¿Cómo cuidar nuestra salud mental en el trabajo?

¿Crees que haces lo suficiente para cuidar de tu salud mental en el trabajo? Si fomentar el bienestar psicológico en la empresa te parece un tema menor será mejor para ti y para tu empresa que sigas leyendo.

Todos pasamos mucho tiempo en el lugar de trabajo. Eso puede ser bueno para nuestra salud mental o bien un auténtico problema. Trabajemos en lo que trabajemos, la “oficina” es el lugar donde nuestro bienestar interior puede resentirse y también donde tenemos una oportunidad para cuidarnos a nosotros y a quienes trabajan a nuestro lado.    

Cada lugar de trabajo es un mundo, igual que lo es cada persona. Por eso, al evaluar qué podemos hacer para cuidar de nuestra salud mental en el lugar de trabajo veremos que hay infinidad de factores que pueden potenciar o destruir nuestro bienestar psicológico. ¿Por qué? Porque no a todos nos afectan igual las mismas cosas ni tenemos las mismas necesidades de ahí que sea importante preguntarse: ¿qué ocurre en el clima laboral cuando aparecen problemas de salud mental?

¿Cómo podemos cuidar nuestra salud mental en el trabajo?

A continuación vamos a ofrecerte unas líneas generales que luego tú tendrás que adaptar a tu realidad particular como trabajador y, por supuesto, a aquello que sea factible en tu entorno laboral. Simplemente tómalas como unas ideas de las que partir para cuidar la salud mental en la empresa. Aprovecha para ver qué otros elementos tendrías que añadir a tu lista para poder elevar tu nivel de bienestar laboral o el de las personas con las que trabajas. 

1. Cuidar el entorno físico para cuidar del bienestar psicológico

Un entorno de trabajo bonito, cómodo y bien equipado no es garantía de éxito para el buen rendimiento… pero se le parece. La oficina, el taller, la cocina o incluso la furgoneta donde trabajamos cada día tienen que ser, idealmente, escenarios a los que apetezca ir o, por lo menos, lugares de los que no den ganas de salir huyendo. Siempre que podamos, tenemos que procurar que las condiciones materiales en las que trabajemos sean adecuadas y amables, que no generen rechazo. Que la gente tenga una silla cómoda y una mesa lo suficientemente amplia, que haya luz, que no haga un excesivo calor o frío, ruidos insidiosos o trastos por en medio y que las personas no estén hacinadas. El espacio físico influye mucho en lo bien o lo mal que podemos llegar a encontrarnos, independientemente de la tarea que estemos haciendo. 

2. Calidad de las relaciones con los compañeros

Si hay algo que puede refrescar o hundir el bienestar subjetivo de una persona son las relaciones con sus iguales en el entorno de trabajo. En otras palabras, la calidad de sus interacciones y vínculos afectivos con sus compañeros directos. 

Todos sabemos que un trabajo puede ser el más feo del mundo pero que, si lo desempeñamos al lado de gente maravillosa, se hace llevadero, incluso agradable. Por el contrario, un trabajo puede gustarnos pero, si nos rodea gente con la que no conectamos en absoluto o que no nos trata bien, puede acabar convirtiéndose en una tortura cotidiana

Los compañeros de trabajo no tienen por qué ser mis amigos. Lo importante es que tengamos claro que, amigos o no, podemos apreciarnos y forjar entre nosotros relaciones de cooperación, afinidad y confianza. Eso va a mejorar el estado de ánimo de todos, así como el nivel general de motivación. Lo has adivinado: si estamos contentos y motivados la calidad de la tarea que realizamos tenderá a subir como la espuma.

3. Cuidar las relaciones entre distintos niveles jerárquicos

Las relaciones entre distintos niveles de la jerarquía de la empresa tienen sus peculiaridades respecto a las que forjamos con nuestros compañeros de nivel. Sin embargo, ambas tienen algo en común: hay que cuidarlas con mimo, porque eso es importante para trabajar bien y para cuidar la salud mental en el trabajo

A veces vemos a nuestros jefes como desconocidos, inalcanzables o autoritarios y eso no ayuda a trabajar a gusto. Por otro lado, cuando desempeñamos un puesto de coordinación o autoridad, nos cuesta manejar bien la distancia que hay entre nuestro nivel en la jerarquía de la empresa y el de nuestros subordinados. Ambos escenarios son perjudiciales para la realización de nuestras respectivas tareas y, desde luego, van a hacer que todos nos sintamos más incómodos en el lugar de trabajo. De ahí que sea importante vigilar que esto no ocurra. 

Para ello, debemos encontrar la habilidad de manejar la autoridad asociada a nuestros roles, sin pasarnos ni quedarnos cortos. Si logramos hacerlo con madurez, cordialidad y simpatía, fomentaremos un clima emocional de confianza en la oficina en lugar de trabajar en el reino de la frialdad o, en el peor de los casos, del miedo. 

En definitiva, tener un estatus laboral diferente no implica estar condenados a odiarse, machacarse mutuamente o transigir con lo intolerable. Implica que, desde posiciones de autoridad diferentes, trabajamos en equipo para sacar adelante la tarea. Esto se hará de forma más eficiente y, sobre todo, más saludable, cuanto mejores sean las relaciones entre jefes y empleados

4. Potenciar la capacidad para trabajar eficientemente

La buena voluntad soluciona muchas cosas cuando nos planteamos cómo fomentar la salud mental en el trabajo. Sin embargo, si internet no funciona y la videoconferencia se queda colgada, si tengo que ocuparme de mi hijo pequeño mientras trabajo o si no tengo acceso a ciertos materiales porque se quedaron en la oficina entonces la incomodidad puede ir quemándome día tras día sin que eso tenga que ver, en sentido estricto, con el trabajo. 

Por la naturaleza de su tarea y las características de su plantilla, no todas las empresas lo tienen fácil a la hora de planificar la mejor manera de trabajar y se hace necesario por parte de todos un extra de paciencia y flexibilidad, sobre todo en algunos periodos del año. Si verdaderamente la paciencia y la flexibilidad están presentes en todos los niveles de la organización -y no solo en aquellos con menor estatus o autoridad- entonces es más probable que todo vaya rodando poco a poco.

5. Tener una buena organización del tiempo

La organización del tiempo es crucial para que nuestro mundo interior funcione y que, por tanto, podamos cuidar la salud mental en el trabajo. Podemos evaluar esa organización de dos maneras. La primera consiste en ver en qué medida un trabajador dispone de horas suficientes y adecuadas para la realización de su tarea.

Si le faltan horas, la consecuencia va a ser agobio, estrés y sensación de no llegar porque la exigencia es difícilmente asumible. Además, la persona vivirá con una permanente sensación de inseguridad por posibles errores cometidos por ir con prisas. Por el contrario, si hay un exceso de tiempo libre la consecuencia será utilizarlo de manera desordenada por efecto de la dispersión. Además, la persona se aburrirá y sentirá que tiene  que fingir que trabaja mucho, lo cual es muy pesado. También puede ocurrir que el jefe le reproche que no produzca durante todas sus horas cuando en realidad no es culpa suya que no haya tarea que hacer, con lo que las relaciones entre distintos niveles se verían perjudicadas.  

La otra manera de observar la organización del tiempo ya no depende de la empresa sino de la responsabilidad individual del empleado. Cada uno debe distribuir bien la realización de sus tareas en función del tiempo que tiene. Para ello debe tener en cuenta el diferente nivel de importancia de esas tareas y buscar la mejor manera de llevarlas a cabo. En otras palabras, debe potenciar su capacidad para ser responsable, eficiente y saber organizarse. El talento está muy bien, pero solo siendo ordenados podemos sacar el mayor partido posible a las horas por las cuales nos pagan. 

6. Fomentar la capacidad de la empresa para cambiar y adaptarse 

La evolución de toda empresa en función de las circunstancias de cada momento ponen de manifiesto sus fortalezas y, por qué no decirlo, diversos vicios e inercias arrastrados a lo largo de los años, que tienen un claro impacto en la vida cotidiana de los trabajadores.

Evidentemente el trabajo es el que es y, sobre todo en compañías muy grandes o en aquellas con pocos recursos, es difícil organizar las cosas a gusto de todos sin que la productividad laboral se vea perjudicada. Sin embargo, lo bueno de experimentar nuevas formas de trabajar es que se abre la posibilidad a incorporar métodos de trabajo más lógicos o, por decirlo de alguna manera, con una lógica que tenga en cuenta un poco más al empleado y no solo a la tarea.

7. Transparencia y comunicación fluida

Cuando el trabajador sabe a qué atenerse, percibe que hay alguien sensato tomando decisiones y es informado con sinceridad de aquello que le atañe, entonces el nivel de ansiedad tiende a disminuir. Esto quiere decir que, en términos generales y a no ser que se cometan injusticias flagrantes, la mayoría de las personas tienden a mostrarse comprensivas con una gran cantidad de situaciones siempre que se les expliquen de una manera eficaz o que, al menos, tengan la sensación de que esto sucede. Esto, de manera muy resumida, es lo que solemos llamar transparencia y es un combustible magnífico para forjar lazos de confianza entre el trabajador y la empresa.

Tanto si las cosas van bien como si vienen mal dadas, es necesario también que la información fluya de manera satisfactoria, que no haya una sensación de “segundas intenciones” o de “agendas ocultas” y que, además de trabajar movidos por un gran propósito tengamos la sensación de que nos estamos dirigiendo hacia él a través de los datos.

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