluye horarios, compañías y rutinas un poco más encorsetadas de lo que podemos permitirnos durante las vacaciones. Una vez que rompemos ese hielo es hora de afrontar el nuevo curso. En realidad no importa si trabajas, estudias, estás jubilado o en el paro: el mes de septiembre tiene para todos un halo de comienzo solo equiparable al que se establece a principios de enero.

Para muchas personas es el momento de poner en marcha todo eso que les ha estado rondando en la cabeza durante las últimas semanas, meses o -si su ritmo es un poco más lento- años. ¿Me apuntaré al gimnasio? ¿Dejaré mi trabajo? ¿Empezaré por fin a refrescar mi nivel de inglés? ¿Dejaré a mi pareja? ¿Iré a terapia? ¿Me pondré a régimen? ¿Me cambiaré de casa? ¿Intentaré quedarme embarazada? ¿Hablaré con mi equipo sobre las ideas brillantes que se me han ocurrido para que empecemos a trabajar un poquito mejor?

planning

Los proyectos pueden ser muy trascendentales o referirse a cosas no tan importantes de la vida cotidiana pero que tienen también un impacto directo en nuestro bienestar. Algunos de ellos pueden ser, simplemente, un primer paso para cambios de mayor envergadura. Sea como sea, si te apetece, si crees que es el momento, si en realidad no hay nada grave que te lo impida… el momento de ponerlos en marcha siempre es ahora.

No te eternices planificando. Las cosas hay que pensarlas pero la vida es la vida de verdad: en algún punto tendrás que pasar de tus sueños, de tus planificaciones, a ejecutar conductas. Una vez que has rumiado en tu cabeza durante un tiempo eso que te apetece emprender… debes tomar una decisión: o bien dejas esa idea “en la nevera” para más adelante (es decir, la dejas reposar sin darle más vueltas), o bien la desechas (definitivamente no es el momento y nunca lo será, no te apetece tanto, es una locura) o bien la pones en marcha (¡a por ello!). Congelarte en tus pensamientos es tentador, pero no es vivir de verdad.

No confundas la espontaneidad con la impulsividad. La primera tiene que ver con tu flexibilidad y capacidad para adaptarte a un entorno cambiante, la segunda puede generarte algún que otro problema si la utilizas como guía en las grandes decisiones. A veces basta con pensarlo un día más y actuar. Lanzarse no es lo mismo que precipitarse.

Ten paciencia. Hay proyectos complejos que requieren toda una estrategia, pasos previos, incluso rodeos (por ejemplo, cambiar de trabajo o buscar una forma de vida en otro país al que barajas trasladarte). Son logros a largo plazo y van a tardar en regalarte señales de satisfacción o concreción. Otros, simplemente, dependen de vencer nuestra pereza y hacerlos sí o sí (por ejemplo, por mucho que lo estés retardando, apuntarte a inglés consiste en ir a la academia o llamar por teléfono y, literalmente, apuntarte a inglés. No tiene más. Si ves que hay más, probablemente son excusas. Lo mismo sucede con el acto de pedir cita a un psicólogo).  

Date una oportunidad, ¡prueba! Claro que seguramente vas a tener más ocasiones de poner en marcha eso que te ronda la cabeza pero… ¿por qué no ahora? Aprovechando que las vacaciones han acabado y que comienza un nuevo curso, conéctate con esa parte de ti que se abre a la vida, que se permite vivir de otra manera aunque sea provisionalmente, que intenta diferentes maneras de mejorar ciertas condiciones de su vida.

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Organízate, hay proyectos que requieren tener clara una cierta estrategia, hacer números o investigar ciertas cosas. Necesitarás dedicarle un tiempo y quizá consultar con gente que pueda inspirarte, darte ideas o, quién sabe, salvarte de emprender algo que realmente no te conviene.

En cualquier caso, si al finalizar tus vacaciones sientes que septiembre es, una vez más, un laberinto de grandes ideas nunca materializadas, reflexiones que no tienen fin o frustraciones que vienen de malas decisiones o de una expectativa desajustada es bueno que te plantees consultar con un profesional. Los psicólogos podemos ayudarte a clarificar tus ideas, explorar tus motivaciones y permitirte darle forma a las ideas que te van naciendo y que pueden proporcionarte una vida mejor.

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