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ToggleEl trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por un sentimiento persistente y duradero de ansiedad. Podría describirse también como una sensación de tensión interna y una aparente incapacidad para relajarse que se prolongan en el tiempo.
Esta sensación va acompañada de manifestaciones físicas como inquietud, dificultad para concentrarse, tensión muscular o alteraciones del sueño.
Sin embargo, el elemento más característico lo encontramos a nivel cognitivo: la preocupación. Tanto es así que este trastorno podría llegar a entenderse mejor si lo denomináramos “trastorno de preocupación excesiva”.
Preocupación excesiva
La persona siente preocupación por casi todos los aspectos relacionados de su vida. Sobre su presente y su futuro, sobre lo que puede ocurrirle a sus personas cercanas, incluso por la situación general del país.
Poco a poco estas personas se van sintiendo abrumadas por esas preocupaciones excesivas. Y esto les puede llevar a dejar de realizar muchas cosas debido a ese miedo. Tienen la necesidad de controlar tantos aspectos de su vida y de la de los demás como les sea posible.
Por otro lado, se van mostrando como personas inseguras y todo esto termina teniendo repercusión en su autoestima y estado de ánimo. Es bastante común encontrar síntomas de depresión en personas con trastorno de ansiedad generalizada.
En el ámbito social y familiar a veces se las percibe como una típica madre preocupada. Se muestran atentas a la mayoría de aspectos de las personas que les rodean y necesitan constante información sobre el desarrollo de los acontecimientos para calmar esa ansiedad, esa preocupación constante.
Aunque en principio esto se pueda percibir como muestra de bondad y preocupación por los demás, en realidad lo que experimentan les genera un sufrimiento muy real, que está fuera de su control. Las personas de su alrededor incluso pueden llegar con el tiempo a percibir una falta de confianza por parte de las personas que presentan un trastorno de ansiedad generalizada.
Inicio y prevalencia
La edad de inicio de la ansiedad generalizada se sitúa al comienzo de la vida adulta -en torno a los 20 años- y suele convertirse en algo crónico, si bien es cierto que pueden observarse periodos más graves debidos a situaciones concretas de mayor estrés.
Se estima que la prevalencia de este trastorno es del 5 % en la población general y que se da más en mujeres que en hombres, con una proporción de dos tercios a uno.
Tratamiento de la ansiedad generalizada
Existen dos tratamientos bien establecidos para tratar la ansiedad generalizada: el farmacológico y el psicológico, en concreto el cognitivo-conductual.
Respecto al tratamiento farmacológico, lo indicado en este caso son las benzodiacepinas, es decir, los ansiolíticos. Las personas adecuadas para establecer estos tratamientos son los psiquiatras y, en menor medida, el médico de cabecera. Es importante señalar que siempre deben tomarse con control médico ya que pueden generar una alta dependencia.
Sin embargo, este tratamiento tiene sus limitaciones, ya que únicamente se centra en uno de los síntomas, pero no dota al paciente de las herramientas adecuadas para descronificar el problema.
Por eso, como hemos mencionado, desde la psicología aplicamos las terapias cognitivo-conductuales.
La primera parte de esta terapia comienza con definir las diferentes preocupaciones y agruparlas por temáticas. Una vez concretadas estas preocupaciones centramos el interés en que la persona se exponga a ellas.
Se enseña al paciente técnicas de relajación para poder ir acercándose a esas preocupaciones con un menor nivel de ansiedad. A través del entrenamiento finalmente el paciente puede acercarse a estos pensamientos con un bajo nivel de ansiedad.
Esto se repite para cada grupo temático de preocupaciones. Hay que tener en cuenta que, normalmente los temas sobre los que versan las preocupaciones de la persona son muy diversos, por tanto se requiere de cierto tiempo e implicación por parte del paciente para obtener resultados y lograr un amplio manejo en el control de la ansiedad.
Meditación y ansiedad generalizada
En los últimos tiempos también se está demostrando la efectividad de terapias más alternativas para el trastorno de ansiedad generalizada, que incluyen la meditación y la relajación.
La esencia de estas técnicas reside en poder contemplar nuestros pensamientos, nuestras preocupaciones, sin “llegar a entrar en ellos”. Adquirir destreza en estas técnicas lleva bastante tiempo pero demuestra sus beneficios desde el principio. En el propio proceso de aprendizaje se van adquiriendo habilidades que resultan muy beneficiosas a las personas que sufren un trastorno de ansiedad generalizada.
Practicando meditación la persona se va haciendo consciente del bombardeo de ideas y pensamientos que tiene a lo largo del día, de toda la información que en realidad “desecha” por irrelevante. Si prestáramos atención a todas esas ideas nuestra cabeza no sería capaz de atender a los estímulos más relevantes de nuestra vida cotidiana.
De este modo, la persona aumenta progresivamente su capacidad para no dejar que los pensamientos dominen o paralicen su vida. Ahora es ella la que decide lo que realmente es importante, decide a qué prestar o no la atención requerida.
Por tanto, estas técnicas -en combinación con otras dentro de una psicoterapia amplia– se presenta como la mejor alternativa para superar el trastorno de ansiedad generalizada.
Si deseas obtener más información sobre este problema de salud o sobre cuál es la mejor manera de abordarlo terapéuticamente no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Estamos aquí para ayudarte.