por qué nos enganchan reality shows

¿Por qué nos enganchan los reality shows?

No es fácil determinar por qué nos enganchan los reality shows: ¿qué le interesa a cada espectador de estos programas?, ¿por qué la telerrealidad resulta tan hipnotizadora para algunas personas? 

En general, hay que tener en cuenta que todo lo que tenga que ver con los seres humanos y sus relaciones resulta para cualquiera un estímulo muy importante, siempre tiende a despertar nuestro interés. Dicho en términos muy coloquiales, somos “cotillas”, nos gusta observar la vida de los demás, estamos configurados para orientar nuestra atención hacia aquello que hacen nuestros semejantes.

Los reality shows enganchan porque son un relato por entregas 

Por otro lado, independientemente de la calidad de los programas o de los valores que transmitan (eso es otro debate), existe un factor que puede explicar muy bien la cuestión de por qué nos enganchan los reality shows: estos programas tienen un formato de concurso pero con una estructura narrativa. 

En efecto, sentimos atracción hacia los realities porque son narraciones de aventuras que despiertan nuestra curiosidad, tienen algo que nos invita a seguir prestándoles atención. Como sucede potencialmente con cualquier narración, nos vamos identificando con algunos personajes y queremos saber qué es de ellos al final de la historia

por qué nos enganchan reality shows

Los reality shows funcionan a nivel de audiencia porque no son programas que empiezan y acaban en un mismo día sino que hay un argumento “de aventuras”. Los espectadores tienen que ir siguiendo a los mismos personajes a lo largo de una trama, para ver las intrigas, las superaciones, las puñaladas, los triunfos, los fracasos y el desenlace final. 

Además, los reality shows nos enganchan porque son relativamente interactivos, tienen algo que recuerda a las lecturas del tipo “crea tu propia aventura”: lee en el orden que tú quieras, elige el final de la historia que tú prefieras. 

A su manera, el público se engancha a los reality shows entre otras cosas porque tiene poder decisión sobre la suerte de los concursantes, lo que aporta una cierta sensación de influencia sobre el argumento. Por si fuera poco, también dispone de espacios donde re-elaborar su experiencia como audiencia y compartirla masivamente: puede consumir otros programas derivados del reality show principal, participar en foros, redes sociales, etc. De este modo, el público no tiene que limitarse a consumir la aventura que sucede estrictamente en la isla, la casa, la cocina o la granja donde se desenvuelven los concursantes igual que si leyera un libro o viera una película en soledad, sino que puede participar de inmensos “cinefórums” que amplifican su experiencia.

Si a eso le añadimos que esos concursantes no son personajes de ficción (como lo son los de una serie o una novela) sino que son seres humanos reales haciendo de sí mismos y viviendo cosas reales (incluso cuando los programas están muy “guionizados”) esto resulta doblemente atractivo y también influye en la capacidad de los reality shows para engancharnos: lo real siempre es un estímulo mucho más potente que cualquier ficción.

La búsqueda individual cuando vemos un reality show 

Lo que hemos comentado sobre por qué nos enganchan los reality shows podría ser bastante compartido por el público en general, es decir, por el espectador medio. 

Al margen de lo que resulta común, algunos espectadores se pueden sentir más atraídos por la parte erótica tan presente en la trama de algunos de estos programas y que es explotada en diferentes grados. Como mínimo, muchos concursantes de este tipo de formatos son personas muy atractivas físicamente y eso siempre es muy estimulante para el público. 

Otros espectadores pueden tener más interés solo en un asunto determinado que les ocurra a ciertos concursantes, una única línea argumental, lo cual no quiere decir que les guste todo el programa en su conjunto. 

En otras personas puede haber un componente más “sádico”: encuentran un cierto placer en observar los contratiempos a los que son sometidos los concursantes (o a los que estos deciden someterse a sí mismos) y por eso se enganchan al reality show. No olvidemos que, cuando alguien no nos gusta o nos cae mal, resulta reconfortante verle pasándolo mal o comprobar que “la vida se venga del malo, o del tonto”. 

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Además, ver lo tontos o brutos que les resultan ciertos concursantes puede resultar muy reconfortante a nivel narcisista para muchas personas: al compararlos consigo mismas encuentran una oportunidad para sentirse superiores. Otros espectadores pueden tener una mirada más psicológica o antropológica: no disfrutan tanto con el sufrimiento de las personas sino saboreando las dinámicas psicosociales que se dan en estos programas

En definitiva, existen muchas explicaciones posibles a la hora de entender por qué nos enganchan los reality shows. Algunas son más plausibles, otras quizá son solo aciertos fortuitos de quienes elaboran este tipo de contenidos. Lo interesante es que nos fijemos en cómo siguiendo sus tramas podemos sentirnos bien o, en cambio, los realities sacan lo peor de nosotros. Entonces nos revelan ciertas áreas psicológicas a las que deberíamos atender, mientras permanecemos enganchados y narcotizados frente a la pantalla. 

Si este es tu caso siempre tienes la opción de ponerte manos a la obra e iniciar un proceso de desarrollo personal junto a un psicólogo profesional que pueda acompañarte y asesorarte. Apaga un ratito la tele y conéctate a nuestra plataforma de psicoterapia online para que te expliquemos cómo podemos ponerlo en marcha. Ese sí que será un show que merecerá la pena hacer realidad. 

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