1 de mayo: jornada clave en la salud laboral

El próximo martes 1 de mayo se celebra en muchos países el Día de los Trabajadores, una fecha históricamente vinculada a las movilizaciones obreras y, por tanto, a lo laboral. Este movimiento tiene su origen en el siglo XIX, cuando se iniciaron las reivindicaciones laborales de manera más organizada pero que ha logrado un gran arraigo en la sociedad en general, sobre todo gracias a su consideración de jornada festiva.

Esta celebración llegará precedida por el día de mañana, 28 de abril, Día Mundial de la Seguridad y Salud en el trabajo. Evidentemente, todos los días son adecuados para prestar atención a estas cuestiones, por eso no queremos dejar de proponerte que, persona que trabaja o lo ha hecho en algún momento, prestes atención a las diversas consideraciones que a todas las personas nos sugieren estas fechas singulares.

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Vocación y proyecto profesional

Se trata de aquello para lo que sentimos una llamada, en la vida en general pero sobre todo, en este caso, en la medida en que se concreta en nuestra profesión. ¿Has estado alguna vez en un proceso de búsqueda activa de empleo? Uno de los elementos fundamentales a la hora de iniciar ese tipo de procesos es tener claro tu objetivo profesional o, dicho de una manera más general, tu proyecto: qué te gustaría hacer, dónde te gustaría trabajar, qué tareas tienen más que ver con tus gustos, conocimientos, habilidades, qué tipo de carrera profesional te gustaría ir diseñando paso a paso.

Al fin y al cabo, el trabajo es algo que estructura mucho nuestra biografía. Lo hace en un sentido micro (del día a día): en qué empleamos el tiempo, cuánto tiempo, en qué condiciones, por cuánto dinero, con todo lo que eso nos permite. También lo hace en un sentido macro: qué formación académica o profesional recibimos, qué trabajo elegimos o a qué trabajo nos postulamos, qué carrera profesional vamos desarrollando con el tiempo.

 

Derechos, reivindicación y reconocimiento

Aunque a veces las circunstancias demuestren lo contrario, en realidad no trabajamos siempre de cualquier manera ni a cualquier precio o, al menos, no deberíamos hacerlo. Aunque lamentablemente no siempre sucede así, cada vez son más los países donde las relaciones laborales se someten a un marco legal que, con sus deficiencias, intenta tener en cuenta ciertas condiciones mínimas para que el trabajo no destruya paulatinamente a quienes lo desempeñan.

Defender nuestros derechos y reivindicar su ampliación legítima es una cuestión de autoestima en el sentido estricto del término y, por tanto, un claro ejercicio de asertividad. De la misma manera, aguantar el tirón de ciertas profesiones especialmente penosas por alguna circunstancia es literalmente un signo de resiliencia.

Además, esto no solo tiene su reflejo en las movilizaciones que se organizan con motivo del 1 de mayo, sino que tiene que estar presente en la cotidianidad laboral de las personas. Sentir el reconocimiento sincero de nuestros superiores y compañeros, integrarnos adecuadamente en un ambiente de trabajo que, dentro de los diferentes estilos personales, sea maduro y acogedor, son cuestiones imprescindibles para construir ladrillo a ladrillo un sólido muro de salud laboral.

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Vacaciones: parada y descanso

En relación con el punto anterior, uno de los derechos más destacados de todo trabajador y trabajadora es el del descanso. Para ello, allá donde no existe una explotación descontrolada de los trabajadores o un régimen abiertamente esclavista, están previstos ciertos periodos a lo largo del año que llamamos vacaciones o, más a pequeña escala, días festivos. El 1 de mayo es uno de esos días, lo que da idea de la relevancia política y sociológica que se le otorga a esta jornada que gira en torno al mundo del trabajo.

Sea como sea, todo calendario de trabajo requiere tener previstos periodos de descanso suficientes y que se respeten. Solo así nuestra energía mental, física y emocional puede volcarse en otras tareas, imprescindibles para nuestro reposo y enriquecimiento. Si esto se lleva a cabo correctamente, sin duda revertirá de manera positiva en nuestro desempeño laboral.

 

Grupo, compañerismo, universalidad

Por su origen, objetivos, mensaje y puesta en escena, la jornada reivindicativa del Día del Trabajo alude inequívocamente a un sentimiento de fraternidad entre los trabajadores y trabajadoras del mundo. Este factor, muy característico a nivel ideológico del movimiento obrero, tiene un claro correlato psicosocial: los humanos somos seres sociales pero, sobre todo, relacionales.

La existencia de ninguno de nosotros tiene sentido por sí misma, sino que necesita inevitablemente del apoyo, afecto y solidaridad (más o menos interesada) de nuestros semejantes desde el día que nacemos hasta el día que morimos. De ello depende nuestra salud a diferentes niveles y, en definitiva, nuestro devenir por la vida.

Por eso es tan importante disponer de buenos compañeros de trabajo, de un jefe que cumpla sus funciones desde un marco más humanista que utilitario (y que, por tanto, sea capaz de liderar además de dirigir).

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Salud laboral

Todo lo que hemos comentado hasta ahora son factores que, en la medida en que se cumplen o no, revierten significativamente en nuestra salud. En resumen, el trabajo es un ámbito donde pasamos muchas horas, convivimos con multitud de personas y, a fin de cuentas, ponemos en juego nuestra realización personal. Por eso, como en cualquier otro espacio de nuestra vida y más que en muchos otros debemos cuidar nuestra salud en nuestro lugar de trabajo.

Si sientes que el estrés, las malas condiciones físicas o laborales en las que desempeñas tu trabajo, la sobrecarga constante y el burnout están empezando a hacer mella en tu bienestar psicológico no dudes en pedir ayuda. Cuidarse es el método fundamental para convertirnos en buenos trabajadores y trabajadoras.

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