¿Cómo trabajar en grupo y hacerlo bien?

Tanto en el mundo laboral como cuando somos estudiantes nos enfrentamos a trabajar en grupo. Son esas situaciones en las que una misma tarea, proyecto u objetivo debe ser lograda combinando el trabajo de varias personas. 

La parte buena de trabajar en grupo es que la carga de la tarea se reparte entre varias personas y al final acabas teniendo acceso a unos resultados mucho más diversos que si hubieras hecho el trabajo sin nadie más. La parte no tan buena es que no siempre tenemos la oportunidad de escoger a los mejores compañeros para trabajar en grupo ni todo el mundo encaja a la perfección con nuestra manera de funcionar. Aun así, más te vale encontrar una buena manera de salir al paso porque hay que entregar el trabajo en la fecha indicada, no es discutible. 

Comunícate de manera ágil, respetuosa y constructiva

Llevar a cabo un pequeño o gran proyecto con un equipo de trabajo puede acabar antes de tiempo con tus reservas de energía, tu salud mental o la propia existencia del grupo en sí. Para que eso no ocurra te damos una serie de 4 consejos que todos, tú en primer lugar, debéis poner en práctica desde el minuto uno para aumentar la probabilidad de éxito a la hora de trabajar en grupo. Si no te quedan muy claras o ves que la cosa se te va definitivamente de las manos olvídate de este artículo y utiliza directamente el comodín de un buen asesoramiento terapéutico.

4 consejos para trabajar en grupo correctamente

1. Comunicación hábil

Y para ello sí, de nuevo la dichosa palabra: asertividad. No nos cansamos de repetírtelo porque la asertividad es, entre otras cosas, un estilo comunicativo eficiente, hábil, respetuoso y constructivo. 

En otras palabras, puede llegar a ser vuestro seguro de vida como equipo para llegar en buen estado a la fecha de entrega. No en vano, recuerda que un grupo cuyos integrantes se están matando entre ellos en lugar de colaborar por el bien común y los objetivos compartidos es un grupo que se va alejando paso a paso del éxito y del bienestar de sus miembros y se va acercando con mal remedio hacia un suspenso o, como poco, una buena llamada de atención. 

En teatro llaman a esto “ir a favor de obra”, es decir, remar juntos en la misma dirección para que el barco avance. Tenedlo bien presente: no podemos ir a favor del objetivo (hacer un buen trabajo y entregarlo en la fecha prevista) si nos atacamos unos a otros, si imponemos nuestro criterio, si nos enfurruñamos cada cinco minutos en lugar de encontrar soluciones. 

2. Buena organización

No convirtáis el grupo de trabajo en un gallinero. Cuando el grupo esté formado dedicad un buen rato el primer día a diseñar el proyecto y repartir las tareas equitativamente. Plantead bien los objetivos del trabajo así como el nivel de profundidad al que tenéis que llegar, que no tiene por qué ser el mismo que el nivel al que queréis llegar. De este modo, no os quedaréis cortos pero tampoco os pasaréis.

En este sentido, tratad de contener la ambición desmedida de aquellos miembros del grupo que sean más perfeccionistas pero tampoco perdáis una buena ocasión para luciros haciendo una chapuza. Medid bien los objetivos del trabajo. Si lo que os han encargado no tiene que ser una tesis doctoral de premio Nobel tampoco te consumas pretendiendo hacer algo muy extenso o muy perfecto cuando ni tienes el tiempo para ello ni tienes la colaboración de los compañeros. 

Aseguraos de que todos estáis al corriente de la fecha de entrega. Planead una nueva reunión pasados unos días, o cuando queden algunos días antes de la fecha final (eso que ahora todo el mundo llama deadline pero que toda la vida se ha llamado fecha de entrega a secas). Así os aseguraréis de que llegáis a tiempo con todo y tendréis margen de maniobra por si descubrís lagunas importantes. 

Tirad de videoconferencias o grupos de chat pero dedicadlos a la tarea: ya os contaréis el resto de batallas en vuestro tiempo de ocio, si utilizáis los canales de comunicación para avanzar con el trabajo en grupo que tenéis pendiente (en lugar de para otros objetivos) tendréis una sensación de mayor eficiencia y menor saturación. Recordad: comunicación hábil sí, gallinero no. 

¡Por cierto! La buena organización incluye cuidar las relaciones. Intenta no quemarte demasiado, mide tus fuerzas y reserva tus energías para el resto del curso. Tampoco quemes los barcos: nunca sabes si en el futuro te tocará repetir trabajo con alguno de estos compañeros; si no te han gustado haz lo posible por no repetir con ellos pero, por si acaso, no abrases las relaciones, quizá te haga falta tirar de su ayuda en un futuro

3. Paciencia al trabajar en grupo

Está claro que cuesta esperar a los demás, nadie dijo que convivir y adaptarse al otro fuera fácil. Pero el bueno de Darwin nos lo dejó muy claro: o te adaptas o desapareces, y el trabajo tiene que entregarse sí o sí, independientemente de lo bien que encajen vuestras velocidades.

Ni todo el mundo es como tú ni tú eres como todo el mundo. Siempre que la gente no se acomode excesivamente, procura respetar el ritmo de los demás, teniendo en cuenta que tu manera de hacer las cosas no tiene por qué ser la única buena manera de hacer las cosas. Cuando te agobies en exceso, recuerda que normalmente hay unas fechas de entrega claras y que todo el mundo las conoce. Salvo excepciones, estas fechas suelen ser realistas si hay una buena organización. Si eres de los que tiende a pasarse con las prisas, recuerda el sabio dicho popular: no por mucho madrugar amanece más temprano. Colabora, sé flexible y utiliza bien los canales de comunicación para no saturar al grupo

Por último, para ser paciente -como para comunicarte de manera hábil- vas a tener que tirar de una de tus habilidades número uno: la flexibilidad. No puedes ser paciente si no “sueltas” tu propia ansiedad y aprendes a tolerar que la vida suceda de una manera que no siempre es tu manera preferida. Tampoco puedes transmitir mensajes útiles de una manera constructiva si no adaptas tu discurso a la tarea que tienes enfrente y, sobre todo, al auditorio. 

4. Colaboración

Todo grupo tiene su líder pero también tiene su parásito. Los líderes suelen estar bien valorados porque contribuyen enormemente al éxito del trabajo, pero nadie quiere a los parásitos que retrasan al grupo y no cumplen los acuerdos. Por tanto, es importante que, si no eres de esas personas que llevarán a su equipo hacia el éxito final, al menos tampoco seas de aquellas que se lo impiden con un obstáculo tras otro. 

Sabemos que es esto es muy básico pero no está demás que lo recordemos, ya que lo más obvio tiende a ser lo primero que se olvida. Haz tu parte, procura llegar puntual a las reuniones que programéis. No seas chapucero, ofrécete para ayudar a otros con su parte del trabajo. Hacer esto también es liderar y, si todos tenéis esta actitud, aunque sea a ratitos, acabaréis antes, os cansaréis menos y, qué diablos, entregaréis un trabajo mucho más brillante. 

Rafael San Román Rodríguez – Agosto 29, 2019

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