11 cosas útiles y (casi) gratuitas que puedes hacer confinada

El final del verano y, sobre todo, el otoño en el que ya estamos, se están caracterizando en gran medida por el miedo a padecer nuevos confinamientos más o menos restrictivos. Parte de ese miedo se debe a que aún tenemos reciente la experiencia de los meses de marzo, abril y mayo: la época del confinamiento duro.

De hecho, en muchos pueblos ya les ha tocado repetir al menos por quince días un nivel más o menos alto de restricciones y seguramente otros muchos pueblos, barrios, urbanizaciones y demás zonas se reencontrarán con algún tipo de confinamiento durante los próximos meses. Además, no podemos olvidar que muchas personas ya están viviendo a nivel individual su propio confinamiento privado: cuando dan positivo en una prueba de COVID-19 o bien tienen que ponerse en cuarentena durante varios días a la espera de conocer sus resultados y eso significa quedarse en casa pase lo que pase.

Si alguna de estas situaciones colectivas llega a producirse o nos toca experimentarla en primera persona es probable que la situación no sea tan drástica como la que vivimos la primera vez. No obstante, la mayoría sabemos lo que implica quedarnos en casa durante días y semanas enteros, sin poder salir más que a la compra o la farmacia y a menudo sin interactuar con nadie en persona como no sea para comprarle algo en una tienda de primera necesidad.

Por eso, conviene refrescar las ideas que fueron de utilidad en aquel momento y poner en marcha aquellas actividades que, aunque no tuvieran mucho protagonismo en la primera oleada, ahora pueden tener su oportunidad.

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Como la cosa no está para gastar mucho, hemos elaborado una lista de 11 actividades que puedes realizar en tu casa, de manera gratuita -o, al menos, relativamente económica- y que pueden repercutir positivamente en tu bienestar interior. Seguramente también serán buenas para el bienestar de quienes te rodean.

1.Ordenar, limpiar y hacer hueco

Despejar el exterior despeja el interior. Dejar ir aquellas cosas que ya no necesitamos, reciclarlas o, incluso, regalarlas puede resultar de mucha utilidad si nos sentimos dispersos, con falta de espacio o intranquilos.

Es el momento de recuperar las ideas que fueron buenas en el primer confinamiento y también aquellas a las que no les dimos una oportunidad

Se trata de integrar nuestras pertenencias en un relato coherente en lugar de en una montonera de posesiones o en un almacén sin sentido. Es cierto que ordenar nuestras estanterías, armarios y mesas y limpiar la casa no son las primeras actividades que nos planteamos como diversión. No obstante, no cabe duda de que son acciones entretenidas. Y cuanto más desorden haya, más entretenimiento tienes por delante.

Además, este tipo de faenas nos ayuda a reencontrarnos con nuestros objetos, papeles, prendas de vestir y nos permite diferenciar aquello que nos sirve de aquello que ya no. De este modo, una vez que hemos “intervenido”, potencian una sensación de ligereza y nos facilitan vivir con mayor comodidad.

Aunque no tiene ningún efecto milagroso, muchas veces cuando nos sentimos intranquilos, agobiados o tristes resulta de cierta ayuda poder estar al menos en un espacio limpio y ordenado que transmita buenas vibraciones, en lugar de estar en un lugar caótico o desagradable.

2.Cocinar

Pocas cosas hay tan entretenidas en la vida como cocinar. No es cien por cien gratuito, porque evidentemente tienes que comprar los ingredientes y, en su caso, algún accesorio que no tengas. Sin embargo, no es necesario gastar mucho dinero a la hora de preparar alimentos ricos y elaborados tanto para ti como para otras personas.

Cocinar resulta muy útil si, por ejemplo, percibes que demasiado tiempo libre se te hace pesado y necesitas ponerte a hacer algo pero no puedes salir a la calle. Además, sobre todo cuanto más complejo sea el reto culinario que te propongas, cocinar resulta no solo entretenido sino que permite entrenar habilidades de motricidad fina, planificación, toma de decisiones y creatividad, por no hablar del placer y satisfacción que genera comer algo rico que uno mismo ha preparado y, por supuesto, compartirlo con otros.

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En definitiva, ¿te apetece tener un detalle con alguien? No le compres nada: prepárale un par de frascos de mermelada, una empanada o una tortilla con algo original. Piensa que tendemos a querer mucho a la gente que nos da de comer.

3.Bricolage enérgico

Quizá tu casa no necesita una buena reforma o capa de pintura o no tienes nada que arreglar. Pero si eres aficionado a restaurar, tapizar, lijar, serrar, pintar, montar y demás construcciones varias en en el entorno doméstico tienes un universo entero a tu alcance para combinar tu ingenio y habilidades de manitas con una buena descarga de energía a través del movimiento de tus brazos. Este tipo de actividades pueden llegar a aportarnos unas cuantas horas de actividad física, son entretenidas y, si se hacen bien, aportan una gran sensación de satisfacción con uno mismo.

4.Manualidades plásticas

Algunas actividades combinan la creatividad con poner orden incluso con hacer un poco de revisión de vida. Por ejemplo, muchas personas encuentran muy gratificante el coger todas esas fotos que tienen apiladas en sobres y ordenarlas, ponerles fecha, colocarlas ordenadamente en un álbum o incluso fabricar ellas mismas su propio álbum con diferentes materiales y técnicas. Otras personas son aficionadas a diferentes tipos de pintura, dibujo, costura. Puedes iniciar un pequeño cuaderno de bitácora de tu confinamiento y acompañarlo de una foto sencilla que ilustre tu día a día doméstico, eso te ayudará a verle la parte poética a una cotidianidad que puede resultar muy aburrida.

5.Jardinería

Un derivado de las manualidades un poco peculiar lo encontramos en el mundo de la jardinería y la horticultura. Si tienes un terreno o un espacio suficiente en casa este puede ser el momento de que te propongas plantar algún árbol o iniciar tu pequeño huerto urbano en la terraza. Igual tarda unos días o semanas en empezar a hacerse visible o dar sus frutos, pero imagina cómo debe ser hacer una ensalada con los tomates que tú mismo hayas cultivado o ver el día de mañana que la plantita que plantaste con tus propias manos ha crecido unos centímetros y da sus primeras flores.

Si tu entorno es más urbano y no permite mucho despliegue de medios siempre puedes bajar la escala y quedarte en el “nivel maceta”: las plantas y las flores alegran, decoran y, sobre todo, te recuerdan que hay que cuidar de ellas y cambiarlas de vez en cuando de sitio sin exigirte las responsabilidades de ocuparse de un animal o los cuidados de un huerto propiamente dicho. No pienses que tiene que ser caro: seguro que algún amigo puede regalarte esquejes de un par de plantas que ya tenga, con un poquito de tierra y un poco de agua algunas van a crecer muy rápido y le darán un nuevo aire a ese rincón solitario.

6.Costura

La costura es una actividad ancestral y muy versátil que te puede resultar de gran utilidad si sientes que tu mente está muy dispersa. Además, te permitirá potenciar tu motricidad fina y la precisión y es algo muy entretenido. Puedes hacerlo con música de fondo, la televisión, la radio o mientras hablas con alguien. Puedes potenciar diferentes facetas y crear piezas muy diferentes en función de la técnica que emplees: a máquina, a mano, punto de cruz, ganchillo, punto, remiendos, patchwork, etc.

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Comienza poco a poco, practicando con retales que tengas en casa o calcetines viejos en los que empiece a asomar un roto y ve paso a paso perfeccionando la técnica. No tienes por qué lanzarte a confeccionar un jersey el primer día: con un punto sencillito, para principiantes, puedes marcarte una bonita bufanda en poco tiempo, para ti o como regalo para alguien.

Esto te puede servir como pequeño reto de creatividad, ponte un plazo razonable y así coser se convertirá en una rutina cotidiana y creativa. Piensa también que, cuando hayas acabado, siempre te resultará agradable obtener un resultado útil de las largas jornadas de confinamiento.

7.Genealogía

¿Te has planteado alguna vez de dónde viene tu familia? Si te ves obligado a un nuevo confinamiento puedes emplear unas cuantas horas en confeccionar tu árbol genealógico. Puedes hacerlo hasta donde tú mismo recuerdes pero será un ejercicio mucho más profundo si lo haces investigando un poco más allá: pregunta a tus parientes, sobre todo a aquellos más ancianos, acerca de las ramas que te faltan y que ellos tienen más cercanas.

Si el ejercicio te gusta, y en cuanto puedas desplazarte, puedes lanzarte a los archivos civiles y parroquiales, ¡vete a saber hasta dónde eres capaz de llegar! No te conformes con garabatear algunos nombres en un papel y unirlos con rayas: hazlo bonito, ordenado, con dibujos y fechas. Si tienes niños en casa seguro que les hará gracia ver cómo las raíces de su familia van extendiéndose hacia el pasado.

Dibujar tu árbol genealógico e investigar al respecto no solo va a ayudarte a quemar el exceso de tiempo libre: te ayudará a configurar mentalmente tu mapa familiar, la historia de la que formas parte, fortaleciendo la sensación de vínculo con tus ascendentes y descendientes y de proyección tanto hacia el pasado como hacia el presente.

8.Escritura creativa

Mucha gente te habrá aconsejado leer todos los libros pendientes que tienes en tu estantería y eso siempre está muy bien. Pero, ¿y si además intentas ser tú quien escriba? Naturalmente no estamos hablando de que escribas una novela si eso escapa a tus capacidades y tus intereses, sino de que te plantees un ejercicio igualmente válido y que puede convertirse en una rutina muy estructuradora de tu día a día.

Prueba a escribir un microrrelato cada día, puede ser de temática libre o, incluso, puedes plantearte confeccionar un diario de tu confinamiento a través de esas piezas literarias diminutas. Una frase o dos, como mucho. ¿Te ves capaz? Además de ejercitar tu imaginación y tu capacidad de observación de lo que te rodea, practicarás la habilidad para sintetizar contenidos complejos en formatos muy sencillos. También te darás la oportunidad de generar pequeñas obras de arte literario en medio de una situación -en el mejor de los casos- bastante gris. Eso suele reconfortar.

Si te animas puedes acompañar cada relato de una fotografía que tú mismo hagas o de una ilustración sencilla. Si tu creatividad es más poética que narrativa siempre puedes sustituir los microrrelatos por los haikus, esos pequeños poemas japoneses de 3 versos que hablan sobre la contemplación de la naturaleza y el paso del tiempo.

9.Puzles

Los puzles o rompecabezas son de los juguetes más antiguos que existen y resultan adecuados prácticamente para cualquier edad. Además del consabido entretenimiento, entregarte a estas construcciones te puede ayudar a potenciar capacidades cognitivas y emocionales que tienen que ver con lo espacial pero también la contención, el saber esperar, aguzar diferentes sentidos a partir de la observación y del plantearte una tarea más o menos compleja dividiéndola en secciones asumibles.

Si compartes un puzle con otra/s persona/s puede dar lugar no solo a la satisfacción del trabajo en equipo sino también a un rato agradable junto a las personas que te rodean.

10.Fabricar tus propios pasatiempos

Obviamente puedes dedicar tu tiempo a completar pasatiempos ya hechos y está muy bien que lo hagas. Además de eso, y si tú y tu entorno sois aficionados, podéis dedicaros a confeccionar vuestros propios autodefinidos, sopas de letras, etc. e intercambiarlos. Podéis echarle imaginación y hacerlos con el nivel de dificultad que queráis. Por supuesto, podéis incluir contenidos que hablen de personas o acontecimientos de vuestras vidas.

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Cuando los estés preparando vas a invertir mucho tiempo y energía en pensar qué palabras quieres incluir, cómo vas a definirlas en el espacio de una pequeña casilla, contar y colocar bien cada uno de los huecos, etc. Cuando los intercambiéis, además de la satisfacción de hacerlos, ganaréis en estimulación cognitiva y también es una forma diferente y original de comunicaros: recordaros cosas, haceros chistes, aportaros información, etc.

11.Leer a mayores

Leer está muy bien pero, ¿qué hay de las personas que no pueden hacerlo? Piensa en cuántas personas mayores debe haber por ahí confinadas, sin poder salir a por el periódico o un libro o con dificultades visuales para poder leer con fluidez. Muchas de ellas acudían a centros de día y bibliotecas públicas o se encontraban en los diversos establecimientos de sus lugares de residencia, pero la pandemia y el confinamiento han mermado estas posibilidades.

Ordenar, coser, escribir, cuidar las plantas o cocinar son actividades sencillas, económicas y muy útiles a nivel psicológico durante un confinamiento

¿Y si organizas con las personas mayores de tu entorno una especie de club de lectura online (puede ser a través del teléfono), o enviándoles grabaciones por algún otro medio, en el que tú eres el lector/a y ellos el público? No solo leerás cosas por las que nunca te hubieras interesado sino que te entrenarás como orador y narrador y además estarás promoviendo algo muy beneficioso también para las personas que lo reciben.

Este tipo de intercambios promueven la cohesión social, hacen que disminuyan la soledad y el aislamiento y tú sentirás la satisfacción de hacer algo útil por alguien sin desgastarte demasiado en lugar de estar aburrido, refunfuñando o centrándote solo en las preocupaciones de tu propio confinamiento.

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