Pisar la consulta de un psicólogo, ya sea de forma presencial u online, es un paso que requiere valor puesto que supone empezar a tomar conciencia sobre aquello que somos y las cosas que nos preocupan.
Si es tu primera vez es probable que te encuentres nervioso, como pasa con todas las primeras veces. Es posible que no sepas qué esperar, que no tengas muy claro cómo funciona o qué debes hacer. No te preocupes, tu psicólogo será quien se encargue de guiarte en esta aventura hacia tu interior.
Según el estilo terapéutico o el encuadre que utilice tu psicólogo, la terapia y las sesiones se irán desarrollando de una manera u otra. Tienes que tener en cuenta que elegir el psicólogo adecuado es como elegir la mejor tortilla de patata. ¿Es fácil ponerse de acuerdo sobre cuál es la mejor? Efectivamente no suele ser así, la decisión varía mucho en función de los gustos y las preferencias o necesidades.
La personalidad, la formación, el estilo que adopte tu psicólogo o su forma de hablar, son sólo algunos de los factores que pueden favorecer que te encuentres más o menos cómodo en sesión, sobre todo durante las primeras interacciones.
Desde el primer contacto comienza a generarse un vínculo entre terapeuta y paciente. Al igual que ocurre con otras personas, se establece cierta dinámica relacional: se exponen pensamientos, reflexiones y emociones, se intercambian palabras y gestos, se generan expectativas y sentimientos, se establecen acuerdos etc. Todo ello hace que surjan momentos de comprensión y unión, pero también pueden darse conflictos y desajustes en la comunicación, o en la relación terapéutica.
La relación terapéutica, como cualquier otra, atraviesa etapas, y todas ellas nos van enseñando a medida que avanza el proceso. Se va favoreciendo la intimidad pero claro, para ello es necesario invertir un poco de tiempo, paciencia y esfuerzo.
¿Qué ocurre cuando no recibimos lo que queremos por parte de nuestro psicólogo/a?
En primer lugar es importante saber que en una terapia nuestras emociones se despiertan; a veces no siempre son emociones positivas, lo cual no es agradable pero merece la pena. Es como esa salsa que hay que remover muy bien durante un rato para mezclar bien todos los ingredientes: a veces es cansado, pero al final el sabor en el plato hace que merezca la pena.
Al igual que con una pareja o un amigo, puede que algunas cosas que ocurren en el contexto terapéutico nos molesten, nos hagan sentir malestar o incluso nos enfaden. ¿Qué hacemos cuando ocurre esto o cuando sentimos que no estamos consiguiendo lo que queremos en nuestra terapia?
Puede ocurrir que callemos, que lo guardemos para nosotros mismos o que simplemente, abandonemos el proceso terapéutico. Pero siempre hay una opción intermedia que puede ser un punto clave en la relación: la comunicación. Hablar sobre cómo te estás sintiendo, dejar claro cuáles son los temas que te importan, tus expectativas o aquello que te gustaría conseguir y lo que te hace sentir mal de las sesiones.
Imagina que quieres hablar sobre algún acontecimiento importante para ti pero sientes que las conversaciones en terapia se desvían hacia otros temas. O que últimamente cada vez que vas a terapia sales muy revuelto, o que incluso estás teniendo dudas sobre la eficacia del tratamiento. Es valioso que tu terapeuta conozca estos detalles.
Conocer cómo te estás sintiendo tú dentro de tu terapia es importante para tu psicólogo/a para comprenderte mejor y, desde ahí, ayudarte a encontrar las soluciones a tus problemas o las respuestas a tus preguntas de la forma más eficiente posible.
No olvides que la terapia es tu hueco, es un espacio en el que poder expresar libremente lo que piensas y sientes, sin juicios. Por eso es el mejor escenario para hablar sobre todo esto ya que tienes delante un profesional que puede manejar la situación.
Puedes sentirte inseguro, puede darte vergüenza, puedes tener miedo de su respuesta o tal vez no quieras enfadar o disgustar a tu psicólogo. Pero tienes que tener en cuenta que probablemente, muchos de los sentimientos o situaciones que experimentes con tu terapeuta tienen mucho que ver con sentimientos que sientes a menudo con otras personas, fuera de la consulta. Aunque no te des cuenta o no seas consciente de ello, esto ocurre. Por ello verbalizarlo y ponerlo de manifiesto con tu psicólogo/a, te permite aprender en terapia nuevas herramientas que poner en práctica en la vida real.
Por ejemplo, es posible que si tiendes a demandar un poquito a tu pareja, quieras respuestas inmediatas o atención por parte de tu terapeuta y que, si no lo consigues rápidamente te frustres y pienses que la terapia no sirve para nada. O puede que si te cuesta expresarle a tu pareja lo que te gustaría obtener de ella, tengas dificultades para decirle a tu terapeuta lo que te gustaría recibir por parte de él; pero si aprendes a transmitirle a él tus expectativas, las posibilidades de que puedas hacerlo con tu pareja también aumentan.
Lo que ocurre en la vida real, tiende a repetirse en consulta. Por eso, si aprendemos a manejarlo en un espacio seguro, será más fácil trasladar lo aprendido en consulta e introducir cambios en nuestra vida personal.
Siguiendo el ejemplo de la tortilla, es como si aprendes a cocinar tortilla con un buen cocinero. Aunque vayas a otra cocina y él no esté delante, ya sabes que tienes las habilidades y el conocimiento suficiente como para preparar una tortilla. Podrá quedar mejor o peor, pero será cuestión de práctica y de adaptarse a la sartén que tengas en casa.
La terapia es el sitio en el que aprendemos a identificar cómo nos sentimos y trasladárselo a las personas de nuestro alrededor, aprendemos a regular nuestras emociones para poder tener relaciones más satisfactorias con nosotros, y con el mundo.
¿Cómo hablo con mi psicólogo sobre lo que me preocupa acerca de mi terapia?
No lo dudes y hazle saber a tu terapeuta cómo te sientes dentro de tu proceso terapéutico para que puedas sacar el máximo provecho.
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Reflexiona sobre aquello con lo que no te encuentras cómodo
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Trata de concretar o especificar aquello que te gustaría cambiar o con lo que no te encuentras cómodo/a
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Piensa en cómo le contarías a tu amigo cómo te está yendo con la terapia: qué cosas te están ayudando, en qué estás teniendo problemas…
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Escribir lo que quieres decir puede serte de ayuda
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Recuerda que tu psicólogo es un especialista, no olvides que siempre tratará de hacer lo mejor para ti
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Utiliza algún espacio de tu sesión para expresarle cómo te sientes desde la calma, puedes programarlo o pedirlo con antelación
No olvides que la comunicación es uno de los pilares fundamentales de cualquier relación. Si aprendes a manejarla en sesión, te será mucho más fácil comunicarte de forma exitosa con las personas que quieres.