5 cosas que (no sabías que) ya has hecho como emprendedor

La crisis económica que hemos sufrido en la última década nos ha dejado un legado de nuevas coletillas. No está muy claro si han enriquecido nuestro lenguaje o si son simples artefactos para edulcorar una realidad demasiado técnica o desagradable como para llamarla por su nombre.

Como es evidente, eran palabras que ya se utilizaban antes de la crisis económica, pero con ella cobraron un prestigio desconocido hasta entonces. A veces ha dado la impresión de que no eras nadie si no las utilizabas, como si te negaras a subirte al barco de la modernidad en medio de una tempestad laboral en la que hasta el marinero más curtido soñaba con un milagro.

Algunas de esas palabras solo se empleaban en ámbitos muy específicos, otras simplemente no existían y otras las habíamos oído pero no estábamos familiarizados con ellas. Sea como sea, años después las hemos incorporado a nuestro vocabulario con total naturalidad.

La mayor parte de esas expresiones tienen un carácter pesimista o incluso siniestro. Cláusula suelo nos suena a un banco que ha intentado hacernos el lío en el momento de firmar las condiciones de una hipoteca. Escrache es acudir a la puerta del domicilio de una figura pública -o a algún lugar al que deba asistir- para montarle un pollo como acto de protesta. Cuando pensamos en un desahucio nos vienen a la mente imágenes de desalojos forzosos de familias que viven en condiciones precarias, con policías y manifestaciones incluidos. Y qué decir de recortes, pobreza energética o prima de riesgo: después de oírlas machaconamente durante los últimos años las hemos integrado como si siempre hubieran estado ahí.

El verbo de moda

Junto con las anteriores, no hay duda de que el otro concepto estrella de la crisis es el de emprendedor. Sí, emprender -junto con reinventarse- se ha convertido en los últimos años en el verbo de moda y se ha utilizado para describir la estrategia de supervivencia laboral número uno. Son, por así decirlo, la parte poética de la crisis. La cuota de optimismo o positividad que, al menos en el léxico, nos ha dejado esta crisis económica, por contraste con las palabras o expresiones que hemos mencionado hace un momento.

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Normalmente se asocia el concepto de emprender o de emprendedor con el de una persona más o menos joven que se embarca en el proyecto de abrir su propio negocio, con la esperanza de prosperar por sí mismo sin estar ligado a los vaivenes de una empresa ajena.

Emprender más allá del trabajo

De este modo, se asocian a la figura del emprendedor una extensa serie de cualidades muy concretas: valentía, don de gentes para eso que llamamos networking, flexibilidad, tolerancia a la incertidumbre, empoderamiento, buena autoestima, paciencia, creatividad, capacidad para el esfuerzo y el sacrificio…

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No son cualidades exclusivas del emprendedor, es decir, de alguien que por vocación u obligado por sus circunstancias decide poner en marcha un proyecto personal que le permita ganarse la vida en buenas condiciones. Aunque muchas personas compartan esta actitud, solemos perderlas de vista fuera de este contexto.  

En un mundo donde se da tanta importancia a lo laboral y lo económico podemos acabar teniendo la impresión de que solo emprenden aquellas personas que se lanzan a dirigir sus carreras por cuenta propia, mientras que quienes no lo hacen tienden más a la comodidad que a la creatividad o la valentía. Es decir, que solo eres emprendedor si montas tu chiringuito y que lo demás es poco más o menos que improvisar o seguir espontánea y pasivamente el curso de tu vida.

Sin embargo, esto no es cierto. Ya sea de manera voluntaria o por azares que nos van ocurriendo, cualquier persona pasa su vida emprendiendo pequeños y grandes proyectos que la permiten crecer, enfrentarse a sus miedos, aprender lo que quiere y lo que no quiere y, en ocasiones, obtener un sentido profundo de realización y crecimiento personal. En todos ellos ponemos en marcha nuestra apertura de mente, nuestras ilusiones, creatividad, valentía, esfuerzo y todo lo que haga falta.

La lista de ejemplos con que podríamos ilustrar esto es infinita. De hecho, ¿por qué no te paras unos minutos y reflexionas sobre esas cosas que has hecho en tu vida, o que estás a punto de poner en marcha, y que también te hacen ser una persona emprendedora?

Cualquier situación en la que te propongas un objetivo más o menos elaborado, para cuyo cumplimiento tienes que esforzarte y poner en marcha tus recursos, es emprender. Emprender es ponerte en marcha para vivir una experiencia vital, eso que normalmente llamamos “proyecto”. Eso a veces es muy concreto y otras más difuso. No importa. Emprender es una característica propia de los seres humanos y lo hacemos constantemente y de acuerdo a nuestras características particulares.

Si no se te ocurre nada, a continuación te damos 5 ejemplos de situaciones nada exóticas o lejanas que también son emprender. ¿Te identificas con alguna?

1. Estudiar una carrera

Sí, de acuerdo, en estos días el acceso a la universidad está muy extendido y parece que estudiar una carrera lo hace cualquiera, que no es nada del otro mundo, como si se tratara de un paso evolutivo más. Pero no lo es. Aunque lo hicieras de manera más o menos inconsciente, estudiar una carrera universitaria fue una decisión que tomaste tras barajar distintas opciones que tenían que ver con tus intereses, tus gustos y tu incipiente proyecto de vida. Y no, eso no acabó el día que entregaste los papeles: hicieron falta muchas horas de clase, muchas fotocopias, mucho sudor y puede que incluso alguna lágrima para llegar a obtener tu título. Estudiar una carrera exige mantener durante años una misma línea vital contra viento y marea, con el objetivo de dar con ello el primer paso de una carrera profesional satisfactoria. Incluso aunque solo lo hicieras por amor al arte, como hacen los universitarios tardíos, amar el arte también es emprender.

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2. Aprender un idioma

¿Que aprender un idioma no es de emprendedores? Que te lo digan a ti, que te has pasado meses o incluso años rellenando ejercicios, viendo películas subtituladas, examinándote, conversando, viajando y, en definitiva, mejorando tu vida a través de una de las cosas que más puertas abre a cualquier ser humano: hablar un idioma que no es el suyo, sobre todo si lo hace con un buen nivel.

3. Hacer un viaje largo

Una escapada de fin de semana programada en una tarde en cuatro sencillos clicks puede no tener el aspecto de un proyecto de envergadura (hay a quien se le hace un mundo, ¿quién dijo que los proyectos importantes son los mismos para todos?). Sin embargo, piensa en esas personas que se van un mes, dos, o los que sean a un destino algo más complejo: un país lejano, unas actividades más de exterior que de museos, choques culturales, múltiples combinaciones de transporte y alojamiento que conciliar. Estamos de acuerdo en que irte unas semanas a Nepal no es lo mismo que montar una cafetería, ¿pero no te parece que ambas cosas son propias de una persona emprendedora? A mí, desde luego, sí.

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4. Tener un hijo (o varios)

Si tienes ganas de emprender un proyecto a largo plazo, complejo, lleno de incertidumbres, sorpresas, salpicado de buenos momentos y que, probablemente, tendrá aspectos que perdurarán por los siglos de los siglos… no lo dudes: ten un hijo. Probablemente hay pocas cosas en la vida que vayan a poner a prueba tus recursos personales durante tanto tiempo y con tanta intensidad como tener descendencia, mantenerla y educarla. A veces uno se convierte en padre o madre de manera involuntaria o inesperada, pero otras veces tener un hijo -o más- se convierte en un proyecto largamente acariciado desde mucho antes incluso de que se produzca. Sobre todo en estos casos no hay duda: crear una familia es emprender.

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5. Tener una relación de pareja

Algo parecido sucede cuando, paso a paso, pasamos de ser uno a ser uno-más-uno (o los que seamos). Las relaciones de pareja se definen básicamente por su componente de intimidad-complicidad, lo afectivo-sexual y, en tercer lugar, el compromiso: la íntima sensación mutua de que se desea seguir compartiendo importantes facetas de la vida, sensación que hace que la relación no se estanque, se vacíe o se rompa sino que se proyecte hacia el futuro.

Como ves, el tan cacareado emprendimiento tiene muchas maneras de llevarse a cabo. No todas son exitosas pero cada una de ellas es una empresa en sí misma, con su toque de aventura, riesgo, decepciones y, con un poco de suerte, grandes éxitos. Quizá estás en medio de alguna de esas aventuras, buscando tu propia manera de felicidad dentro y fuera del ámbito laboral. Si eso te genera dificultades recuerda que los psicólogos estamos aquí para ayudarte con tus dudas, repasar tu motivación, acompañarte en tus frustraciones o clarificar tus tomas decisiones. Cuenta con nosotros.

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