El arte de la asertividad en 8 pasos

Hace unas semanas hablamos en este blog sobre la dificultad de pedir ayuda, muchas veces por miedo a molestar , a ser juzgados o a que no nos comprendan. Pedir algo, comunicar nuestro punto de vista, tiene que ver con la asertividad, uno de los grandes retos a los que se enfrenta toda relación entre seres humanos. Se trata, ni más ni menos, de ser capaces de expresar lo que sentimos, necesitamos, queremos o merecemos de una manera educada, que no hiera al otro y que no dañe nuestra relación. No te metas demasiada presión, solo eres una persona como otra cualquiera aprendiendo a ser más asertiva para tener mejores relaciones. Parece difícil y en ocasiones lo es, pero es un arte en el que podemos adiestrarnos si ponemos en práctica las siguientes sugerencias:

1 Piensa bien qué quieres decir antes de decirlo. Estructura el mensaje, eso aportará claridad y seguridad a tu discurso y evitará que vaciles al transmitirlo.

2 Anticípate a las posibles consecuencias. No podemos adivinar el futuro, pero sí prever ciertas respuestas en los otros ante las cuales es importante tener preparada la contrarréplica.

3 Ensaya: es importante que veas qué tal suena en voz alta lo que tienes que decir antes de que lo escuche el destinatario. Muchas cosas suenan muy suaves en nuestra cabeza y muy solemnes al decirlas en voz alta, y viceversa. Plantéatelo como si hicieras un boceto, prueba qué palabras quieres usar y cuál es el mejor tono. Recuerda que debe haber una cierta armonía entre los diferentes componentes de la comunicación: unas palabras suaves acompañadas de un dedo que acusa y una mirada que acuchilla no serán recibidas como un mensaje asertivo, así que procura que los colores de tu mensaje combinen bien entre sí.

arte asertividad

4 Prepárate para un no, prepárate para un sí, prepárate para la incertidumbre como resultado. A veces, cuando queremos pedir algo, no nos hemos planteado en profundidad cómo nos sentará una negativa. Más llamativo todavía resulta cuando la hemos dado por supuesta y resulta que luego nos salimos con la nuestra y nos dicen que sí (estas suelen ser las ocasiones del tipo “y, de repente, ¡el miedo a que la jugada me salga bien!”). Otras veces la negociación queda abierta y sin acuerdos concretos. No te agobies, la comunicación es un proceso continuo, no es solo un episodio puntual.

5 Afiánzate en tu decisión: siente plenamente las ventajas que tiene lo que planeas hacer o decir. Si crees que es importante y has reflexionado lo suficiente sobre tus motivos encontrarás la manera de transmitir que lo que te pasa merece ser tenido en cuenta, y lo harás de manera respetuosa y firme.

6 Recuerda: las razones del otro y las tuyas son importantes, no entres en peleas ni en competiciones. Ten en cuenta que quizá el otro no se ha ejercitado en todas esta artesanía de la asertividad antes de la conversación, así que si pones un extra de paciencia seguro que lo agradecerá.

7 No te precipites pero tampoco te eternices. Normalmente no hay momentos perfectos para decir ciertas cosas, sobre todo aquellas que prevemos que no van a sentar muy bien. Escoge uno que te parezca poco malo y lánzate, en algún momento hay que hacerlo.

8 No anticipes dramas: seguramente nadie va a dejar de quererte o te va a retirar el saludo o te va a despedir porque defiendas tu punto de vista -mientras lo hagas con asertividad e, incluso, desde el cariño, siempre que eso sea posible. Además, aunque se enfaden nunca podrán negar lo bien que lo defendiste.

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