Ergofobia

¿Sabes lo que es la ergofobia?

La ergofobia, o “miedo” al trabajo, puede convertirse en un auténtico problema laboral pero también de salud para las personas que lo padecen. 

Si nos paramos a pensarlo, en nuestro día a día es frecuente oír quejas respecto al trabajo, actividad que tendemos a asociar con pereza o con desmotivación. Sin embargo, al hablar de salud laboral y de bienestar de los empleados nos encontramos con situaciones, como la ergofobia, que van más allá de esa desgana socialmente aceptada. 

¿Qué es la ergofobia?

La ergofobia, o miedo patológico hacia el trabajo que se desempeña, es un tema que nos permite reflexionar sobre nuestra faceta profesional como amenaza: cómo el lugar de trabajo o la tarea que realizamos puede llegar a despertar una gran carga de malestar psicológico. 

¿Quién teme a su trabajo? ¿Qué nos da miedo de la empresa, de nuestras funciones, del equipo con el que compartimos proyectos cada día? ¿Cuándo aparece ese miedo, desde cuándo lo experimentamos y qué consecuencias tiene en nuestro desarrollo profesional y nuestra vida fuera del trabajo?

Ergofobia

La situación puede llegar a ser realmente incapacitante, en la medida en que la ergofobia impide a quien la padece desarrollar su carrera profesional con normalidad, relacionarse y, por supuesto, obtener un medio de vida. 

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Aunque, como en el resto de las fobias específicas, hablamos de miedo como la emoción más preponderante en este cuadro, hay que entender ese miedo en un sentido amplio: aversión, aprensión, malestar inespecífico y angustia serían algunos de sus matices. No se trata de un episodio de ligero malestar, o un mal día que se produce de manera puntual en nuestro ámbito laboral. Por el contrario, nos referimos a un patrón intenso, frecuente y duradero de miedo al trabajo que genera grandes dificultades a diferentes niveles en la vida del individuo.

¿Qué hay que tener en cuenta para afrontar la ergofobia?

Como sucede con otros problemas de salud mental, particularmente los que tienen que ver con trastornos de ansiedad, suele ser bastante útil aplicar un abordaje de tipo cognitivo-conductual para intentar reconducir la ergofobia. 

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Obviamente, esto se hace de manera profunda y progresiva en el contexto de una terapia con un psicólogo profesional. No obstante, como punto de partida, en este artículo podemos adelantar lo que se conoce como “análisis funcional” del problema a través del clásico esquema antecedentes, características del problema en cuestión y consecuentes que pueden estar contribuyendo a su mantenimiento. 

1. Identificar el origen del problema

Detectar las causas remotas y los desencadenantes más recientes. Esta parte del proceso incluye hacer memoria, incluso verdadera “arqueología” dentro de la biografía de la persona. Esta debe observar tanto lo que se refiere a su carrera profesional como más allá: cuestiones que tienen que ver con la educación recibida, experiencias vitales no relacionadas con el trabajo o los modelos que ha tenido de gestión de las amenazas y la ansiedad. 

Se trata de  comprender cuándo apareció el problema, si el empleado lo asocia a algún suceso o periodos concretos o si más recientemente ha ocurrido algo que haya desembocado en un episodio claro e intenso de su ergofobia.

2. Delimitar descriptivamente el problema 

Se trata de describir la ergofobia a nivel de los síntomas emocionales, cognitivos, físicos y conductuales que la caracterizan en esa persona en particular. 

Como sucede con muchas otras situaciones relacionadas con el bienestar de los empleados, al hablar de ergofobia caemos en el riesgo de pensar que este problema se manifiesta de la misma manera en todos los empleados que lo padecen. 

Es evidente que hay características comunes, de otro modo no estaríamos hablando de esta etiqueta, pero también hay que recordar que cada persona es diferente y tiene sus experiencias y mecanismos psicológicos particulares. Ella misma debe ser la primera en conocerlos, describirlos e, incluso, “cuantificarlos”, ya que eso le será de enorme utilidad durante el proceso de abordaje de la ergofobia. 

3. Consecuencias del problema 

Este punto consiste en identificar qué ocurre una vez que el problema se manifiesta y qué factores pueden estar contribuyendo a mantener el problema.

Ante un miedo como la ergofobia es muy probable que la persona opte por la evitación conductual y experiencial como estrategia para afrontar el miedo: no exponerse ante la situación amenazante (en este caso su trabajo o algún aspecto relevante del mismo) o evitarlo en la medida de sus posibilidades. 

Este mecanismo de defensa tiene un efecto reforzante muy claro sobre la ergofobia: la persona vive como muy satisfactorio todo aquello que le evita o reduce la sensación de miedo. Esta es una de las vías por las cuales las diversas formas de evitación mantienen el problema, porque reduciendo la exposición de la persona a la situación amenazante también ocurren otras dos cosas (además del refuerzo positivo que supone no exponerse a lo que le da miedo). 

Ergofobia

Por un lado, al no “enfrentarse” al problema la persona no desmiente que la situación sea amenazante, sino que, de algún modo lo vuelve a confirmar. Por otro lado, al no exponerse a la amenaza tampoco entrena su capacidad para tolerar y reducir el malestar, no adquiere recursos de afrontamiento que pueda poner en marcha en la situación y que sirvan como alternativa a la evitación del trabajo. 

Nueva llamada a la acción

Como se ha indicado, el abordaje terapéutico de la ergofobia lleva su tiempo y no se reduce solo a lo que hemos mencionado aquí. Lo importante es tomar conciencia de la existencia del problema y de la dimensión de sus consecuencias para que la persona que lo padece pueda ponerse cuanto antes en manos de un psicólogo profesional. 

Esperamos que este post sobre la ergofobia te haya resultado interesante. Si quieres más información sobre el servicio de bienestar emocional para empresas de ifeel solo tienes que solicitarla y en seguida nos pondremos en contacto con tu equipo.

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