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Job hopping: y tiro porque me toca

De trabajo en trabajo hasta el siguiente puesto cuanto antes, el job hopping describe la quintaesencia actual de la movilidad laboral que algunas personas de algunos sectores, especialmente millenials (y lo que sigue) de sectores muy centrados en la tecnología y lo digital, llevan a cabo en busca de pastos mejores para su desarrollo profesional. En este post te hablamos de este no tan curioso fenómeno laboral. 

¿Qué es el job hopping?

Explicado resumidamente, el job hopping es la tendencia de algunos trabajadores, especialmente jóvenes y de sectores vinculados a la digitalización, a cambiar rápidamente de trabajo, buscando a un ritmo más elevado que la media de trabajadores nuevas experiencias profesionales. 

A los job hoppers se les supone gran flexibilidad y adaptación a los cambios. Tiene sentido: nadie abandona una empresa tras otra a los pocos meses o al año de llegar a ella, haciendo saltar por los aires los buenos índices de rotación de personal, si no se maneja bien en el cambio. También se los conoce como job jumpers porque se interpreta su movilidad laboral (dentro de una misma empresa pero, sobre todo, entre diferentes empresas) como el acto de ir saltando de puesto en puesto a una velocidad más acelerada de la que se tiene por costumbre

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¿Qué impulsa el salto de los job hoppers?

El fenómeno del job hopping suele explicarse como si quienes lo llevan  cabo se movieran a la caza y captura de nuevos retos profesionales, nuevas fuentes de inspiración, motivación, superación y satisfacción laboral. Probablemente esto sea real en muchos casos y también, en otros muchos, esconda lo que es simplemente aburrimiento: más allá de las dificultades para integrarse en el trabajo cuando eres nuevo, no hay que descartar una absoluta carencia de paciencia

Esta es una cualidad enemiga del mundo actual y que implica la capacidad para dejar que los proyectos profesionales se desarrollen y consoliden, es decir, para que puedan desvelar un “razonable máximo” de su potencial, una imagen clara de cuánto pueden dar de sí y cuánto no, antes de dar paso al siguiente desafío. En el caso del job hopping este proceso es corto, muy limitado tanto en la forma como en el contenido. Todo se agota rápidamente y hay que pasar a la siguiente pantalla

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Ni para toda la vida ni para el año que viene

Al margen de las ventajas que pueda tener para los job hoppers y las empresas, el job hopping consiste en llevar a su máxima expresión el paradigma actual del ámbito laboral en el sector privado

Este se asienta, entre otros principios, en que no existe un trabajo para toda la vida (ni, probablemente, debe existir). De este modo, los ciclos de vida del empleado dentro de una misma compañía o, al menos, dentro de un mismo puesto, tienen una calendarización más parecida a la de una legislatura política (en torno a cuatro años) que al tempo funcionarial de antaño.

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Job hopping y compromiso laboral

Dado el auge del job hopping y las ventajas que algunas empresas encuentran en este fenómeno, debe existir alguna diferencia entre un job hopper y un trabajador poco comprometido que va a abandonar la empresa prematuramente. En este sentido, es importante evitar que la empresa interprete su ciclo de vida como empleado llamativamente apresurado como una marcha prematura en lugar de como un final natural y bueno para ambas partes. 

Una manera de evitar esto es, siempre que se pueda, plantear la relación contractual en lo que se conoce como “trabajar por proyectos” (que pueden tener una duración de tres meses, seis meses o un año, por ejemplo). 

De este modo, el job hopper no se incorpora a la compañía en una ficción de compromiso a largo plazo que en realidad no existe, sino que plantea un compromiso honesto y productivo pero a corto plazo: llegará, hará lo que sea que tenga que hacer (es decir, resolverá la necesidad de la empresa que esta le plantea) y se marchará al siguiente puerto sin que el momento en que eso suceda resulte estridente

Las necesidades de los job hoppers

Hay personas que necesitan un alto nivel de estimulación en las relaciones, de modo que todo aquello que suene a rutina, normalidad o planicie les parece conflictivo y los desregula emocionalmente. 

También hay personas, probablemente aquellas que se entregan al job hopping, cuyo umbral de estimulación para lograr satisfacción laboral es muy alto, por lo que necesitan un alto grado de tensión, novedad, desafío y originalidad en los proyectos profesionales que emprenden y se desinflan rápidamente (pierden compromiso laboral) por la propia naturaleza caduca de lo novedoso, que es estar condenada a transformarse en conocido y, por tanto, en enemigo de la motivación laboral. 

¿Problemas con la estabilidad laboral?

Se dice que quienes practican el job hopping tienen buena capacidad de adaptarse a los cambios y, de hecho, buscan el cambio como fuente de bienestar laboral. A lo que no se adaptan fácilmente es, por lo visto, a la estabilidad, la constancia y la duración. 

En realidad, más allá de la estabilidad y el compromiso, todo trabajador del sector privado tiene, por definición, algo de mercenario: nadie es de nadie, los proyectos profesionales duran lo que duran y, tarde o temprano, todos los trabajadores abandonan la empresa para ir a otra que les convenga más, igual que aterrizaron en ella provenientes de experiencias profesionales anteriores. 

Esto no es negativo en sí mismo ni excluye la existencia -cuando las cosas se hacen bien- de un compromiso laboral fuerte y un sentido de pertenencia positivo del empleado respecto a la empresa. El job hopping sería el caso del mercenario laboral llevado a su extremo, por lo que, en cierto sentido, la única estabilidad que buscan es la del cambio

En cierto sentido, los job hoppers tienen más vinculación con la estructura y la filosofía de un trabajador por cuenta propia que con un trabajador por cuenta ajena que desea “hacer carrera” dentro de una compañía. Simplemente porque para hacer carrera hay que, como mínimo, quedarse y eso es precisamente lo que los job hoppers evitan.  

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