¿Sabes lo que quieres en tu vida? Aclara tus objetivos

¿Has estado pensando sobre esos nuevos proyectos o ideas que estan dando vueltas en tu cabeza durante algún tiempo? A veces no es tan fácil ponerlos en marcha, no tanto por la falta de habilidades o energía, sino porque no sabemos lo que queremos. A veces lo difícil no es conseguir lo que quieres, sino aclarar primero qué es eso que realmente deseas: para concretar cuáles son tus objetivos y focalizar tus fuerzas en esa dirección.

¿Tienes claro lo que quieres?

Para que un objetivo no se disipe fácilmente de nuestra cabeza tiene que ser holístico y estimulante. Esto quiere decir que tiene que integrar o abarcar de forma compatible varios aspectos vitales fundamentales y, además, ser algo que te entusiasme o te motive.

Desde fuera muchas personas pueden ser percibidas como exitosas, sin embargo, ellos no se perciben como tal. Pueden tenerlo todo pero, ¿lo que tienen les hace realmente felices? No hablamos sólo de posesiones materiales, sino de si te hace feliz en qué y cómo inviertes tu tiempo.

Para poder sentirnos totalmente satisfechos tiene que ser algo en lo que crees, compatible con tus creencias y acorde a tu escala de valores o principios morales, tiene que ser coherente con tu forma de ver y sentir el mundo.

Precisamente éste es uno de los puntos fundamentales, y es que a veces lo que realmente nos apetece no coincide con aquello que pensamos que deberíamos hacer. La eterna disputa entre el ‘quiero’ versus ‘debería‘, que puede alargarse de forma interminable en el tiempo.

En este sentido suele ser habitual que nuestro ‘yo actual’ y nuestro ‘yo ideal‘ entren en conflicto, y cuando se alejan mucho el uno del otro, resulte complicado concretar objetivos porque no hay un equilibrio. El objetivo puede cambiar con frecuencia según ‘qué parte’ esté en el poder convirtiéndose en un bucle de indecisión e insatisfacción infinito: cuando tienes una cosa, echas en falta lo contrario, y viceversa, viviendo en un continuo malestar.

Este conflicto se produce muchas veces cuando, lo que a nosotros nos apetece hacer no coincide con aquellas ideas que se nos han inculcado, por lo general en el ámbito familiar. Imagina que en tu familia se valora ser muy trabajador y provienes de una saga de abogados muy exitosa pero lo que a ti realmente te ilusiona es trabajar con animales, ¿es fácil romper con la saga familiar? Pues así ocurre con muchas otras creencias o legados que se nos transmiten de forma implícita o inconsciente, por ejemplo.

Si bien, no es fácil romper todas esas creencias y desprenderse de aquello con lo que nos han criado, pero, ¿hay alguna forma de acercar tu camino hacia tu sueño? Sí. Podemos empezar aclarando lo que tú quieres.

¿Cómo defino mis objetivos?

  • Focalizar a corto y medio plazo. Prueba realizando un ejercicio de visualización, cierra los ojos e imagina que vas por el camino de la vida, ¿qué ves a tu alrededor? ¿Dónde y cómo te gustaría estar en un año? ¿Y en dos? ¿Y en cinco?
  • A veces, cuando tratamos de pensar en qué nos gustaría conseguir, nos da miedo decir lo que queremos. Parece raro pero no es poco habitual. Nos da miedo por si deseamos algo, pero no lo conseguimos. Dice un dicho popular que si nunca te equivocas, es porque no lo estás intentando lo suficientemente fuerte, pero lo que seguro que te garantiza «el fracaso» es no intentarlo (léanse bien las comillas, pues al final del día todo nos sirve para seguir aprendiendo y evolucionando).
  • Hay que ser realista. Eso no quiere decir que no podamos soñar, quiere decir que es poco probable que podamos saltar del primer escalón al último, y para poder llegar al último primero tenemos que llegar al segundo.
  • Concreta y define. Es decir, cuanto más concreto y tangible, más fácil será diseñar una estrategia para conseguirlo. Por ejemplo, «quiero ser rico», vale, pero ¿eso qué significa para ti? ¿Cuánto, cómo, dónde? No es igual ser rico en Indonesia que en Nueva York.
  • Se necesita de exigencia, constancia y sacrificio. A veces conseguir un sueño supone renunciar a ciertas cosas; supone sacrificio, trabajo duro y compromiso. Lo importante es, ¿es lo que tú quieres de verdad? Pues para recoger la siembra normalmente hay que regar primero, y con frecuencia.
  • Toma riesgos siendo consciente. Sí, a veces es necesario. Hay que poner en la balanza qué puedes arriesgar, hasta dónde estás dispuesto a llegar y ser consciente de las consecuencias que tienen tus actos.
  • Aprende a tolerar la frustración como parte del proceso. Si bien es un dicho popular, lo cierto es que no le falta razón, y es que ‘las cosas de palacio van despacio’. Lo que queremos no siempre sale a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. En toda carrera hay caídas y resbalones.

Beckett decía:

“Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better» (Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor)

El fracaso no siempre significa éxito, no siempre significa que te vas a salir con la tuya. Significa que vas a aprender estrategias para resistir, para continuar, y cuando tienes claro qué es lo que quieres el esfuerzo merece la pena. Significa que no te vas a quedar con las ganas de haberlo intentado.

  • Nueva llamada a la acción
  • Te puede interesar