Relaciones 2.0: las apps de ligue y sus códigos

Muchas personas tienen algunas reticencias para hablar sin tapujos del uso que hacen de apps de ligue. Javier (28) es usuario habitual de Grindr desde hace unos 7 años y admite que, dependiendo de la persona o el contexto en el que se encuentre, sí le cuesta decir que la usa. Cuando se le pregunta por sus remordimientos, explica que se deben a haber sido educado en una sociedad heteropatriarcal y normativa que le hace sentir culpable por expresar y ejercer su deseo sexual de manera explícita y cruda. 

Por fortuna, añade que cada vez le cuesta menos y habla de ello más abiertamente. Uno de los factores que suelen generar incomodidad a los usuarios de las apps es la cantidad de tiempo invertido en ello. Aunque con estas herramientas es fácil que se nos vayan las horas muertas, él está tranquilo en este aspecto: “La uso para conocer gente y para sexo. Lo hago intermitentemente, no empleo tanto tiempo de media. Grindr tiene la ventaja de que puedes identificar a gente cercana y satisfacer fácilmente un deseo cuando apetece. Es cierto que en alguna ocasión lo que he encontrado ha sido algún sexo fatal o frustrante pero otras veces también he tenido sexo genial, incluso me ha permitido encontrar amigos en el extranjero”. 

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Por otro lado, para poder hacer un uso más maduro de ellas es importante tener en cuenta que estas aplicaciones no son juguetes completamente inocentes. Según Javier, “Grindr puede presionar la autoestima de quien la usa porque ahí la aceptación o el rechazo son muy rápidos y muy superficiales, basados en las fotos de perfil y en una dinámica competitiva, muy de mercado de oferta y demanda. También puede frustrar en el caso de que uno tenga unas demandas sexuales o afectivas no realistas respecto a lo que se puede encontrar con una app”.

«Con Grindr puedes identificar a gente cercana y satisfacer un deseo cuando aparece»

Gabriel J. Martín, psicólogo especializado en psicología afirmativa gay explica en su exitoso ensayo Gay Sex (Roca Editorial, 2020) que, más que a los escarceos en lugares públicos pero vetados para el sexo, en realidad Grindr “ha hecho más daño al ligue en discotecas y a la autoestima de muchos. También es cierto que pensamos ingenuamente que Grindr es la versión digital de un bar cuando lo cierto es que, para la mayoría de gente, es el Wallapop del sexo gay”. Este experto afirma que “Los que tienen malas experiencias [con Grindr y apps similares] son un porcentaje pequeño en comparación con los que les sacan partido y, al parecer, la diferencia entre unos y otros tiene que ver con la autoestima y las habilidades comunicativas”.

“En realidad -admite Javier- a nivel sexual Grindr genera unas dinámicas muy estereotipadas y con muy poco tiempo para el ajuste, cuando se trata de sexo esporádico. Esto ocurre con los afectos en el caso de quienes buscan una relación y se da continuamente con gente que busca sexo y construye una desconfianza. Por eso, quien la usa tiene que tener claro qué busca en la app en cada momento, intentar ser claro y asertivo respecto a eso y entender y respetar que eso es cambiante, igual que lo que busca el resto”. 

La vida moderna

A Itziar (28) una amiga la animó hace 4 años a abrirse un perfil en Tinder “porque era algo divertido y así podría olvidarme de mi última relación”. Actualmente ya no la usa, pero confiesa haber invertido bastante tiempo en ello, “incluso he pasado varios meses hablando con alguien hasta conseguir quedar”. 

Respecto a si tiene reparos en hablar al respecto, comenta que “quizá al principio sí, pero una vez que rompes la barrera lo normalizas y te das cuenta de que mucha gente también la usa”.  Está claro que, quitadas algunas capas superficiales, en realidad todos buscamos lo mismo: aumentar nuestra red social, tener alguna aventura sexual y/o encontrar a alguien con quien iniciar una relación de pareja. 

A menudo la vida moderna no lo pone fácil, pero nos compensa con este tipo de herramientas: “Es una forma fácil de conocer gente cuando tus circunstancias no te lo permiten -explica Itziar– y se puede hacer desde cualquier sitio. Tinder, por ejemplo, está más centrada en la imagen que en otra cosa, hay otras apps que tienen muchos más factores en cuenta: tipo de relación que buscas, intereses, ideología… Tinder es mucho más ‘espontánea’, si te gusta alguien físicamente te paras a leer su bio, que puede ser más o menos original o directamente inexistente. El inconveniente es que quizá recoge poca información sobre la persona y vas más ‘a ciegas’ que en otras apps, pero vamos, como la vida misma”. 

Leer entre líneas

Una de las quejas de usuarios presentes y pasados de las apps de ligue es que estas tienden a trivializar las relaciones y facilitan la agresividad o las faltas de respeto. Por ejemplo, como sucede en general por internet, muchas personas se permiten hacer “desplantes” a través del móvil que no harían en persona, o creen que es adecuado no contestar a un saludo cuando alguien les habla en una app si no están interesados en esa persona. Otras se sienten ofendidas si reciben fotos subidas de tono sin haberlas solicitado y solo por eso piensan que todo el universo es una bacanal donde la normalidad es imposible. 

Por eso, para no llevarse berrinches innecesarios, insistimos en el hecho de que es importante entender cuáles son las fórmulas comunicativas habituales en una app determinada, entender que no todo lo que es posible en la realidad analógica es factible en la realidad virtual y que lo que hace un usuario no tiene por qué ser lo que haga el de la ventanita de al lado, y en cualquier caso no es tan importante

Nada es para tanto en ese sentido. Está el ejemplo que acabamos de mencionar: muchos usuarios de algunas apps se enfadan si saludan a alguien y no obtienen respuesta, tomándoselo como una falta de educación. En realidad, en algunas apps hay una norma no escrita que dice que si la conversación no va a prosperar es mejor no iniciarla correspondiendo a saludos que no van a ir mucho más allá, de modo que el silencio es la respuesta menos violenta y debe interpretarse como un “No, gracias”. 

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Por otro lado, los iconos nos ayudan a contestar a preguntas o dar información que consideramos útil sin necesidad de ser demasiado explícitos, contando con la siempre socorrida ayuda de que a buen entendedor pocas palabras bastan (o unos cuantos iconos). Estos te ayudarán a responder de manera pícara a algunas preguntas o, mucho más importante, escoger mejor con quién interactúas.  

«El problema de Tinder es que recoge poca información y vas más a ciegas pero vamos, como la vida misma»

En definitiva, hay que tomarse las apps como lo que son: herramientas o, si se prefiere, “juguetes para adultos”, pero siempre conociendo y manejando lo mejor posible las normas de ese juego sin darle más importancia de la que tiene. Para ello, recuerda que las apps de ligue son instrumentos al servicio de tu disfrute (y del de otros, todo en armonía a ser posible), pero que no son un fin en sí mismo. 

Si te generan más complicaciones de lo necesario o sientes que están dañando tu bienestar entonces debes dejar de usarlas o buscar la ayuda de un profesional que te ayude a averiguar qué está pasando. Busca un psicólogo que esté familiarizado con este mundo (no te va a costar mucho) y confía en ese profesional. Merecerá la pena. 

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