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ToggleEl sexting, también llamado en español sexteo, consiste en enviar o intercambiar con otras personas mensajes de contenido sexual. Esto puede hacerse con la pareja habitual o bien con personas con quienes se está flirteando o con quien hace poco que se ha iniciado algún tipo de aventura.
Como sucede tantas veces, esto no es nada nuevo, sino que ha existido toda la vida. De hecho, los epistolarios públicos -y privados- son buen reflejo de ello (todos sabemos que las cartas de amor no siempre han sido exactamente de amor, tú ya me entiendes). No obstante, gracias a los avances en la telefonía móvil y también a una consideración social más desenfadada de la sexualidad, en la actualidad los mensajes de contenido sexual ya no tienen por qué limitarse a formatos verbales sino que pueden incluir -o limitarse a- iconos, vídeos o fotografías.
A menudo se advierte de los peligros que entraña esta práctica, sobre todo por la publicidad malintencionada o involuntaria que los destinatarios de nuestros mensajes pueden hacer de ellos. Esto es especialmente relevante sobre todo cuando hablamos de menores de edad. Tienen 15 años pero tienen móviles y ya miden más que tú: no pienses que solo hablan entre ellos de la fecha del próximo examen ni que el mundo exterior al patio del colegio es ajeno a ellos. Si los adultos no siempre lo hacemos, tampoco pienses que ellos calibran adecuadamente las consecuencias de compartir cierta información.
En cualquier caso, sea cual sea nuestra edad todos debemos ser conscientes de que una vez que enviamos a alguien un mensaje de cualquier tipo su contenido deja de ser solo nuestro y pasa a ser (potencialmente) también del resto del universo. Si hemos estado hablando del tiempo o de la lista de la compra esto no tiene mucha importancia. Sin embargo, cuando los contenidos verbales o audiovisuales son de tipo erótico o muy sexualizado el hecho de que puedan difundirse más allá del destinatario deseado es un riesgo muy real que hay que tener muy en cuenta. Al fin y al cabo, a nadie le gusta ser pillado con el culo al aire… literalmente. Tampoco hay mucha gente que desee que cualquier persona vaya por ahí leyendo las florituras verbales con las que ha descrito su nivel de excitación sexual en un momento dado.
Esto exige de todo sexteador que se precie la debida responsabilidad, tanto con los mensajes que envía como con los mensajes que recibe. No olvides que una buena “ética promiscua” (por utilizar el título del famoso e imprescindible libro de Dossie Easton y Janet Hardy) implica que en cualquiera de nuestras actividades sexuales -y el sexting lo es- nos preocupamos del otro tanto como de nosotros mismos. De esta manera, igual que queremos que el otro proteja la información que le hemos enviado solo a él o ella, nosotros debemos hacer lo propio.
Dentro de los debidos parámetros de la salud mental y de la legalidad, nuestro deseo sexual y nuestros gustos no son nada de lo que debamos avergonzarnos. Por eso, no hay nada de malo en utilizar nuestras aplicaciones o redes sociales como vehículo para expresar ciertos aspectos de nuestra sexualidad… siempre con la debida cautela y midiendo bien los riesgos. Recuerda que una foto o un vídeo de tu estupendo cuerpo desnudo (cara incluida), así como una declaración erótica de principios en la que se te identifique claramente no tienen el mismo valor como cotilleo que una crónica aburrida de las últimas dos horas en la oficina, por eso requieren una especial protección.
Para ello, te indicamos 4 consejos que debes tener en cuenta cuando la cosa se ponga picantona en tu pantalla. Puedes utilizarlos a modo de boletín básico de reducción de daños en lo que a sexting se refiere.
1. Sé pertinente
Más allá del factor sorpresa y de la espontaneidad, en el sexting influyen también otros factores. Plantéate con qué objetivo lo haces esta vez. Puede ser para calentar el ambiente antes de una cita, para paliar la imposibilidad de tener una relación sexual en un momento dado debido a la distancia, para seducir a alguien con un adelanto de lo que puede haber más tarde o para mantener viva la llama matizada por la rutina… Sexting no es (solo) enviar a otra persona una foto de lo que hay debajo de tu ropa: para que sea eficaz hay que adaptarlo a cada situación y a cada persona.
2. Sé asertiva
Sextear es una forma de sexo, así que pon tus límites. Disfrútalo, el sexting es para divertirse, no es ninguna obligación. Si no te sientes cómoda manteniendo conversaciones subidas de tono a través de Whatsapp o enviando fotos eróticas… sencillamente no te preocupes, no es obligatorio hacerlo. Es un juego compartido en condiciones de igualdad, no una herramienta de presión. No seas muy impulsiva, si te apetece hacerlo piensa bien qué contenido quieres enviar y ten en cuenta que, normalmente, lo suyo es que en estas cosas haya reciprocidad para que ambos podáis tener mayor sensación de seguridad.
3. Sé prudente
Cuando te plantees enviarle a alguien un contenido de tipo sexual, piensa en las diferencias que hay entre enviar una frase y enviar una fotografía. Valora también, por ejemplo, la medida en que una tercera persona puede identificarte si el mensaje (frase, vídeo o foto) se expande indeseadamente. Valora el nivel de confianza que tienes con tu compañero o compañera de sexting y utiliza trucos de sentido común. Por ejemplo, no enviar fotos en las que se vea tu cara es un clásico entre los clásicos.
Por otro lado, la prudencia no tiene que ver solo con los mensajes que envías, sino con el momento que eliges para mirarlos. Recuerda: el lugar de trabajo, el transporte público o la cena de Nochebuena pueden no ser los escenarios más adecuados para exponerse a una lecturita sexi.
4. No te limites a lo digital
Las aplicaciones de ligoteo son un terreno abonado para que florezcan frondosas selvas de sexting. No obstante, también es importante recordar que esta práctica es sobre todo un complemento, una guinda de tu vida sexual, pero que la vida es la vida analógica, la de verdad, con personas de carne y hueso. Por eso, está genial que alcances niveles de virtuosismo en cuanto a sexting se refiere pero no utilices las pantallas para esconderte de un encuentro humano real y cara a cara.
Sé espontánea pero haz las cosas con cabeza. Saca a la persona caliente y calculadora que hay dentro de ti y ponle un poco de chispilla a la salud sexual de tu relación de pareja o de tus ligues esporádicos. No hay nada de qué avergonzarse por currarse un poco la parte erótica de la comunicación.
Hacerlo -a tu manera- es saludable, así que date permiso para ello, sé un poco gamberra o sé todo lo gamberra que eres. Sigue las pautas que te hemos indicado, adáptate al contexto, ten en cuenta sobre todo a la persona que hay al otro lado de la pantalla y, ¡adelante! Saca todo el partido que un buen sexting puede darle a un momento gris o solitario.
Y ya sabes: si el momento se hace demasiado gris o solitario quizá es hora de darle una vueltecita un poco más en profundidad por si acaso está pasando algo más serio. Ahí es donde los psicólogos podemos ayudarte, ¡no dudes en contar con nosotros!