Sus libros pueblan cientos de estanterías, son entrevistados frecuentemente en programas de televisión y las secciones de psicología de los suplementos dominicales requieren sus contenidos (a pesar de que casi ninguno de ellos ha estudiado la carrera de Psicología). Internet está repleto de sus conferencias y, por supuesto, las redes sociales cuentan con multitud de imágenes y eslóganes motivadores que han confeccionado sobre los más diversos temas. Se trata de una especie de gremio, relativamente nuevo, con un aura a veces cuasi-religiosa y surgido en los márgenes de la psicoterapia oficial. Algunos de sus integrantes se consideran a sí mismos coaches, otros se llaman influencers y otros utilizan otra terminología más florida para describir lo que hacen, normalmente eufemismos que quieren recordar a algo relacionado con lo psicológico.
Muchos de ellos tienen un gran éxito en cuanto a notoriedad y, probablemente, ingresos. La felicidad suele ser su material de trabajo principal y, por lo visto, eso genera mucho dinero. De hecho, ya se empieza a hablar de la “industria de la felicidad” y no precisamente para bien.
Es probable que muchas de las enseñanzas que estas personas pretenden transmitir no sean descabelladas ni negativas, sino que tengan bastante sentido (a menudo un sentido estrictamente común). El problema, sin embargo, es la banalización de la psicología real que la actividad de este gremio está provocando. Por no hablar de cómo, a menudo, sus enseñanzas generan efectos contrarios a los pretendidos.
En efecto, más allá de inspirar o motivar durante un rato (que a veces no está mal), no está tan claro que esta factoría de subproductos psicológicos con mucho sabor pero poco cuerpo generen en sus seguidores tanto bien como prometen. O, lo que es peor, que no generen un mal con el que sus los consumidores de esta industria no cuentan.
Las 7 características del “mundo autoayuda”
Para ver con un poco más de detalle por qué a menudo estos enfoques, que habitualmente se engloban bajo la categoría de “autoayuda” o “crecimiento personal” no son los más adecuados desde el punto de vista de la psicología rigurosa vamos a indicar algunas de sus características más habituales.
1. Obsesión con el tiempo
Los “influencers” de la psicología, sobre todo aquellos que no son psicólogos, hacen un intenso énfasis en la necesidad de vivir cada instante con intensidad, disfrutar de cada momento, percibir cada instante como crucial y como si fuera el último que se va a vivir. Estar en el presente.
2. Concebir la felicidad como un derecho
Como decíamos, uno de los temas capitales de estos contenidos es tan antiguo como la humanidad: la felicidad. Y, dejando de lado el hecho de que es un tema que nunca ha acabado de resolverse, ellos sí creen haber dado con la solución. Además, conciben la felicidad de modo militante, es decir, reivindicativo: se trata de un bien que la persona se merece, que la persona puede conseguir y que la persona tiene que conseguir. Lo quiero, lo tengo. No lo tengo, me lo merezco. No lo tengo, lo puedo conseguir.
3. Énfasis en el locus de control interno
Todo lo que ocurre en tu vida, tanto fuera de ti como en tu interior, es producto de tus decisiones personales, ya que eres el único responsable de lo que te ocurre. Tú decides tu vida, tú generas por ti mismo las condiciones para desarrollarte plenamente. Por supuesto, tú eliges si eres feliz o te quedas como estás. Cambiar de vida está en tu mano y depende de una decisión tuya. Tomar esa decisión es la única condición para acceder a un mundo de permanente bienestar: es lo único que tienes que hacer y el objetivo ocurrirá.
4. Enfoque instrumental
La experiencia vital de modificar el malestar y la insatisfacción que tiene un individuo es un proceso perfectamente estructurado. Primero se diagnostica una carencia (no soy feliz, no me gusta mi vida, estoy frustrado, no tengo un propósito). Después se plantea un objetivo (básicamente cambiar lo anterior: la meta es siempre encontrarse con uno mismo, ser más auténtico o ser más feliz). Por último, se plantean una serie de pasos para lograrlo. La felicidad/cambio es una promesa y algo que se puede seguir poniendo en práctica una serie de instrucciones recogidas en un libro o escuchadas en una conferencia. Solo hay que tomar la decisión de seguir esos pasos.
5. Terminología grandilocuente
No podemos inspirar a nadie sin las palabras adecuadas. Por eso este enfoque de la periferia de la psicología emplea su propia jerga, una terminología agradable, evocadora y motivante pero enormemente inconcreta. Ese lenguaje suele tener tres características: a) sentimentaloide o romántica: ilusiónate, pasión, enamórate, sé feliz, confía en ti, b) arenga para guerreros: eres poderoso, hay una fuerza en tu interior, hacer impacto, luchar, el miedo es un enemigo, c) arquitectónica: construir, crear, espacios, desarrollar, armar.
6. Obsesión con el cambio
En el universo de la autoayuda todo está dirigido a cambiar algo que está mal, normalmente la manera de vivir la vida que tiene un individuo en su conjunto. Por eso los mensajes van siempre en esa dirección: tienes que cambiar, cambiar está en tu mano, si no cambias nada cambia, no esperes que los demás cambien, o cambias o mueres, diseña tu propio cambio personal.
7. Perfil pseudoprofesional o aprofesional
Como ya hemos indicado, es muy habitual que los principales gurús de este paradigma no sean profesionales de la salud mental académicamente acreditados, aunque se muevan en la órbita de lo terapéutico y lo psicoterapéutico. Son celebridades (actores, presentadores), abogados, periodistas, empresarios o personas de ámbitos diversos que han generado un nuevo perfil profesional, normalmente inespecífico o eufemístico y que suele ir acompañado de la etiqueta de “experto en” algo relacionado con la psicología. En ocasiones afirman que han leído mucho sobre psicología, que han hecho cursos sobre espiritualidad o crecimiento personal o que están especializados en temas relacionados con la psicología pero no a partir de los estudios universitarios oficiales.
Menos gurús y más psicólogos profesionales
Como decía Cervantes, no hay libro que no tenga algo bueno. Aplicado a nuestro asunto, ya hemos dicho antes que no todo lo que dice la la industria del desarrollo personal es falso o nocivo sino algunas cosas o algunas maneras de plantear las cosas. Por eso, como psicólogos profesionales que somos, queremos explicarte por qué nos parece que las siete características que has leído más arriba nos parecen inadecuadas y cuál es el enfoque alternativo que creemos más correcto.
1. Experimentar el tiempo como algo natural
La obsesión con vivir cada instante como si fuera el último, aprovechándolo al máximo y disfrutarlo antes de que se desvanezca, y así un instante tras otro, no ayuda a disfrutar de la vida. Al contrario, sino que genera una enorme ansiedad y exacerba la angustia existencial de percibir que el tiempo pasa y -lo disfrutemos o no- no hay nada que podamos hacer para evitarlo. Sugerir a la gente que disfrute de su vida es sabio, presionarla para que viva y disfrute de cada instante de su vida como si fuera el último es, sencillamente, absurdo y contraproducente.
2. Mejor hablemos de bienestar psicológico
La felicidad no es un derecho y no es algo que nadie se merezca. O lo es en el lenguaje coloquial y en el mundo privado y relativo de las aspiraciones personales, pero no más allá de eso. Pretender que alguien tiene derecho a ser feliz cuando ni siquiera nadie sabe lo que es la felicidad y cuando cualquier ser humano que no mienta sabe que la felicidad es un estado de bienestar fluctuante no ayuda a las personas a ser más felices, ni siquiera a que se encuentren mejor. Al contrario, aumenta su insatisfacción con su propia vida al tomar conciencia de que son incapaces de alcanzar ese estado de felicidad permanente que se les ha prometido en un libro o en una conferencia.
3. Yo soy yo y mi circunstancia
O, lo que es lo mismo, en la vida de los seres humanos hay cosas que están en nuestra mano y dependen enteramente de nuestras decisiones individuales y otras, sencillamente no. Hacer creer a las personas que los cambios profundos y trascendentales en su vida dependen única y exclusivamente de una decisión personal -de lo cual se deduce que quien no toma esa decisión es porque no quiere encontrarse mejor– no las ayuda a cambiar. Al contrario, hace que se culpabilicen de sus desgracias y su malestar y está basado en una filosofía individualista que defiende la falacia de que “querer (siempre) es poder”.
4. El orden está bien, pero la vida no es una receta
Simplificar las cosas, ordenarlas por puntos y hacerlas comprensibles para un gran público está muy bien. Nosotros lo hacemos permanentemente. Sin embargo, reducir el profundo proceso de cambio personal que puede experimentar una persona a una serie de pasos estructurados en forma de receta, como si todas las personas que desean cambiar su vida pudieran hacerlo siguiendo las mismas pautas igual que quien monta un mueble no es hacer sencillo y concreto lo abstracto y complejo: es banalizar y descafeinar el desarrollo personal hasta niveles propios de un horóscopo de revista, con el que cualquier persona pueda sentirse identificada lea el signo que lea.
5. Poesía al poder, pero con contenido
La potencia del lenguaje está muy bien siempre y cuando sea susceptible de tener detrás un contenido a analizar y que este pueda ser concretado y desarrollado. Azuzar las emociones de una persona y motivarla con discursos que después la dejan al borde del vacío (a no ser que decida continuar su proceso de cambio mediante una serie de sesiones de “coaching” escandalosamente caras) no ayuda a las personas a cambiar ni las inspira de manera profunda o duradera. Lejos de eso, las confunde y deslumbra con fuegos artificiales y luego las deja exactamente en el mismo sitio.
6. Cambiar para nada es tontería
No seremos los psicólogos quienes hablemos mal del cambio, al contrario: gran parte de nuestro trabajo consiste en ayudar a las personas a cambiar. Así que sí: si hay que cambiar, se cambia. Pero no todo en la vida es cambiar aquello que está mal. Los verdaderos profesionales de la salud mental sabemos que hay cambios que son posibles y otros que no lo son y que no por ello la persona está condenada a una vida miserable. Existe también un bonito camino hacia la autenticidad en el proceso de aceptarse, conocerse, permitirse ser la persona que uno es y permitir que los otros sean las personas que son. Y hacerlo entendiendo por qué las cosas suceden como suceden mientras asumimos que muchas cosas no tienen explicación ni más margen de maniobra.
7. Ponte en manos de profesionales
Por muy inspiradora que pueda ser una lectura, una conferencia o un taller experiencial de tres días, resulta muy ingenuo pensar que podemos experimentar cambios profundos y duraderos en nuestra salud mental y crecimiento personal solo con eso. Tanto si te encuentras mal y tienes problemas serios a solucionar como si no tienes mucha urgencia pero crees que tienes asuntos personales a los que merece la pena meterles mano no lo dudes: busca inspiración donde quieras pero no te conformes con fuegos artificiales. Ponte en manos de un profesional con formación, experiencia y acreditación e inicia un verdadero proceso terapéutico. Te aseguramos que, con lo que pongas de tu parte tú, lo que ponga tu psicólogo/a y un poquito de buena suerte (aquello que no podéis controlar ninguno de los dos) notarás la diferencia.